Sporting de Gijón y Real Betis volvían a verse las caras tan solo cuatro meses después de aquella tarde de éxtasis en el Benito Villamarín. Los del 'Pitu' Abelardo consiguieron el ascenso a la élite bajo el delirio del público rojiblanco y bético. La nube de hermandad perdura pero el contexto ya es diferente. La Primera División no está para hacer amigos y quedó patente de los instantes iniciales. Dos partes antagónicas protagonizaron el duelo.
Las bajas condicionaron los onces de ambos conjuntos. En el cuadro asturiano siete modificaciones con respecto a lo visto en Vallecas en la jornada intersemanal. Mére, Halilovic, Jony y el cancerbero Alberto García, únicos supervivientes.
En el Betis, el esquema se repetía. Un 4-2-3-1 sin Vargas ni van der Vaart pero con Joaquín, Ceballos y Rubén Castro. Mel optó por dejar en el banco de inicio al delantero alcoyano Jorge Molina. La primera parte, de claro dominio sportinguista, evidenció todas las carencias de los sevillanos: sin intensidad ni chispa, los futbolistas verdiblancos deambularon sin opciones.
Una buena entrada en El Molinón vaticinaba la fiesta del fútbol y esa la puso de entrada los de Gijón. Agresivo en ataque e incipiente por los costados, las aproximaciones llegaban por las bandas. Un saque de esquina en el minuto inicial avisaba de las intenciones rojiblancas. La iniciativa del Sporting era total y absoluta.
Un gol anulado a los cinco minutos por fuera de juego y una posible mano de Cristiano Piccini en un saque de esquina desde la derecha ponían la polémica. Juan Martínez Munuera, árbitro de la contienda pasó desapercibido. La mejor noticia para un trencilla.
Camino del 10 aterrizaría en el verde la primera oportunidad de relevancia y sería para el Sporting, que dominó de cabo a rabo los 45 minutos primeros de juego. El croata Halilovic fabricaba un buen pase que llegaba a las botas de Jony. El jugador deseado por el Betis se marcaba una tremenda rosca que obligó a Adán a volar, meter la mano y mandar ese cuero a la esquina tras previo toque en el larguero. Avisaba el cuadro asturiano.
El jugador balcánico cedido por el FC Barcelona campaba a sus anchas y de sus botas nacería el gol local. Jugada trenzada que el ex del Dinamo de Zagreb crea. Cede el esférico a Carlos Castro para que éste bata por bajo al guardameta de Mejorada de Campo. El dominio encontraba premio.
Gran partido de Adán
A raíz del gol, el Betis se vio obligado a estirar líneas sin demasiada producción y elaboración. Rubén Castro probaba fortuna desde la lejanía. Volcado por la banda conformada por Piccini y el omnipotente Joaquín Sánchez, los de Abelardo, muy juntos en la marca, achicaban espacios. A consecuencia de las llegadas béticas, los guajes se concentraron en armar contras, como la que culminaría Menéndez a la media hora. Adán manopla abajo, repelía el balón y la enviaba al córner.
El ocaso del primer acto se desarrolló sin intensidad. Alguna llegada dispar de los sevillanos por el centro ante una poblada muralla de jugadores del Sporting. Varela y Cejudo en sendos disparos comprobaron la jerarquía del meta Alberto García. La segunda mitad sería diferente. Un Betis atascado dio paso a un vistoso fútbol oxigenado y vibrante.
Imagen eléctrica verdiblanca
Sin tiempo para que los aficionados volverían sus localidades, el Real Betis igualó el partido en el primer minuto de segundo periodo. Una contra catapultada por Cejudo abría la veda. El de Puente Genil sirve un cuero al interior del área para que Rubén Castro conecte con la testa y prolongue el esférico para Joaquín. El exviola, con todo el tiempo del mundo dirige el cabezazo hacia el interior de las mallas. Poca presencia defensiva de los gijoneses propiciaba la claridad atacante de los andaluces. Los heliopolitanos habían cambiado el chip.
No había cabida para la relajación. Jony hallaba la réplica para los suyos desde la frontal con un potente disparo que Antonio Adán abortaba con la postestad de sus guantes.
Llegando al cuarto de hora, el máximo goleador de la historia del club hispalense aprovechaba un fuerte envío procedente desde su propia área para lanzar la carrera. El canario le gana la espalda a un jovensísimo e inexperto Jorge Meré y culmina con un contundente disparo que sorprende al portero rojiblanco, El balón pegó en la cara interior del travesaño y de ahí para adentro.
12 minutos le bastaron al Betis para darle la vuelta al luminoso. Los cambios saltaban a la palestra. Petros ingresaba en el terreno de juego a falta de 20 para el final en detrimento de Ceballos. Mel ajustaba el esquema en busca de mantener un resultado que ya no se movería. Y eso que el Sporting de Gijón moríría con las botas puestas. Miguel Guerrero, recién ingresado al campo se asociaba con Carlos Castro, propiciando un mano a mano con el arquero madrileño que realzaba su figura desviando la trayectoria del balón por encima de su arco. Sería la más clara de los del principado en la segunda mitad.
Abelardo daba la orden de que sus naves subieran a territorio contrario. Mel tranquilizaba a sus jugadores ordenando marcas. El inexorable paso del tiempo hacía su trabajo y el cansancio se asomaba por los rostros sportinguistas.
En la recta final, Guerrero añadía una nueva ocasión al marcharse de Westermann después de un formidable control a pase de Nacho Cases. Disparo impreciso y lejano. Por su parte, el Real Betis pudo sellar el envite en un contragolpe. Jorge Molina, completamente solo, le echaba fuera, Error incomprensible que dejaba boquiabierto a su eterno socio Rubén Castro.
Al final del tiempo reglamentario, las filas de las trece barras logran el primer triunfo de la temporada lejos del Villamarín despejando dudas en una semana marcada por la derrota intersamanal ante el Deportivo de la Coruña. El próximo domingo, jugará en Vallecas, en una nueva jornada fuera de casa. Décima posición, ocho puntos.