Varios meses han pasado desde que el Tenerife finalizase la temporada 2013/14 pero parece que poco ha cambiado la vida en el equipo blanquiazul si uno se para a analizar el partido de hoy y lo compara con los que cerraron la pasada campaña. Resultado de 1-0, ocasiones desperdiciadas, falta de puntería, goles tontos en contra... Los males de este equipo no parecen haber cambiado, y es que los de Cervera acumulan ya ocho partidos oficiales sin anotar un solo gol, y aunque si bien no sería justo usar problemas de la anterior plantilla para atacar a esta, contando los últimos cuatro partidos de pretemporada ya son cinco choques consecutivos en los que los de Cervera no ven puerta. Y a todas estas, un cero en el casillero ante un equipo que sin prácticamente nada tumbó a un Tenerife que tuvo en los fantasmas del pasado a su peor enemigo.

Este equipo fue la Ponferradina, que, en un resumen bastante simple, podría decirse que con un córner y nada más consiguió sumar los primeros tres puntos de la temporada. El propio técnico berciano reconoció en rueda de prensa que los suyos no habían estado bien, pero ni por esas fue capaz el cuadro blanquiazul que hoy solidariamente se enfundó la elástica rosa y negra de sacar un punto de El Toralín. Y es que cuando uno se mete en una mala dinámica es muy complicado darle la vuelta. La suerte del Tenerife es que aún tiene 41 jornadas para hacerlo.

Infante y Jacobo dictaron sentencia en una jugada aislada

El gol de Pablo Infante fue prácticamente lo primero que pasó. Habían transcurrido ya 17 minutos en los que ambos equipos se empeñaban en entregar el balón al rival y contragolpear y en los que la Ponferradina llevaba sin mucha convicción el peso del partido, más por su condición de local que por propia voluntad. Pero hay veces en que no hace falta más: un defensa despeja el balón por línea de fondo, y Pablo Infante inauguró el marcador con uno de esos disparos en los que el 99% de las veces el aficionado acaba preguntándose que a qué viene tirar a puerta desde ahí y en el 1% restante acaba aplaudiendo por la obra de arte que acaba de ver. Un gol olímpico en el que Jacobo pareció poder hacer más ante la ausencia de rivales que le estorbaran, y que daba a los de José Manuel Díaz un premio excesivo para lo que se había visto.

El gol obligó al Tenerife a irse arriba. Ante el férreo marcaje de Camille a Suso, Guarrotxena monopolizó el ataque de los visitantes con constantes internadas por banda izquierda. No terminaba de estar del todo acertado en los centros y en el regate, pero era sin duda quien con más voluntad buscaba el empate, y a punto estuvo de conseguirlo con un derechazo desde la frontal que se marchó rozando la escuadra mientras Dinu daba las gracias por no tener que recoger el balón de dentro de la portería.

El Tenerife reaccionó bien pero no terminó de llevar peligro

La polémica llegó también al partido cuando Ricardo cayó al suelo con las manos en la cara tras un salto con Acorán en el que el de la Ponferradina saltó con el codo por delante. Las imágenes no ayudaron a demostrar si el contacto era merecedor de expulsión, pero varios jugadores del Tenerife pidieron con insitencia que así fuera, si bien el árbitro lo saldó con una tarjeta amarilla. Siguieron pasando los minutos sin nada que destacar excepto un remate de tacón de Ifrán que tras algún rebote estuvo cerca de suponer el empate, y así se llegó al descanso. El Tenerife había demostrado ser capaz de llevar el peso del partido con el resultado en contra pero el peligro no era todavía suficiente para asustar a los locales.

Guarrotxena y Aridane pudieron cambiarlo todo

Apenas un minuto necesitó la segunda parte para superar en peligro y ocasiones de gol a su predecesora. Tras un desastre defensivo de los locales, Guarrotxena se vio solo ante Dinu pero mandó el balón fuera inexplicablemente cuando los blanquiazules casi cantaban el empate. Sin defensas que le estorbasen, el canterano del Athletic de Bilbao optó por disparar al palo corto, y, pese a que logró engañar al guardameta, golpeó demasiado con el interior del pie y su disparo no cogió portería. Los aficionados que se encontraban en El Toralín respiraban aliviados después de que el empate, inexplicablemente, no llegase al marcador, mientras que la expedición blanquiazul se lamentaba, preguntándose si serían capaces de encontrarse con otra ocasión así en lo que quedaba de partido.

Dos fallos inexplicables pudieron dar el triunfo al Tenerife

La respuesta fue afirmativa. De hecho más que afirmativa. Mil veces podrá Aridane ver repetida la jugada y jamás logrará explicar cómo ese balón que remató en el minuto 67 no entró. Quizás ni siquiera Iker Jiménez pueda. Tras un gran centro de Suso, el gran canario conectó el balón con su pierna izquierda dentro del área pequeña, a aproximadamente un metro de la portería. Ni por esas. El balón se marchó alto mientras el Tenerife comenzaba a impacientarse y a preguntarse qué más podía hacer para empatar el partido.

Los de Cervera no cesaron de intentarlo, pero si no acabaron en gol las ya mencionadas ocasiones parecía inevitable que, tal y como ocurrió, ninguna otra lo fuera. Algún disparo lejano, centros que se paseaban por el área y balones colgados en los que Aridane se limitaba a mirar pasivamente a los celajes fueron todo lo que hizo por empatar el Tenerife en los últimos 20 minutos. Puedo sentenciar Acorán en el que fue el único disparo de los bercianos en la segunda mitad, pero habría sido demasiado castigo y la suerte no suele ser tan caprichosa. Al final 1-0. Otra vez. Quizás lo peor no sea la inoperatividad del equipo en ataque más allá de jugadas aisladas como las que generaron las ocasiones. Quizás lo peor no sea la facilidad que parece haber desarrollado el equipo para "regalar" algún gol en cada choque. Seguramente lo más preocupante sea que los fantasmas no se han ido. Que por muchos meses que hayan pasado la vida siga igual en el aspecto negativo y que no parezca tener prisa por empezar a cambiar.