Domingo de mayo, domingo de sol. Heliópolis se inundaba de sol en la vespertina sesión del 17 de mayo con la esperanza de replicar campanas en señal de ascenso. Y es que la Primera División mira al conjunto verdiblanco con aires de reencuentro.

La escuadra que alecciona Pepe Mel, con el regreso del canterano Varela en el once en detrimento del excastillista Jorge Casado, salió en tromba desde el pitido inicial a pesar de tímidos titubeos. Los gallegos, que acumulaban cinco partidos sin conocer la victoria, alargan la nefasta progresión de desafortunados sucesos y tendrán que cerrar la permanencia matemática en la categoría de plata en fechas venideras.

Bajo el prisma de optimismo arrancó el envite que trajo consigo el propio altibajo de las sensaciones encontradas. Hubo goles, emoción y éxtasis coléctiva. El público del Villamarín vibró con su equipo. La afición sigue desojando la margarita para conocer el día del deseado retorno.

Las primeras aproximaciones del envite las arrimó el conjunto de Quique Setién con un disparo lejano obra de Diego Seoane, pero cuando mejor estaban los lucenses, el Betis, con su habitual chispa y desparpajo en ataque asestó el primero de los dardos envenenados de la contienda.

Alfred N'Diaye se sacó de la chistera un pase digno de resaltar para dejar a Rubén Castro solo ante el meta Jose Juan. El canario no falla. Sus definición seca y letal desataba el júbilo de los asistentes. Con ese tanto el insular gualaba su racha de goles (27) con respecto a la temporada del último ascenso. Pero ahí, no acabaría su trayectoria individual en el duelo.

El gol no achicó las opciones del CD Lugo que seguía manteniendo el cuero bajo sus dominios. Ferreiro y David López vaticinaban el empate momentáneo que minutos después llegaría. Un centro de Seoane en el minuto 21 fue enviado al interior de la red por Álvaro Peña en segunda intancia, ante la pasividad de la zaga bética.

El empate desató la incertidumbre local, que a la postre fue una simple anécdota. Los de Anxo Carro insuflaron vida tras las tablas. Mel se tiraba de los pelos ante la imagen vertida por sus pupilos. El Lugo trató de acariaciar la pelota pero la pegada es determinante y la puso el Betis.

Al filo del descanso, de nuevo, se adelantaría el equipo de La Palmera. Una falta lateral aterriza en el área y como una carambola fue interceptada por N'Diaye, que le daba dirección hacia Jorge Molina. El de Alcoy, en boca de gol, no perdoda, se relame y hacía el segundo para los suyos.

Delirio verdiblanco

La segunda mitad fue una fiesta. La algarabía comenzaba pronto. A los cuatro minutos del acto final, Un centro de Francisco Varela desde la izquierda lo conecta Rubén Castro que se topó con el meta lucense. Molina captura el rachazo y la pone atrás para que Molinero abriera brecha en el luminoso.

La escuadra fundada en 1907 se gustaba, saboreaba el momento. Castro intentaba hasta una chilena. Todo era felicidad en Heliópolis. Antes de la hora de juego, el matador de la Isleta hacía su vigésimo octavo gol del curso. Nuevamente, asistencia de N'Diaye para Molina y este, en un acto de generosidad de la cede a su socio de ataque. El ex del Deportivo y Rayo y máximo goleador de la entidad, movía la cintura para mandar a la hierba a Jose Juan y apurar un chut raso al palo corto para hacer el cuarto.

La ola desembercaba en las gradas. El encuentro había perdido el interés. Ambos entrenadores aprovecharon para mover el banquillo. En el Betis, destacó la entrada de Vincenzo Rennella por Rubén Castro. El de Gran Canaria se retiró ante una apoteósica ovación.

El cuadro del norte de España agachó la cabeza y sucumbió por activa y por pasiva. Ya metidos en el periodo de prolongación, el franco-italiano Rennella firmaría la 'manita'.

El Real Betis Balompié podría ser equipo de Primera División el próximo jueves en Santander si vence y el Girona tropieza. Sea cuando sea, el regreso parece inmediato. La ilustre delantera es razón suficiente. Los goles de Molina y Castro devuelven a la afición la ilusión.