Suele decirse en este tipo de partidos, un derbi, que no importa la situación clasificatoria, la racha de los equipos ni los resultados anteriores: importa lo que ocurra durante los 90 minutos de juego. En el choque disputado en el Estadio de Gran Canaria quedó reflejado; a priori, el líder de la categoría debería haber impuesto su condición ante un conjunto que solo ha ganado un partido fuera de casa en lo que va de temporada. Pero los blanquiazules, hoy de negro y rosa, se negaron a perder un partido que, con la clasificación en la mano, debería haber sido amarillo.

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Así, el conjunto de Agné tuvo muy claro desde el principio cuál era el plan para puntuar en tierras grancanarias. Con la sorpresiva salida de Diego Ifrán del once inicial y la inclusión de Maxi Pérez, el técnico aragonés buscaba desgastar al conjunto amarillo y buscar una contra que resolviera el partido en favor de sus intereses. Y cerca estuvo de lograrlo.

El choque, que comenzó con la tensión e intensidad propias de este tipo de duelos, no se caracterizó por el buen fútbol que practicó ninguno de los dos conjuntos. Sin embargo, el buen ambiente en las gradas dio lugar a un partido como siempre vibrante, que tuvo casi de todo.

Pocas ocasiones y un fútbol muy plano

La primera ocasión del partido fue para el Tenerife. Tras una jugada ensayada que remató Aridane, el balón le cayó a Suso botando. El de Taco, en la medialuna del área, no se lo pensó y empalmó un potente disparo que se marchó alto. Las Palmas, hasta ese momento dueño de la posesión, recibió el primer aviso de que los chicharreros no estaban allí para verlas venir.

Sin embargo, fue Hernán Santana el que dispuso de la ocasión más clara del primer tiempo. Se deshizo de Raúl Cámara y entró en el área sin oposición, empañando luego su jugada con un tibio disparo a las manos de Dani Hernández, que solo tuvo que esforzarse una vez en el partido (una falta de Nauzet).

Los primeros 45 minutos transcurrieron según parecía planeado por Raúl Agné. A Las Palmas, contenido cada vez que atravesaba la línea de medio campo, le costaba generar fútbol y ocasiones. Solo Jonathan Viera y Culio, en sus asociaciones por banda izquierda, ponían en aprietos a la zaga blanquiazul.

Maxi Pérez anotó su primer gol como blanquiazul

Tras el descanso, el Tenerife pareció querer resolver el choque cuanto antes. En un inicio ni mucho menos fulgurante, afrontaron con otra vista la meta de Casto. Aprovechando un error de Momo, que entró a los pocos minutos del segundo acto por un lesionado Viera, Maxi Pérez regateó a Casto y llevó el delirio al sector visitante del Estadio de Gran Canaria, que enmudeció en su mayoría.

Protagonista inesperado del derbi, la apuesta personal de Raúl Agné salió bien solo tras el descanso. El uruguayo inauguró el marcador en el 48', si bien la alegría no le duró demasiado a los visitantes. Dos minutos más tarde, Hernánd aprovechó una falta botada por Momo para reestablecer el empate, tras dar su cabezazo en el palo.

El Tenerife no sufrió sin la pelota

El choque, de nuevo equilibrado, entró en una fase casi aburrida. Las Palmas dio un paso adelante, se hizo con la pelota y fijó su objetivo en la portería de Dani Hernández, pero la espesura de Sergio Araujo y la falta de alternativas ofensivas no permitieron a los amarillos volver a marcar.

Para entonces, el Tenerife ya daba por bueno el empate cuando el choque entró en los minutos de la basura. Al final, las tablas imperaron en el electrónico y cada uno se llevó un punto que, según se mire, es bueno para unos y mejorable para otros.

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