No será un domingo cualquiera para el Getafe. El cuadro azulón marcará el 15-M en su memoria, fecha en la que descendieron a la Liga Adelante. Es lo que tiene depender de sí mismos y no cumplir con el propósito. Los de Juan Eduardo Esnáider cayeron en Heliópolis, en una cita donde los de Juan Merino se jugaban algo más que el honor en mitad de las despedidas. Pezzella, primero, y Rubén Castro desde los 'once' metros después finiquitaban un encuentro trascendental. Medrán ponía el definitivo 2-1 con un golazo que no sirvió para nada. Dos barrios lloran y una ciudad, Gijón, vuelve a ser feliz a última hora. Ellos sí se quedan en Primera División.

Consciente de la importancia del partido, saltaba el Getafe a Heliópolis. El Real Betis también tenía cosas en juego, pues la 10ª plaza era un objetivo real. Ingresos frente a salvación. Cada uno con su película. Los azulones sabían que dependían de sí mismos pero un ojo o los dos estaban en Gijón o Vallecas, recintos donde una permanencia estaba en juego. El cuadro de Juan Merino, en una tarde de despedidas, pretendía que el encuentro tuviera la intensidad propia de un encuentro profesional. Esa era la idea.

Aún así, fueron los azulones los que golpearon primero con un centro medido de Sarabia que Stefan remataría ligeramente desviado. Dani Giménez se estiraba pero no llegaba. Los cerca de 2.000 seguidores del 'Geta' ponían el primer 'huyyy' de un domingo de transistores. El Sporting de Gijón ya ganaba al Villarreal por la mínima. El Rayo Vallecano ya vencía por 2-0 al Levante. Eso ya lo sabría Juan Eduardo Esnáider. Depender de sí mismos, a veces, también lleva sus riesgos. Presión añadida.

Si a eso se le suma que el Real Betis quería darle una alegría a su gente, el asunto se complica más aún. Dani Ceballos, instantes después, colocaba un disparo ajustado al palo de Guaita que no se perdía por demasiado. La parroquia verdiblanca, aliada de los asturianos, también tenía sus intereses. Juan Merino y Jorge Molina se marchaban, el Gol Sur se despedía y los puntos andaban en juego. Acabar la temporada con 45 puntos era la idea. Captada.

La mejor del Real Betis llegaba gracias a 'JM19'. El delantero alcoyano recibía un magnífico servicio para, solo ante Guaita, tirar al muñeco. Era la suya y lo sabía. También era la de los béticos. Y la del Sporting de Gijón, por ejemplo. El Getafe respiraba tranquilo. Sabía que el panorama no sería tan sencillo como se esperaba. Tampoco estaba haciendo demasiados méritos para tomar ventaja.

En plena protesta de la grada por unas posibles manos en el área azulona, se encargaba Gil Manzano de amonestar a Petros. El colegiado extremeño mostraba la primera cartulina amarilla del choque cuando el descanso comenzaba a avecinar. Todo seguía igual, pero la tensión propia de la última jornada hacía mella en ambos conjuntos. Obviamente, más en los visitantes. Ahora mismo, el Getafe estaría en Segunda División. Alerta azulona. Y a la caseta con 0-0 aún.

El segundo acto arrancaba con las mismas ideas, que no nervios. Porque los azulones sabían que necesitaban un gol para no jugar la temporada que viene en la Liga Adelante. Eso o que Villarreal o Levante empataran como mínimo sus encuentros. Vamos, que el 'Geta' seguía dependiendo de sí mismo pero ya el tiempo era menos. Solo quedaban 45 minutos por delante. Tela.

Juan Merino, mientras tanto, ponía candela con Musonda en el césped. Vargas, por razón desconocida para el populacho, se quedaba en el vestuario. Sí, N'Diaye pasaba a ejercer en el lateral izquierdo. Es como pedirle peras al olmo. El míster gaditano sabrá más que nadie el motivo de su cambio, pero era ilógico de todas formas. Segunda mitad en juego.

El Real Betis comenzaba a estirarse, tranquilo por haber hecho los deberes con una semana de antelación. El Getafe, viendo lo que veía, mostraba más dureza de la cuenta. En un minuto, tanto Juan Rodríguez como Vergini recibían tarjeta amarilla. Las primeras que padecía el equipo de Juan Eduardo Esnáider. Tensión se llama la palabra.

Una clara de los locales la tuvo el zaguero Pezzella, que remataba de cabeza ligeramente alto de la meta de Guaita. El ex-portero del Valencia medía bien pero no estaba la cosa como para fiarse. Así pues, los de Juan Eduardo Esnáider buscaban hacerse con el dominio de la posesión. La pelota como mejor amigo. Sin prisa pero sin pausa. Los entresijos del descenso comenzaban a hacerse ver por el Estadio Benito Villamarín.

Un ex-sevillista como Cala veía una tarjeta amarilla más. La tercera de los azulones en el encuentro. Eran, seguramente, los peores momentos de un Getafe que sabía lo que había, lo que tenía que hacer y lo que le podía pasar si no lo hacía. Seguía quedando tiempo, pero cada vez menos. Juan Eduardo Esnáider y la marea azulona desplazada a Sevilla seguían con los nervios a flor de piel. No era para menos porque el castigo que tendría el alumno sería suculento. El 'infierno' para el que se ha portado mal.

Al pozo de cabeza

El colmo de los colmos para el que se la está jugando es recibir gol. Eso le pasó al 'Geta'. Centro medido de Joaquín con posterior remate perfecto de Pezzella al que Guaita no podía corresponder. Ya no solo tenía que marcar un tanto el cuadro visitante, sino dos. Sí, remontar el 1-0 que campeaba en el luminoso de Gol Sur. Ese electrónico que no volverá a lucir más de esa forma la temporada que viene.

Trataba de reaccionar Juan Eduardo Esnáider, quitando a un amonestado Juan Rodríguez y dando entrada a Emi Buendía. Un joven chico con un futuro por delante prometedor, pero que tenía una papeleta curiosa por delante. Desde luego, no era la mejor tarde para demostrar el talento. O sí, quién sabe lo que ocurriría en esa media hora. Eso pensaba el míster visitante, que buscaba reacciones. Más bien en una tarea que de complicada empezaba a estar calificada de milagro. 

La entrada de Yoda en el campo parecía que le daría más recorrido al Getafe desde el extremo, pero tampoco surtió mucho efecto. El dagnificado era Moi Gómez, también bastante desapercibido en una tarde que se estaba poniendo fea al equipo azulón. Tanto como que el descenso empezaba a mirarse con lupa en Gijón o Vallecas, más pendiente a una radio que nunca. 

El momento de la tarde llegaba seguramente rondando el ecuador del segundo acto. Se iba Jorge Molina. Oh capitán, mi capitán. La afición verdiblanca ovacionaba como nunca al que ha sido la pareja de Rubén Castro durante unos cinco años, lleno de goles, humildad y corazón por unos colores. Era el día del delantero de Alcoy. Su encuentro más especial con la camiseta de las 'Trece Barras'. Entraba, a todo esto, Fabián. El joven centrocampista del Real Betis es muy del gusto de Juan Merino. Por si no lo saben.

Álvaro Pereira, más bien pasado de revoluciones, recibía la cuarta tarjeta amarilla de un Getafe más frustado por el marcador en contra que centrado en remontar la faena. El lateral uruguayo veía la cartulina que bien pudo ser naranja. El cuadro getafense empezaba a oler el descenso más que nunca. Tampoco estaba dando síntomas de mejora.

Así pues, Juan Eduardo Esnáider buscaba el más difícil todavía. Se quedaba Álvaro Pereira en el banquillo para dar entrada a Álvaro Vázquez, un delantero. Además, de los que pueden marcar las diferencias. El técnico del Getafe sabrá mejor que nadie por qué se ha quedado en la caseta en el encuentro más importante de la temporada para los azulones.

Medrán, uno de 'La Fábrica', era amonestado también en esta segunda parte. Lo dicho. El tanto de Pezzella había hecho un daño tremendo a un Getafe perdido, moribundo. Como ese toro que da sus últimos coletazos de vida. El Real Betis, a pesar de lo dicho, quería dar la puntilla cuanto antes al duelo. Por si las moscas. La 10ª plaza, bien sabido por todos, estaba en juego. Dinero para la próxima campaña. Traducido.

Hay días en los que es mejor no levantarse de la cama. Eso pensaría Damián Suárez, que cometía penalti sobre Musonda. Tan absurdo como claro. Y culminante para la gente madrileña. Podría ser el segundo. La sentencia para un equipo que no estuvo a la altura de la cita ni de la temporada. Lo que no has hecho en siete meses no lo vas a hacer en una tarde. Suele pasar.

El que nunca falla

Rubén Castro, socio de Jorge Molina, era el encargado de finiquitar un choque visto para sentencia. El delantero canario lanzaba ajustado su lanzamiento. Guaita adivinaba las intenciones pero no podría evitar el 2-0. Se divertía la gente del Real Betis, en una tarde feliz. El Sporting de Gijón comenzaba a festejar, dentro de lo que cabía, su salvación. Los hermanos siempre están para ayudarse.

Emi Buendía, producto de la frustación, era expulsado por roja directa en el Getafe. El chaval hacía una dura entrada en el centro del campo, decretando Gil Manzano la cartulina directa. Se iba un chico que había salido en esta segunda mitad, lamentándose de su acción. También, naturalmente, de la campaña de un 'Geta' que llevaba unos años jugando con fuego y se ha acabado quemando. Suele pasar también.

Juan Merino quería dar entrada a Varela, un jugador que puede tener las horas contadas en Sevilla, para quitar a Pezzella. El central argentino ha podido completar uno de sus mejores encuentros con la camiseta verdiblanca, con tanto incluido. El que abría las esperanzas en Gijón y, en menor medida, en Vallecas. La afición del Estadio Benito Villamarín reconocía su labor.

Stefan, ex-jugador del Sporting de Gijón, veía una nueva cartulina amarilla. Se iba llegando al tramo final, con un encuentro sentenciado. O eso parecía, pues el Getafe no pensaba en tirar la toalla todavía. El cuadro de Juan Eduardo Esnáider, con un jugador menos, se venía arriba para tratar de buscar un imposible. No quedaba otra.

El gol más triste

Los azulones recortaban diferencias con un golazo de Medrán. Todo hay que decirlo. El futbolista del Getafe golpeaba a la escuadra de Dani Giménez para hacer el 2-1. Era la forma de creer en algo que nadie cree. El momento de seguir pensando en una remontada épica. El caso es que quedaban sus minutos, con un Real Betis que quería certificar el triunfo. No debía peligrar por otra parte, ya que ganaba con un futbolista más sobre el terreno de juego. Keep Calm. El 'Geta' desciende a los 'infiernos'. Y es que quien juega con fuego, seguramente, se acabe quemando.