La publicación de este artículo de opinión probablemente no suponga plato de buen gusto ni genere muchos amigos entre la prensa hispalense, pero tampoco pretende hacerlos, siendo consecuente de las críticas que pueda suscitar. La única finalidad de las líneas a desarrollar no es otra que la de otorgar una visión diferente y proferir una dura crítica pero constructiva a la par, con la simple intención de buscar la simbiosis entre afición, prensa y entidad, algo que no siempre van unidas de la mano. Los siguientes párrafos no se intentan posicionar hacia un lado u otro, simplemente intentan escoger un camino opuesto al del resto y tender la mano a una afición ansiosa de apoyo.

Partiendo de la base de las ya sabidas repudiables acciones que no se deben repetir más y que han empañado en menor o mayor medida la imagen del club, lo cierto es que casualmente cada vez que el equipo se encuentra inmerso en una racha positiva, de una u otra manera acaba saltando a la palestra algún hecho que acaba por desestabilizar la imagen del club. Analicemos este trasfondo con un poco más de detenimiento.

La marioneta de todos ¿Por qué?

El Real Betis Balompié es un club histórico, señero y simpático, que genera numerosos adeptos allá por las tierras que visita. La peculiaridad actitud de sus aficionados, y el “Manquepierda” siempre por bandera encabezando al club, hace de esta entidad una de las más populares y queridas por los aficionados españoles, pero maltratada una y otra vez por presidentes, jugadores, periodistas, comités, entidades judiciales…

Una vez más, cierto hecho ha repercutido en la imagen del club y relega a un segundo plano la positiva racha que acusa el conjunto heliopolitano. Dirigentes que dan la espalda a la afición, jugadores que no apoyan a la misma, prensa que intenta malmeter una y otra vez con la única intención de desestabilizar, e instituciones o colectivos que se sacan de la chistera algún acontecimiento o sanción que pueda manchar la imagen de este club. ¿Hasta cuándo se va a permitir esta situación? ¿Hasta cuándo el bético de verdad va a tolerar esta actitud por parte de algunos colectivos o particulares, que no hace más que achacar las ilusiones del aficionado verdiblanco? Basta ya de rivalidades, basta ya de oscuras intenciones y basta ya de manchar la imagen del club.

El tiempo sigue su curso y año tras año pasarán los presidentes, jugadores, entrenadores y aficionados, pero el único que se mantendrá inamovible es la propia institución y el sentimiento de miles de béticos. El mismo sentir que no entiende de categorías, estrellas ni títulos. Una pasión convertida en una forma de vida para muchos de estos hinchas, que ven como su equipo queda cada vez más lastrado con el paso de los años.

Cierto son los lamentables hechos del pasado sábado y que quedarán marcados para este club, pero quizá se le toma más énfasis al asunto por pertenecer al conjunto de Heliópolis, quedando exentos otros repudiables acontecimientos sucedidos en el mundo del fútbol. Este club no es el más santo, ni mucho menos, al igual que el resto de equipos españoles, pero cierta es la facilidad de algunas personas o medios en señalar una y otra vez al club de al final de la palmera.

Pocas líneas son las que se pueda dedicar a esta afición, pues no existe persona alguna que pueda describir con exactitud la grandeza de la misma y la característica forma de amar y defender unos colores. Por más páginas y folios que se escriban sobre la misma, siempre se quedará corto. Una vez más, la hinchada demostrará estar por encima de las circunstancias y a la altura de las más grandes esperando que algún día, la plantilla y directiva se equipare a ellos y el fútbol le devuelva todo lo que les ha quitado.