La entidad verdiblanca consiguió lavar suficientemente la cara y mostró una imagen algo cambiada, intentando dejar atrás la inestabilidad y la ineficacia mostrada en los encuentros anteriores, que comenzaron a suscitar las primeras críticas en la hinchada hispalense. Los tantos de Rubén Castro y Caicedo hicieron justicia y firmaron un empate merecido por ambos bandos. Dos fallos defensivos provocaron ambos tantos.

Sensaciones positivas

Los pupilos de Pepe Mel comenzaron el encuentro confirmando la inestabilidad registrada en los partidos anteriores, en los que encajaron un gol en los primeros compases. Ambos conjuntos intentaron hacerse con el dominio de la posesión, pero los de Sergio Álvarez fueron ligeramente superiores en los minutos iniciales. Muestra de ello fue el tanto anulado al exbético Salva Sevilla, que cabeceó el balón a la red pero el colegiado señaló posición antirreglamentaria. A partir de ahí, el choque cambió y los hispalenses supieron reponerse a la superioridad local.

Sobresaliente presión en campo rival

Los verdiblancos adelantaron considerablemente la línea de presión, abalanzándose sobre la salida de balón del conjunto rival agobiando notablemente a los zagueros periquitos. Siguiendo con el guion inicial, los visitantes entregaron el esférico a los blanquiazules, esperando bien replegados atrás y saliendo notablemente en busca de contraataques óptimos.

Precisamente, fruto de una contra llegó el tanto que abrió la lata del encuentro. Petros lanzó la jugada enviándole un notable balón a Molina a la espalda de la zaga, para que el alcoyano atendiera perfectamente a la llegada de Rubén Castro, que metió la pierna y envió el esférico al fondo de las mallas.

A pesar de ser inferior en el dominio de la posesión, destacó el trabajo de hombres como Digard o Pezzella, que supieron mantener el dominio absoluto de la medular (en el caso del francés) y no mostrar apenas síntomas de inseguridad defensiva, como han reflejado en los partidos anteriores. Otro de los puntos a destacar fue la presencia de numerosos aficionados béticos, incesantes como siempre.

Los verdiblancos se pudieron marchar al túnel de vestuarios con un botín mayor, pero la mala suerte con la madera y el buen hacer del guardameta local Pau López evitaron que Jorge Molina, en primera instancia, y Rubén Castro más tarde pudieran dejar a los hispalenses con una ventaja aún mayor.

Un nuevo error condena a los verdiblancos

Los segundos 45 minutos comenzaron reflejando la tónica final de la primera mitad. Los de Pepe Mel monopolizaron la mayor parte de las ocasiones, aunque estas no pusieron en demasiados apuros al marco de Pau López. La salida de Digard y Petros, probablemente los dos mejores del encuentro otorgó oxígeno a la plantilla periquita, que comenzó a conseguir abrir espacios y enlazar balones óptimos con la punta de ataque.

La inestabilidad en la medular desembocó con un ir y venir de ocasiones, en medio de numerosas remodelaciones de ambos técnicos que desestabilizaron la regularidad de ambos clubes. A quince minutos del final, los periquitos aprovecharon un error de Jorge Molina en la salida del esférico y Víctor Sánchez, que cogió a Piccini fuera de zona, asistió a Felipe Caicedo para que anotara el empate que concretaría el resultado hasta el final.

En los últimos compases, los dos conjuntos pudieron cambiar el devenir del encuentro pero finalmente el marcador no se movió y se jugaron el 'Ciutat de Barcelona' desde los once metros.

Tras las nueve penas máximas anotadas, Ceballos fue el encargado de tirar el último de los verdiblancos y tras un intento fallido a lo 'Panenka', los periquitos vencieron y se llevaron el trofeo de presentación ante su hinchada.