Segunda temporada en la división de bronce del CD Tenerife. Tras un primer año con unos playoffs fallidos, tocaba apostar al 100% por una plantilla que devolviera al club al fútbol profesional, sin dudas y con firmeza. Se apostaba por Álvaro Cervera como entrenador y éste, junto con Quique Medina, confeccionarían dicha plantilla. Además de resultados se necesitaba juego, por lo que se mostró mucho interés en el fichaje de centrocampistas "destructores" y que fueran igualmente capaces de generar fútbol. En este sentido, para reforzar al equipo, dos de las contrataciones más importantes fueron las de Luismi Loro y e Íñigo Ros.

Éste último, natural de Tudela (Navarra), comenzó su andadura futbolística en el CD Tudelano, hasta que en edad juvenil fichó por la Real Sociedad, para acabar jugando en su filial en Segunda B. Estuvo en el conjunto de Donostiarra en la época de jugadores de la talla de Xabi Alonso, Karpin y Kovasevic, y los canteranos lo tenían muy difícil para debutar con el primer equipo. Así, a los 23 años se trasladó al sur de la Península para fichar por el Real Jaén de la Segunda División B. Con el equipo andaluz estuvo cuatro temporadas y media y jugó dos playoffs de ascenso a la categoría de plata. Allí tuvo la mala suerte de romperse la tibia, lo que le hizo volver a Tudela para recuperarse.

Parte de ese periodo lo pasó entrenando con el Eibar (también en Segunda B) que lo fichó en cuanto dejó atrás la lesión. Permaneció dos temporadas en el equipo vasco hasta que en la 2012-2013 fichó por el CD Tenerife. La clave de su fichaje estuvo en su coincidencia con Álvaro Cervera en el Real Jaén. Tras una temporada muy buena, el técnico ecuatoguineano no se olvidó de él y lo recuperó para su nuevo reto. Tres años más tarde, el centrocampista ser verá las caras con su exequipo por primera vez tras su marcha.

Íñigo Ros con la elástica blanquiazul | Foto: @jacfotografo.

Éxito a la primera

La segunda campaña para el Tenerife en Segunda División B se antojaba complicada si el objetivo del ascenso no se consumaba, ya que otro año en la categoría ponía en serios problemas la viabilidad económica del proyecto. Así que la parcela económica y la deportiva iban de la mano. La temporada tuvo un arranque muy bueno, hasta la jornada 14 no se perdió el primer partido y el Tenerife ya era líder.

Sin duda, una de las aportaciones más importantes fue la del tudelano. Su presencia en el equipo era uno de los retos más importantes de su carrera por entidad y aspiraciones, pero eso no supuso ninguna dificultad para el jugador, que se adueñó del pivote defensivo, siendo titular en 40 partidos ligueros y de playoffs.

Titular indiscutible, hizo suyo el mediocentro acompañado por Alberto

Su presencia hizo que el juego del equipo fuera más vistoso y eficaz. El jugador, en al décima jornada, se mostraba ya ilusionado: "Dstoy encantado. Para mí era un reto venir a este club y de momento se están cumpliendo las expectativas con creces. Aún así, suelo ser cauto y pienso que hay que seguir creciendo, pero desde la humildad”. Esta primera temporada no marcó ningún gol y pese a su rol en labores de destrucción de juego e inicio de creación, vio relativamente pocas amonestaciones. Tan solo siete amarillas y ninguna roja, lo que le permitió tener mucha presencia en el juego el Tenerife y ser indiscutible, aunque afortunadamente el equipo no echó en falta su juego en los pocos minutos que no estuvo defendiendo la elástica chicharrera sobre el terreno de juego. Sin duda, los casi 3.600 minutos en el campo aportaron, y mucho, al ascenso que consiguió el conjunto blanquiazul en el estadio Feixa Llarga.

Luces y sombras en el regreso al fútbol profesional

Sin duda alguna, en el regreso a Segunda la responsabilidad de concentrar el buen juego del equipo volvía a recaer en sus botas y Álvaro Cervera confió en él. Pero no todo sería tan fácil; el objetivo de la permanencia en una categoría superior requería de fichajes en todas las parcelas que dieran un salto de calidad y una competencia nueva para el esquema del año anterior. En el centro del campo se fichó a un desconocido Aitor Sanz, a la joven promesa cántabra Quique Rivero y se repescó del Sporting de Gijón a Ricardo León.

Pero Íñigo Ros se lesionó al final de la pretemporada, lo que le mantuvo en el dique seco varias semanas, y partió en desventaja desde el comienzo del curso. La pareja de centrocampistas era algo en lo que encontrar el engranaje perfecto, y aquí Ros fue el damnificado. Tras toda una temporada como titular, acabó por ser suplente tras la dupla que formaban Ricardo y Aitor. Su presencia no obstante fue significativa, 25 encuentros, de los cuales la mitad fueron victorias, pero su presencia en el banquillo también fue importante.

De los casi 3.600 minutos que disfrutó la temporada anterior pasó a poco menos de 1.400; una cifra que sin embargo le permitió ser vital en algunos partidos. Esa temporada realizó dos goles, casualmente ante sus dos exequipos, el Jaén y el Eibar. Contra el Eibar el Tenerife salió del descenso, se desenmascaró a Ayoze Pérez y el de Tudela marcó el primer gol del partido. Ante el Jaén, era el partido de dejar de mirar abajo y mirar arriba, el choque avanzaba con empate a uno y, en el minuto 74, asestó un duro golpe a los andaluces tras cabecear a la red en el primer palo un lanzamiento de córner de Quique Rivero. Un Íñigo Ros que cuajó una temporada notable, con altibajos, pero que se vio frustrada por la nueva dupla en la que confió Cervera. Pocas semanas antes de acabar la temporada, y a sabiendas de que la temporada siguiente tendría muy difícil tener regularidad en el once inicial, anunció su marcha.

"Hombre de club", se marchó como un caballero

Dejó el club de la mejor forma posible

El propio Íñigo Ros fue quien mejor se definió en una ocasión, con motivo de una entrevista: “Muchos dicen que soy hombre de club, un futbolista comprometido; no sé, es mi forma de ser", explicó. Seguramente eso es lo que le hizo tener el cariño de la afición. Un hombre trabajador, que fuera del campo no levanta la voz, y que allí donde va su implicación es máxima. Y aunque diga que su labor es invisible, él siempre recalcaba que se siente "muy reconocido”. Su salida fue amistosa, con respeto y sin generar revuelo innecesario, como toda su etapa en el club. Al navarro se le recordará como un jugador con mucho carácter, ambicioso y muy implicado.

El partido del sábado será muy importante para Íñigo Ros, tanto en lo sentimental como en lo deportivo. El de Tudelano se reencontrará con muchos excompañeros y luchará por los tres puntos muy importantes para un Huesca con el objetivo claro de la permanencia. Por el bien del Tenerife, se espera que no continúe con la racha de marcar a sus exequipos.

Ros logró el curso pasado el ascenso con el Huesca y ahora se enfrenta al Tenerife.