Apego, supeditamiento, dicotomía relevante de cara a puerta. Muchos términos salen a la palestra para explicar la importancia del gol en un equipo. El peso de fabricar tan noble objetivo en el balompié heliopolitano recae fundamentalmente en la figura de Rubén Castro, máximo goleador de la entidad, que vivirá eternamente en los anaqueles de Heliópolis.

Sin el matador de la Isleta en estado de ebullición, el Real Betis acusa un descenso en su capacidad realizadora. El juego generado sigue siendo frío, inerte y carente de chispa. El gol, sin el insular, se transforma una ardua misión.

El '24' bético acumula cuatro partidos sin ver puerta. Hay que remontarse a la fría tarde del 31 de enero en Soria para encontrar su último gol en competición. El mes de febrero, marcado por temas extradeportivos que sacuden indirectamente al jugador, han mermado su extrovertida conducta en el terreno de juego. La mente humana no es ajena al submundo exterior que rodea a un simple esférico de cuero.

Tan solo tres goles ha firmado la escuadra de La Palmera en esos cuatro envites (uno ante la Ponferradina para arañar un empate y dos ante el Girona para rubricar la victoria más cercana). Lejos del Villamarín, el gol se esconde y tanto en Albacete como en Miranda de Ebro no consiguió perforar portería.

La sequía goleadora, ligada a la 'RubénCastrodependencia' coloca al conjunto bético como el menos goleador de la cabeza de la tabla con 37 goles a favor. Las Palmas con 45, el Valladolid, rival inminente con 43, Zaragoza con idéntica cifra, además de Girona y Sporting con 39, superan con creces los números que se desprenden del colectivo verdiblanco.

Además, equipos como Ponferradina y Numancia, atrás en la tabla, también sobrepasan en número de goles al considerado Real Madrid de Segunda. Buena culpa de ello la tiene los siete partidos en lo que va de campaña en los que no pudo perforar red. Por delante envites de peso para revertir la nefasta racha goleadora. Sin gol, no hay paraíso.