Día de Reyes en Sevilla. Y de regalo, derbi. La ida de octavos de final no decepcionó y mostró una cara más vistosa que el pasado derbi liguero. El Sevilla, muy superior al Betis, sobre todo en posesión se lleva el primer asalto en un insulso envite de los de Pepe Mel. El técnico madrileño sorprendió a todos con un once atípico y poco definido, que a la media hora tuvo que rediseñar. Con Molina y van Wolfswinkel como máximas referencias ofensivas arriba, el centro del campo de músculo no funcionó. N’Diaye, Digard y Petros no congeniaron y el brasileño pronto dejaba su sitio al Joaquín.

En el Sevilla, más seriedad y empaque. Emery no se andó con chiquitas y puso sobre la hierba del Villamarín todo su arsenal. Los Vitolo, Krychowiak, Banega amarraron la bola a sus pies y no dejaron ni olerla al Betis. Con todo este panorama y con un ambiente algo más frío en la grada, daba comienzo el espectáculo.

En primer minuto, el conjunto de Nervión avisaba de sus intenciones a balón parado. Muy atrás el Real Betis desde el pistoletazo de salida de Del Cerro Grande. Condensando cada acción, los pupilos rojiblancos eran conscientes que no tenían prisa. Su rival de la cueva no iba a salir. La primera aproximación local arribaría una carrera de Cristiano Piccini por la derecha en la que Molina conecta con la bola. El asistente levantaba el banderín y el peligro se disipaba.

El público se olía la tostada y una de las incipientes aproximaciones sevillistas acabó en gol. El danés Michael Krohn-Dehli se saca de la chistera una brillante jugada por la derecha, se mete hasta la cocina y bate por bajo a Giménez ante la mirada de los jugadores del Betis. Pezzella y Figueras, pareja de centrales lejos de un equipo de primer nivel. Mel, de pie en área técnica y manos en los bolsillos resoplaba. ‘Nosotros te queremos, Pepe quédate’ coreaba la afición nervionense que se dio cita en el campo del eterno rival.

Sin aparecer, el Betis corría y corría por el campo en busca de algo que no llegaría nunca: la pelota. Molina, con la cabeza, probaba suerte en remate al que llegó muy forzado. En el ecuador caían las primeras amarillas del envite. Petros, N’Diaye y Rami sulfatados. De hecho, Petros dejaba su puesto a Joaquín. Pasaba el Betis a un 4-4-2 sin pena ni gloria.

Antes del descanso, una nueva falta favorable al Sevilla en la frontal provocó el miedo de los presentes. Dani Giménez atrapaba el esférico que desembocó desviado por un zaguero heliopolitano.

Mazazo de Krychowiak

La segunda parte empezaba con buen pie para el Sevilla FC. Una jugada por el costado zurdo propiciada por Trémoulinas es finalizada por el jugador polaco en área pequeña. Un cúmulo de despropósitos en área bética hizo el resto. No cambió nada el guion con respecto a lo observado en el primer acto. Lejos de conformarse con el resultado, Unai Emery metía dinamita en las botas de Reyes. Más tarde completó los cambios con Gameiro y Konoplyanka.

Mel tiró la eliminatoria con el once que dispuso

En el Betis, Ceballos aparecía para darle algo de balón a un Betis caótico, desordenado y sin alma.  Kevin Gameiro pudo hacer el tercero en un balón aéreo al que no llegó por un pelo. Pasaban los minutos, y el ritmo verdiblanco era inerte. Los aficionados se impacientaban y el palo se aliaba con el Betis. Un disparo angulado terminó en el palo de la portería defendida por Dani Giménez.

Reyes y Konoplyanka campaban a sus anchas en los contragolpes pero el tercer gol sevillistas no se produciría. Los diez últimos minutos fueron interesantes.

Del Cerro Grande decretaba penalti a favor del Betis en un rocambolesca acción donde el público empujó al colegiado a señalarlo. Rubén Castro, que ya se encontraba sobre la hierba, lo mandó a las nubes en una ejecución paupérrima. N'Diaye, vería la segunda amarilla por una aparatosa entrada y se marchaba a la caseta antes de tiempo. No había tiempo para más.

Derrota clara. Mel áun más cuestionado por su planteamiento y con la vuelta en menos de una semana. Tiempos difíciles para un Betis que no juega a absolutamente nada.