El Real Betis jugaba en casa frente a un Fútbol Club Barcelona que llegaba líder, pero con dos conjuntos de la capital pisándole los talones; Atlético de Madrid y Real Madrid, con los mismo puntos y con un punto menos, respectivamente, acechaban a los blaugrana.

Por su parte, los verdiblancos habían certificado matemáticamente la permanencia a falta de tres jornadas para el final de liga, y tras caer derrotados en el Sánchez Pizjuán por dos goles a cero, regresaban a su estadio con el duro reto de renacer ante los de Luis Enrique, y de compensar a su afición por el derbi perdido ante su eterno rival.

El Benito Villamarín no se llenó en aquella ocasión

A pesar de que los verdiblancos no peligraban su continuidad en la máxima categoría, la visita del que también era vigente campeón de liga, sumado a la necesidad de apoyar a un equipo en horas bajas tras el pinchazo en el Pizjuán, parecían ser motivos suficientes para que el coliseo bético se llenase. Sin embargo, no fue así.

Las gradas se llenaron sólo tres cuartas partes de su ocupación total y se culpó entonces al alto precio de las entradas, que rondaron desde los sesenta euros (las más baratas) a los ciento veinte euros en el caso de las más caras. Además, la reventa no funcionó como en otras ocasiones y el precio fue bajando progresivamente conforme se acercaba la hora del encuentro, llegándose a vender entradas por precios que oscilaban entre los treinta y cuarenta euros.

A pesar de ello, los hinchas béticos que sí acudieron al estadio se mostraron muy activos durante todo el encuentro e incluso dedicaron cánticos al Atlético de Madrid, que peleaba con el Barça por el título de liga y llegaba a esa misma jornada con los mismos puntos que los blaugrana. De esta manera decidieron recordarle a su rival de aquella tarde lo ajustado que estaba el campeonato, incluso cantando el himno del equipo del Calderón.

Un Betis envalentonado se estrelló con un gris Barcelona

El que fuera técnico bético la pasada temporada, Juan Merino, decidió salir con su once tipo a expensas de Musonda y Piccini; uno quedó relegado al banquillo y el otro estaba lesionado. Adán en puerta, defensa de cuatro para Bruno, Westermann, Pezzella y Montoya; doble pivote compuesto por Alfred N´Diaye y Petros; acompañados en banda por Joaquín por la derecha y Cejudo por la izquierda; de enganche Dani Ceballos y arriba, el de siempre: Rubén Castro.

Y enfrente, el Barcelona salía con absolutamente todo, consciente de que se jugaban la Liga en aquel encuentro: Bravo en portería; Jordi Alba, Mascherano, Piqué y Alves en defensa; Iniesta, Busquets y Rakitic en la medular; Neymar, Luis Suárez y Leo Messi en el ataque.

Pero a pesar de la superior calidad que atesoraba el Barcelona teóricamente por los nombres de los once jugadores que saltaron al verde del Villamarín, el Real Betis le puso ganas y esfuerzo para frenar cada intento del Barça por llegar a la puerta de Adán.

El primer tiempo el Betis estuvo replegado y el Barcelona apenas tuvo dos oportunidades de gol, una en las botas de Jordi Alba y otra en las de Neymar, que estuvo más participativo que en anteriores encuentros.

Sin embargo, Mateu Lahoz, árbitro del encuentro, puso el listón demasiado alto desde el inicio del partido, castigando cada falta con tarjeta. Y en medio de la tempestad de tarjetas, el central alemán del Betis fue el que menos pillo anduvo. Vio dos amarillas en treinta y cinco minutos, y recién pasada la primera media hora del encuentro, el Betis se quedaba con diez ante un Barcelona que necesitaba ganar para pelear por el título de liga.

La expulsión y un fallo de Adán, le dieron alas a un Barça que acabó ganando sin más mérito

Tras concluir los primeros cuarenta y cinco minutos con tablas en el mercador y un Barcelona con síntomas de cansancio y poca creatividad, el Betis volvió a salir al terreno de juego para afrontar el resto, aunque esta vez con diez jugadores.

Tras la reanudación, fue Andrés Iniesta quien recogió los galones y empezó a manejar con su batuta a sus compañeros, que hasta entonces andaban algo perdidos, mientras los verdiblancos mantenían la misma filosofía de permanecer replegados.

Sin embargo, no fue Iniesta ni tampoco las indicaciones de Luis Enrique, que adelantó todas las líneas para tratar de jugar en campo bético buscando crear ocasiones hasta que alguna llegase con el premio del gol. Fue un despiste en la zaga bética la que acabó condenando a los de Heliópolis. Un centro al área sin peligro aparente caía desde el cielo hacia dominio bético, pero Adán fue a buscarlo demasiado lejos de su portería y Pezzella erró en un acrobático despeje que acabó por asustar al propio guardameta. El resultado fue que el balón se coló entre Pezzella y Adán sin que ninguno llegase a atajarlo o despejarlo, con la mala fortuna de que Rakitic, que andaba por ahí buscando rematar ese centro que ya no iba a ninguna parte, acabó con el balón en su pecho y solo tuvo que esperar a que bajara para empujarlo hasta la red de la portería bética a placer.

El Barça celebraba el tanto por todo lo alto mientras Adán se desgañitaba regañando a su central sin dar cuenta de su propio error. El guardameta fue posteriormente pasto de burlas tras aquella pifia, pues había prometido ayudar a que el Barça no consiguiera alzarse finalmente campeón de liga.

Luis Suárez puso la puntilla, y el Betis acabó con la sensación de haberle regalado media liga al Barça

El gol de Rakitic llegaba en el minuto cincuenta y aún quedaban cuarenta minutos para que el Betis reaccionara. Y parecía imposible al jugar con diez y contra un siempre poderoso Barcelona. Pero la realidad fue distinta, y los de Luis Enrique con el gol se relajaron de nuevo, adornándose en situaciones ofensivas del juego más que buscando el tanto de la tranquilidad. Esto permitió volar un poco al Betis en busca de ese empate que nunca llegaría.

Merino leyó un partido que empezaba a dejar síntomas de que cualquier contragolpe podría hacer que el Betis pusiera las tablas en el mercado, y dio entrada al veloz Musonda para que volase por la banda así como a Ricky Van Wolfswinkel, dando refresco a la punta del ataque. Fue el delantero recién incorporado al verde el que probó los reflejos de Bravo y despertó a la afición bético que trató apretó desde la grada a los suyos.

Pero la suerte tornaría de nuevo y el Barcelona colocaría la puntilla a diez minutos del final con un tanto del pistolero Suárez. Antes, también la había tenido en un disparo a bocajarro en el que intervino a la perfección Adán, resarciéndose de su error anterior.

Al final, derrota del Betis que se vio mejor reflejada en el marcador que en el juego desplegado por ambos equipos. Este sábado se vivirá una nueva entrega con los mismos dos protagonistas y solo un interrogante: ¿podrá el Betis empezar venciendo en casa del vigente campeón?

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Sobre el autor
Francis Alonso García
Comunicación Audiovisual en la Universidad de Sevilla.