Jornada intersemanal y con ella huecos en la grada. Béticos y canarios se batían en un duelo descafeínado por la trayectoria de ambos. El Betis se jugaba algo más y así fue. Un arreón en la recta final fue suficiente para que el defenestrado Ricky van Wolfswinkel pusiera patas arriba el Villamarín ante el diluvio final.

Los de Quique Setién, imponentes en Liga con una racha de 19 puntos de los últimos 24 posibles y el objetivo sellado a falta de la guinda, salió al Villamarín con un once remodelado. Hasta hubo cambio en la portería: el exsevillista Javi Varas presenció el encuentro en el banquillo dejando su sitio a Raúl Lizoain.

En el Betis, no hubo grandes modificaciones con respecto a lo dispuesto el pasado sábado en Balaídos. Solo dos variaciones y forzadas por molestias. Montoya y Musonda se cayeron del once por Varela y Kadir respectivamente. Sin embargo, el juego prosiguió por los derroteros de siempre. Poca claridad con la pelota y un ritmo pesado que no lleva hacia ningún lado.

Con todo el chiringuito montado, Vicandi Garrido daba la orden de comienzo. Volvía a verse las caras con los verdiblancos desde Navidad. En el Camp Nou no tuvo demasiada fortuna el trencilla vasco. El público pronto haría notar el malestar con el colegiado de Portugalete.

La primera mitad fue horrenda, soporífera, calamitosa. Se agotan los calificativos para definirla. La escuadra insular, bien plantada en el verde esperó atrás para salir a la contra mientras que el equipo de Juan Merino buscaba a su hombre boya una y otra vez. Rubén Castro, hipervigilado, perforó portería  camino del 20 de partido. El línea levantó la bandelora para invalidar el tanto del máximo goleador de la historia del equipo. La jugada por el costado y la pertinente asistencia la aportó el argelino Foued Kadir.

Sin excesiva clarividencia en las llegadas, el relativo peligro siempre lo hacía llegar el Real Betis. Alentado por su parroquia y con las ganas de rubricar una temporada convulsa en cuanto a lo deportivo e institucional. Iban cayendo las aproximaciones. Rubén Castro tocaría una bola con la testa a la salida de un saque de esquina y posteriormente a centro de Joaquín Sánchez. Raúl Lizoain,  bien en la salida, abortó ambas intentonas.

Aythami, a la calle

El primer hecho desencadenante del triunfo local comenzaría a la media hora. Aythami Artiles ve la primera amarilla por un agarrón. El colegiado dejó seguir apelando a la ley de la ventaja pero acto seguido sulfató al defensor amarillo. No acabó ahí la cosa, al filo del descanso y tras el paso de un gato negro por el césped de La Palmera, Vicandi volvía a amonestar por segunda vez al futbolista grancanario por una acción similar. Ni la protestó.

Con todo el segundo periodo por delante con un hombre más, el Betis echó a rodar la maquinaria. Merino realizó cambios netamente ofensivos mientras que Setién trató de sobreguardar el empate que nunca se produjo.

Con Musonda  pero sobre todo Ricky van Wolfswinkel en el tapiz, los pupilos heliopolitanos se volcaron en busca del preciado tanto. No obstante, el arranque tuvo la misma tónica vista en la primera mitad. Sería en el último cuarto de hora cuando el cansancio hizo mella en los pío pío y eso lo aprovechó la frescura de los hombres de arriba.

Ricky enloqueció con el tanto

Anteriomente, Charly Musonda Jr dejaba sus pertinentes detallitos para enloquecer a una grada que sueña con su continuidad el próximo curso. Desborde con velocidad y chuts ajustados, su especialidad. El también internacional sub-21 Dani Ceballos arrimó inquietud a la portería de Lizoain. Desde la frontal hilvanó una serie de disparos que no llegaron ni a coger portería. Si bien es cierto, que pasaron cerca.

Las Palmas defendía con uñas y dientes y solo tuvo un par de llegadas esporádicas sin relevancia alguna. El gol se empezaba a olfatear por las esquinas. Antes, un centro templadito del utrerano  no encontró rematador dentro del área. Ricky y Rubén se estorbaron facilitando la labor del portero visitante.

Donde ya no pudo hacer nada fue en el mano a mano ante el ariete tulipán. Pase filtrado de Ceballos que lo dejaba solo. El ex del Norwich no se puso nervioso y definió con soberbia y maestría. Gritos de lujuria en el público y bocanada de tranquilidad para los más de 30.000 béticos que se dieron cita en la noche de hoy.

No hubo tiempo para más. El golpe del gol terminó de hundir a Las Palmas. El Betis suma 41 puntos alejando así cualquier posibilidad de descenso. Los jugadores salieron a saludar a los presentes bajo un fuerte aguacero. Al final, delirio y felicidad a partes iguales. Espera el derbi. Aún hay alicientes en juego.