Kilómetro 34 de los 42 que componen la ardua maratón para un Betis que sigue avanzando de manera infatigable hasta la meta de la élite. Recuperar plaza entre los 20 combinados que perfilan la Liga de las estrellas se encuentra cada vez más cerca de la entidad heliopolitana.

Con un esquema esculpido a base de resultados, Pepe Mel apostó por Casado y Lolo Reyes para suplir las ausencias de Varela (con principio de neumonía) y Xavi Torres (sancionado). Por lo demás, mismo nivel de efectividad con chispazos de juego alterno. El Real Zaragoza, por su parte, presentó modificaciones reseñables en defensa con respecto a lo que se vio la semana pasada ante el Sporting. Rubén y Mario se postularon en el eje de la zaga. Bono, exguardameta del Atlético de Madrid B regresaba al marco en detrimento de Pablo Alcolea.

Con este panoraba sobre el verde y con el sol de Sevilla pidiendo rebujito, jamón y gambas, el público verdiblanco disfrutaba una vez más del ritmo alentador de los suyos.

El choque comenzaba con susto. El excastillista Jorge Casado chocaba con un futbolista zaragocista y precisó de intervención. Con rapidez y diligencia, el madrileño se repuso con nota y a la postre cuajó una actuación digna de alabar.

El chileno Lolo Reyes rompía el hielo con un zapatazo lejano que se perdía en el horizonte sin encontrar portería, Muy pronto igualmente, el colegiado del encuentro, Trujillo Suárez iba a dejar patente que no era su día. Cabrera interceptaba con la mano un fuerte disparo de Rubén Castro en el interior del área. El trencilla, en la primera de las decisiones polémicas no observó nada punible en la acción.

Molina acumula 71 goles con el Betis

El Real Zaragoza estiraba líneas como plastilina moldeable y el conjunto de Mel pasó a ver el choque en campo propio. Fruto de esta emboscada visitante nació el primer toque de atención aragonés. Y como no, salió de las botas de Borja Bastón. El pichichi zaragocista se topó con Antonio Adán en una providencial salida del mejoreño. Además, la jugada no se saldó sin la esencia de la polémica. Un nueva mano saltaba a la palestra con idéntico resultado que la primera. No señalada.

En el ecuador del primer acto la escuadra de Ranko Popovic seguía volcada en los dominios heliopolitanos. El excordobesista Pedro se estampaba por partida doble con el cancerbero bético, muy sobrio y compacto durante los 90 minutos.

Cuando más lo merecía el conjunto maño aterrizaría en el duelo la providente racha goleadora de Jorge Molina. Una semana más y tiñéndose de rutina, una genialidad de Dani Ceballos enloquecía a los asistentes. Pase medido y templado para el de Alcoy, que de control orientado, puso el balón a zona inalcanzable para el guardameta del Zaragoza. El tanto dejó grogui a un equipo que le puso entrega, chispa pero al que le faltó definición.

Las constantes asociaciones entre los hombres de ataque del Real Betis dejaban muestra de un nivel de juego elevado por momentos. El tridente Ceballos-Molina-Castro brillaba y unido al ímpetu de Foued Kadir arrimaron toque, fútbol y ocasiones al tramo final de la primera mitad. Un envío milimétrico del argelino fue recibido por el canario. Rubén Castro perdonó ante Bono y el palo, que le miró con aire desafiante.

Jolgolrio desmedido en el segundo acto

El Real Zaragoza entregó la cuchara demasiado pronto en el envite. El técnico balcánico introducía un cambio en busca de una reacción que jamás llegaría. La fiesta en el Villamarín acababa de empezar y Rubén Castro, pichichi en solitario, se unía a ella. Gran centro de Molinero desde la derecha para que el insular con su característico gesto introvertido, cabeceara al fondo de las mallas otro gol más en su cuenta personal. No sería el único de la mañana.

Bailando al son de las palmas, el equipo de la capital de Aragón no daba muestras de vida. En el 18 llegaría el tercer tanto. Castro, solo ante Bono, balbeceaba y no conseguía levantar la pelota por encima del espigado meta rival, sin embargo y como el viento soplaba de cara, el rebote iba a ser catapultado a placer y sin oposición por Jorge Molina, que firmaba así su doblete en el duelo.

Los cambios se sucedían y por encima de ellos, la entrada de Vadillo fue acogida con agrado por el respetable. Suya fue una magnífica internada carente de precisión en el envío.

La guinda del pastel corría a cargo del máximo goleador de la historia del Club. Rubén Castro cerraba la cuenta en un jugada rocambolesca en el que Mario a punto estuvo de anotarse un gol en propia meta. El palo escupió su desdicha y el olfato insaciable del matador de la Isleta hizo el resto. Acariciaba a placer el gol para delirio de sus compañeros, que corrían a abrazar a la leyenda.

Animada segunda parte para un Betis que sigue avanzando con paso firme hacia su objetivo. 68 puntos lucen en el casillero verdiblanco, que aventaja en seis a sus más inmediatos perseguidores. Semana plácida en la capital de Andalucía con la Feria de Abril como protagonista. El próximo domingo espera el Alavés, en lo que será un nuevo test con destino a Primera División.