Cuando la práctica de fútbol no tiene base específica, técnica deportiva o simplemente sentido común en las ideas es imposible que los objetivos propuestos a principios de temporada sean superados. La oscuridad del cielo y la desgarradora lluvia parecían hacer presagiar lo que se vería en Heliópolis.

El filial del Real Betis Balompié volvió a demostrar una semana más que no es un equipo apto para la categoría de bronce, visto lo registrado en este inicio liguero. Un conjunto sin ideas, con una zaga propia de cualquier historia de terror y una medular desaparecida e incapaz de enlazar balones óptimos con un punta que peleó en solitario durante los noventa minutos, frutos de un descenso anunciado, al que el Real Betis está abogado salvo que un cambio de savia nueva lo remonte.

El solitario tanto de Manu Molina, convertido desde los once metros y posterior a un primer penalti errado, otorgó tres puntos imprescindibles para el Recreativo en la lucha por sus objetivos y retomar un oxígeno que comenzaban a necesitar en esta categoría. Los tres puntos del conjunto onubense parecen condenar las opciones de Juan Merino de seguir en la entidad verdiblanca, una decisión esperada por la misma hinchada bética, la misma que pide el cese de su cargo desde hace semanas.

45 minutos completamente prescindibles

La primera mitad confirmó la tónica de los dos equipos en este inicio liguero. Tanto el filial como el Recreativo de Huelva protagonizaron una parte donde el fútbol brilló por su ausencia, motivado por la timidez de ambos conjuntos a la hora de buscar portería rival y el miedo instaurado en los jugadores ante la posibilidad de un gol que anulara las opciones.

Además, si el colegiado no apuesta por la práctica de fútbol y se empeña en impedir el transcurso del encuentro, posibilita aún más la inactividad de dos conjuntos que buscaban relamerse de sus heridas y huir de las críticas de las propias aficiones.

Sin suerte de cara al marco rival, los galones de Núñez y la calidad de Manu Molina posibilitaron que los onubenses adquirieran confianza y comenzaran a ser superiores pasado el ecuador de la primera mitad. Apenas ocasionó peligro el Recre hacia el marco verdiblanco para que el nerviosismo se encarnara en los jugadores locales. Fruto de ello fue el penalti cometido, dudoso a modo de ver de los hinchas locales, por José Carlos a la media hora, una opción idílica para que los recreativistas se adelantaran.

A pesar de ello Manu Molina la tiró al medio para que De la Calzada pudiera detenerlo y noquear las opciones blanquiazules. Esto y la incesante lluvia que hizo de la Ciudad Deportiva un barrizal fueron lo único a destacar en una primera mitad para el olvido. La mencionada ansiedad provocó la expulsión de Nacho González por un posible codazo a un jugador rival, demasiada rigurosa por igual al modo de ver de los aficionados béticos.

Estoque de once metros

Con cuarentaicinco minutos por delante, ambos conjuntos saltaron al tapete de Heliópolis con misiones diferentes, merced a la diferencia numérica de jugadores sobre el terreno de juego. A pesar de la inferioridad, los de Merino buscaban reponerse tras el penalti errado por los visitantes, aunque precisamente un estoque desde los once metros sería el que terminaría por condenar la credibilidad de Merino en el club de al final de La Palmera.

Alejandro Ceballos, recién instaurado técnico blanquiazul, introdujo pólvora arriba metiendo al joven Keita Junior, muy activo durante la segunda parte. Ahora si, los visitantes comenzaron a tomar el mando de un encuentro a la deriva, volcando el juego por las zonas exteriores. Precisamente, en un contragolpe fugaz Ángel de la Calzada derribó a un jugador blanquiazul, señalando de nuevo el colegiado la pena máxima. Esta vez no fallaría Manu Molina y anotó el único gol del encuentro que posteriormente les otorgaría los tres puntos, desatando la locura de los numerosos aficionados recreativistas allí presentes.

Tras el tanto visitante, Merino trastocó sus filas ante el incesante intento del Recreativo en busca de un segundo gol que pusiera tierra de por medio e hizo no perder a los suyos la cara al partido, a pesar de hacerlo con más corazón que cabeza. La presión verdiblanca comenzó a acelerar e incluso pudo acarrear el tanto bético en varios libres directos o contragolpes. A pesar de ello, la experiencia y el empaque blanquiazul supo repeler los ataques locales, de un equipo con muchos diamantes que por la incapacidad del técnico gaditano, es imposible pulir.

El empuje de la afición visitante y la experiencia de la plantilla los hizo llevar en volandas y acabar el encuentro consiguiendo tres puntos que saben a gloria, tras la imposibilidad del equipo de conseguir una victoria en los últimos encuentros.