Por muy complicado que sea vencer al rival que tienes en frente o por imposible que se antoje la hazaña, el sacrificio y la lucha deben ser incesantes para que lo imposible se convierta en probable. El Real Betis pagó los platos rotos del empate blanco en Gijón y sufrió una dolorosa derrota ante el Real Madrid en un encuentro en que los madridistas no sufrieron oposición alguna que pudiera lastrar los planes de Rafa Benítez.

Los verdiblancos registraron un estado físico dudoso, capacidad defensiva con numerosos fallos y un trabajo sin balón que tiene mucho por trabajar. La exigencia parece no estar presente en los planes de Mel ante los equipos grandes y son muchos los aficionados que criticaron la actitud del equipo en el Bernabéu, al que pareció haber ido de paseo.

La medular, inexistente

La superioridad del conjunto blanco fue absoluta, como la propia foto indica. Pepe Mel impuso de nuevo el doble pivote y sacrificó a Jorge Molina para introducir a dos extremos, centrados en hacer las coberturas y apoyar constantemente en tareas defensivas. Una vez más el planteamiento no sirvió. La dupleta formada por Xavi Torres y N'Diaye fue desbordada por la medular blanca que monopolizó las transiciones en la línea central.

Precisamente sorprendió la suplencia de Jorge Molina, quizá el único capaz de crear peligro en las jugadas aéreas y bajar a recibir el esférico para sacarlo jugado. El técnico rectificó en la segunda mitad viendo la vulnerabilidad del equipo en las tareas a balón parado pero ya era demasiado tarde. Rubén y el equipo necesitan de su presencia.

Kroos y Modric fueron los absolutos dominadores de la medular y consiguieron enlazar positivamente balones a los exteriores donde los blancos fueron decisivos. Mel introdujo a Molinero en la siniestra para establecer a Vargas por delante y así hacer un buen tándem en las coberturas. El mismo papel tendría Cejudo en la banda derecha, ayudando a Piccini a contrarrestar las internadas de Marcelo y Bale, pero esto fue insuficiente.

Incidencia de Danilo y Marcelo en el juego verdiblanco

Posesión perdida

Lejos queda ya aquél Betis de 2013, al que tanto le gustaba dominar el esférico y protagonizar el encuentro monopolizando la mayor parte de jugadas ofensivas. El Real Madrid, un equipo que previsiblemente se encuentra más cómodo jugando al contraataque, centró su juego en la medular, lugar del campo donde más tiempo estuvo situado. La calidad que atesoran hombres como Modric, Kroos o Isco hizo madurar una y otra vez las jugadas hasta que el balón llegaba a las bandas haciendo que cualquier tipo de oposición verdiblanca resultara luna.

Con un Ceballos inexistente y relegado a un segundo plano con los focos del Bernabéu, los visitantes fueron incapaces de jugar en zona de tres cuartos rival, lo que provoca la nulidad de balones en la punta de ataque. Xavi Torres y N'Diaye fueron incapaces de robar pelotas, y Vargas y Cejudo solo aparecieron en tareas defensivas. En la segunda mitad Digard y Petros entraron para evitar que la sangría defensiva fuera a más, pero ya era demasiado tarde.

James, decisivo

El colombiano volvió y de qué manera. Tras su suplencia en Gijón, el orgullo estaba herido y tiró de casta para liderar a los suyos y llevarlos hacia la victoria. Arroyó una y otra vez a Vargas y Molinero, que sufrieron en primer plano el desborde del cafetero. Corría el minuto dos cuando de su zurda salió un centro magnífico para que Bale rematara el esférico a la red y pusiera en jaque la zaga verdiblanca. A partir de ahí, el jugador buscó reencontrarse con el gol y vaya si lo consiguió. A siete minutos del final de la primera mitad, demostró ser uno de los mejores lanzadores de libre directo del planeta, realizando un gol de bella factura tras una falta magistral.

Pero su gran actuación no acabaría ahí. Nada más empezar la segunda mitad, un nuevo error defensivo del Real Betis otorgó la oportunidad a James para levantar el Bernabéu, completando el doblete con una magistral chilena que maravilló a todos los aficionados allí presentes.