Soraya Sáenz de Santamaría advirtió a Susana Díaz de la campaña que le esperaba a la Presidenta en funciones de la Junta de Andalucía. Con el Villmarín de escenario y un presidente de la categoría de plata de nuestro fútbol ya en funciones, el electorado habló, gritó, pitó y decidió. Decidió sacar los pañuelos blancos, no para pedir el rabo, aún queda para eso, pero sí para mostrar su desencanto. Como si de las mismas elecciones se tratasen, el hegemónico partido de las trece barras concentró a más de 29000 seguidores en su sede principal para debatir sobre fútbol contra un nuevo partido emergente del fútbol de plata y perdió. Jornada de irreflexión y a pocos meses de que esto se decida, menuda campaña que te espera Betis.

Desconcentración

Un minuto de silencio por la muerte de Francisco Trigols. Jugadores unidos y en silencio. Comienza el partido. Se rompe esa unión y sigue imperando la ley del silencio. Los gritos de ¡vamos, vamos, vamos! ¡intensidad, joder! de Pepe

Mel en el minuto 10 rompieron el silencio. Caso omiso. Silencio. No entendimiento. Desconcentración. Pitidos. Nerviosismo. Más desconcentración.

Aunque parezcan las anotaciones en sucio de cualquier cronista, lo cierto es que lo único que se sacó en claro fue eso, las anotaciones. Porque hubo un gol anulado a Diamanka, porque Eraso hizo un lío a Casado con un solo toque y marcó el primero, porque al desacanso se llegó con 0-2, porque nada más empezar la segunda mitad el Leganés celebraba el 0-3, porque el Betis no jugó el partido y el Leganés jugó de maravilla. El Betis como protagonista y el Villamarín como escenario, sirvieron de inspiración perfecta para que las palabras claves que anota un cronista fueran exactamente eso, claves.

Catástrofe defensiva

Sin noticias de la buena defensa de las últimas jornadas. Los aficionados volvieron a señalar a los laterales. Casado y Molinero, con la muerte en los talones por el enorme espacio que dejaban a sus espaldas, propiciaban una y otra vez que los centrales se abrieran y dejaran mucho hueco. Como decía José Mota: "dame hueco, que habiendo hueco yo ya...". Donde hay hueco hay alegría, el Leganés lo vio y lo aprovechó en el primer gol.

Los otros dos goles llegaron en jugadas a balón parado. Parecía que los jugadores del Betis se apartaban del balón en estas jugadas. No estaban jugando al matar pero tampoco al fútbol. Marc Bertrán se encontró solo en el segundo palo en un saque de esquina y hacía el 0-2. Postigo hizo lo mismo, solo que él se posicionó en el punto de penalti y su gol fue en el bote de una falta lateral.

EL barcó se hundió pero Adán fue el único que siguió achicando agua con sus múltiples intervenciones. Pero achicar agua de un barco hundido...

Nada lo arregló

Pepe Mel intentó poner parches a un barco que hoy se convirtió un un flotador de goma. Ni el rápido cambio de Dani Ceballos por Portillo ni jugar con tres puntas con la entrada de Rennella ni el revolsivo Vadillo supieron enderezar lo que ya estaba hundido. Un Leganés con diez durante mucho tiempo mantuvo a raya al actual líder. Desconectó por completo al Betis que solo tuvo respuesta en los últimos compases del partido con el gol de Jorge Molina.

El desastre del centro del campo se dejó notar durante todo el partido. N'Diaye se perdió y no se encontró, a Lolo Reyes por lo menos se le vio la cara y Dani Ceballos fue suplente. Un descalabro general que fue respondido con un impresionante juego del Leganés. La cara y la cruz, tal y como se vivió en la grada: pitos para el Betis y aplausos para el Leganés. Hoy los jugadores pasaron de legionarios a lo que se llama, comunmente, mercenarios e hincaron la rodilla sobre el césped.