Llegó día esperado por la ciudad de Sevilla. El primer de los cuatro derbis que se jugarán esta temporada. La Copa del Rey quiso aumentar la dosis de nerviosismo. No le faltó de nada. Cánticos, luces y muchísima tensión. Tanto dentro como fuera del terreno de juego.

Las alineaciones fueron las esperadas. En el Real Betis, la ausencia por lesión de Piccini fue ocupada por Molinero, quien tuvo una estresante primera mitad. En bando sevillista, la principal nota reseñable fue la de Mariano. El brasileño partió de inicio por delante del experimentado Jorge Andújar Coke.

El Betis tapió sus dominios

Color, mucho color en el graderío. Un espectacular mosaico recibió a los 22 protagonistas. La zona ocupada por los seguidores sevillistas (más de mil) no dejaron de alentar a los suyos durante los 90 minutos. Muy pronto empezó la crispación que se esperaba. Echaba a rodar la pelota por el Villamarín y colegiado Clos Gómez no daba abasto para frenar el ímpetu de los jugadores. Tan solo cuatro minutos tardó el trencilla sin echarse la mano al bolsillo. Molinero fue amonestado en el minuto cuatro en un lance donde el ucraniano Konoplyanka se le marchó en velocidad.

El comienzo fue dudoso, titubeante. Como si ninguno de los dos quisiera quedar señalado en los albores del envite. Las llegadas comenzaban a sucederse en unas áreas pobladas y cerradas. Kevin Gameiro, que estuvo muy fallón  en la noche de hoy, probaba suerte en una contra donde lo intentó en un recorte muy próximo a la zona defendida por Adán. Bruno, muy raudo, evitó el peligro yendo al corte.

La temperatura subía, los aficionados se quedaban sin uñas en las manos y las retinas se clavaban en un terreno de juego que iba pareciéndose a un ring de boxeo. A los diez minutos llegaría una de las más claras de la contienda. El delantero galo del Sevilla demostraría que la efectividad no es uno de sus puntos fuertes.  Éver Banega tiene un prismático y pone la bola donde desea. El internacional albiceleste dejaba a Gameiro completamente solo ante Adán. El de Mejorada del Campo haría la primera del partido abortándola con los pies.

Kevin Gameiro no tuvo su día

Las aproximaciones béticas fueron esporádicas. Sergio Rico no tuvo trabajo durante el primer acto. A balón parado se arrimó por mediación de Vargas y Joaquín. Alfred N’Diaye cazaba una volea desde la frontal que se perdía en las nubes. El senegalés le puso voluntad y estuvo participativo. Su cabeza yacía en cada lance aéreo. La primera tangana aterrizaría en el ecuador de la primera mitad. Dani Ceballos y Konoplyanka afilaron colmillos y mantuvieron un rifirrafe de altos vuelos. El ex del Dnipro rápidamente supo que es un derbi. Codazos, miradas furtivas y garra. No sería la última. Al filo del descanso llegó la electricidad a los banquillos. Mel le recriminó una acción a Unai Emery y su segundo, Roberto Ríos salió como un resorte para increpar al vasco. Clos Gómez lo vio y mandó a la caseta al espigado preparador bético.

Los errores defensivos en el Real Betis siguen a la orden del día. Un córner botado por Banega fue conectado por Krychowiak en el punto de penalti. El polaco campó a sus anchas libre de marcas. No atinó a cogerla de lleno y se perdió por línea de fondo.

Mucha lucha, poco espectáculo

El ecuador del choque se vislumbraba entre un disparo lejano de Rubén Castro, el cual estuvo desaparecido todo el partido y una tibia aproximación por el costado de Yevhen Konoplyanka, muy marcado por los zagueros heliopolitanos.

El segundo acto fue eléctrico en cuanto a intensidad pero nefasto en torno a ocasiones. Y eso que Kevin Gameiro volvería a dejar una nueva ocasión para la colección. Antonio Adán estiró con ahínco el pie derecho ante el francés, que se quedó en un mano a mano tras un buen pase del canario Vitolo.

A partir de ese momento, las constantes interrupciones mermaron el habitual y correcto ritmo futbolístico. Los entrenadores esperaron a la hora de choque para mover piezas. Emery daba entrada a Iborra por Krohn-Dehli. Los piques inundaban cada parcela del terreno de juego y todos los jugadores implicados en ella. Sergio Rico con N’Diaye, Ceballos con todos los defensas sevillistas.

Reyes, Ricky van Wolswinkel, Digard y Llorente iban saliendo paulatinamente al verde pero nada de nada. El Betis le imprimió un ritmo cadente y el Sevilla mostró la cara lánguida propia de los partidos lejos del Pizjuán.

Y como no ocurrió nada, la primera batalla finalizó en empate a cero. José Antonio Reyes dispuso de la última en una falta que impactó en el lateral de la red. Mucho nervio, doce amarillas, sin embargo faltó el fútbol y los goles. La Liga descansará unos días pero volverá para despedir el año 2015. El Betis jugará en el Camp Nou ante el  FC Barcelona y el Sevilla hará lo propio frente al RCD Espanyol en el Pizjuán.

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