El Real Betis no aprende. Tropieza todas las veces del mundo con la misma 'piedra', sin hacer autocrítica alguna y con unos síntomas de enfermo en estado de emergencia. Casi de 'muerto', para hablar en cristiano. El derbi de Reyes solo tuvo color rojo, porque el Sevilla fue tremendamente superior a su eterno rival. No porque hiciera el partido de su vida, ni mucho menos, sino porque supo estar ordenado y tener pegada. Con eso, basta y sobra para ganar al cuadro de Pepe Mel. Un equipo sin patrón de juego, sin intensidad, sin concentración, sin ganas por agradar, sin orden, sin 'cabeza', sin nada de nada de nada. Si a eso añades una preparación física lamentable y unos fichajes que no rinden, lo normal es que la situación sea lamentable. Suficiente para sacar pañuelos o pedir dimisiones, más necesarias hasta que las acciones.

El 'once' de Pepe Mel reflejaba la realidad. El entrenador del Real Betis tiene muy pocas ganas de continuar en su banquillo. Pide a gritos el finiquito y ha perdido los 'papeles' por completo. Con una defensa ya de por sí mermada, con un derbi en juego, con la ida en tu casa, con un partido para resarcirte de tu situación personal, con un día de Reyes y con una afición necesitada de alegrías Si el entrenador madrileño no tiene motivos para salir a por la victoria, un servidor no tiene ni idea. El caso es que dejó en el banquillo a Adán, Joaquín, Dani Ceballos y Rubén Castro. Si quitas a todos tus pilares, la 'casa' se cae. Lógicamente, eso ocurrió.

Krohn-Dehli golpeó primero. El centrocampista danés aprovechó la lentitud máxima de N'Diaye para tomar rumbo a portería y batir por bajo a Dani Giménez. Todo, bajo la inoperante mirada de la zaga verdiblanca. Como Pedro por su casa. Hasta la 'cocina' entró el fichaje sevillista, que se hizo un café e enchufó el 0-1. El Real Betis ya perdía y no se había enterado. El Sevilla ya festejaba el tanto y celebraba los regalos de Pepe Mel & Company. Tan fácil como la vida misma.

Desde Dinamarca a Nervión

O sales con todo o te quedas en tu casa. Lo que no puede suceder es quedarte a medias, algo que hizo Pepe Mel en Heliópolis. Porque mandar a la caseta a la media hora a Petros por 'pánico' a una expulsión y que echen a N'Diaye más tarde es de gafe. Meter a Joaquín es de tener poca fe en tu equipo. Caso aparte está el rendimiento del de El Puerto de Santa María. Su bajón físico es considerable. No se salva ni Mahoma.

Nada más arrancar la segunda parte, prueba de cómo sale el Real Betis a un terreno de juego, Krychowiak ponía el 0-2. Una pelota suelta en el área pequeña que no logra sacar nadie. Los jugadores béticos miraban cómo el polaco ponía punto y final a la eliminatoria. Jordi Figueras no quiso meter la pierna, Dani Giménez tampoco metió los brazos y el centrocampista, más listo que nadie, metió la pierna. El fútbol sin un poco de sangre es menos fútbol. Y el cuadro verdiblanco, ahora mismo, de eso carece. Entre otras muchas cosas.

Desde Polonia a Nervión

Dani Ceballos al verde buscando milagros. El cambio por Portillo, de los pocos con sensatez, tampoco lo entiende nadie. Tanto como sacar a Rubén Castro con la eliminatoria resuelta por Jorge Molina. Pepe Mel, se mire por donde se mire, no puede con este equipo. Porque todo, absolutamente todo, lo hace mal. Y las mentes malas piensan que lo hace hasta queriendo. Cuidado con eso. Honestidad se llama la palabra, Don José. Y es que él mismo sabe que no puede levantar esto.

El colmo de los colmos llegó en el tramo final, con un penalti señalado sobre Dani Ceballos. Rubén Castro lanzaría el esférico... a la grada. Todo el mundo pensaba que lo iba a fallar y así fue. El canario también lo sabía. No es pesimismo, es realismo. El Real Betis no gana, ahora mismo, ni jugando solo. Decepción del delantero, de la afición y alegría del sevillismo. Cansado de reírse en la cara del vecino, que no se cansa de hacer ridículo tras ridículo. "¿Qué hemos hecho para merecer esto?", pensará la parroquia verdiblanca.

N'Diaye no quiso jugar más y se autoexpulsó a falta de unos minutos. Segunda amarilla que bien pudo ser roja directa para el centrocampista africano. El senegalés se perderá el partido de vuelta, que no debe tener mucha historia. Porque si no lo ha tenido el encuentro de ida, con la eliminatoria abierta y en Heliópolis, las mentes malas también piensan lo que se avecina en Nervión. Más risas, más goles y más humillación si cabe para una afición bética que no necesita esto. Básicamente, porque no se lo merece. 'Maltratada' al 100% y aquí nadie cambia nada. El Real Betis, K.O. El Sevilla, O.K. Nada nuevo bajo el sol.