Aquellos no muy instriudos en los tópicos futbolísticos estaban hoy de suerte, pues tuvieron la oportunidad de presenciar en el Heliodoro un 0-0 de los que ilustran a la perfección este tipo de partidos. Imprecisiones, mucho juego en el centro del campo, escasas llegadas, pocas intervenciones de los porteros... Un panorama que complica muchísimo la llegada de goles.

Tenerife y Numancia fueron los protagonistas del partido. Los chicharreros, sin llegar a volcarse en ningún momento, dieron la sensación de querer hacer algo más por ganar, sobre todo con el paso de los minutos, pero nunca llegaron a complicar en exceso a su rival. Los sorianos, por su parte, fueron dando por bueno el punto a medida que pasaban los minutos, y se encargaron de que aquellos que esperaban un choque parecido al de la ida, que se saldó con nueve tantos, se llevasen una importante decepción.

Toque ineficaz

El duelo no tardó en dejar claro que no iba a ser vistoso en absoluto. Los de Jagoba Arrasate salieron con una idea muy clara, dejar hacer al Tenerife y aprovechar cualquier despiste, y, con un excelente posicionamiento, lograron anular completamente el ataque blanquiazul. Los locales, con evidentes problemas para crear peligro en estático, se limitaron a tener la posesión sin ser capaces de aprovecharla.

El Tenerife buscó sin éxito crear peligro a través de la elaboración en estático

El miedo a que una pérdida en el inicio de la jugada regalase una ocasión al rival y la ausencia de mediocentros de perfil creativo en el campo fueron dos losas contra las que el cuadro chicharrero luchó sin éxito durante los primeros 45 minutos. La elaboración no es ni mucho menos el punto fuerte de los de Martí, quienes solo dieron impresión de poder acercarse al área de Munir cuando aprovechaban la velocidad de sus extremos o la fuerza de Lozano para ganar balones aéreos. El tiempo pasaba, y, pese a tener el balón, nunca existió la sensación de que el peligro pudiese llegar.

Tampoco existía dicha impresión por parte del Numancia, quien, pese a buscar algo más de verticalidad cuando recuperaba la pelota, no terminaba de elaborar un contragolpe letal con los que tanto daño acostumbra a hacer a sus rivales. Esa fue seguramente el gran logro del Tenerife en la primera mitad, evitar que el cuadro de Arrasate penalizase sus imprecisiones, pero era sin duda poco para ganar. El plan no estaba funcionando.

En algún disparo lejano o algún centro al área luchado por Lozano los tinerfeños transmitieron a su público que no se habían olvidado de intentar hacer gol, pero no lograron inquietar a Munir. De hecho, fue el Numancia quien, cuando el descanso era inminente, dio el primer susto en la que fue su primera y prácticamente única llegada. La jugada fue simple: recuperación en la línea divisoria, balón a la carrera de Valcarce, y este sirvió un excelente pase de la muerte para que Alegría rematase a placer en el área pequeña. Entonces apareción Dani Hernández, que con una exhibición de reflejos evitó que se rompiese el 0-0 antes de que ambos equipos se marcharan a vestuarios. No habría sido justo, pero el fútbol no entiende de justicia en absoluto.

Nano: la chispa sin mecha

La segunda mitad tomó el mismo camino que su predecesora, y, consciente de que en esas circunstancias el gol no llegaría, Martí optó por dar un paso adelante. Renunció al trivote retirando del campo a Aitor Sanz, y buscó más variantes ofensivas dando entrada a Nano, el hombre con mejor promedio goleador del equipo. El cambio, sin revolucionar del todo el partido, sí demostró que eran los locales quienes más querían hacer por ganarlo.

Solo dos minutos después de entrar al campo, Nano dispuso de la mejor oportunidad de los suyos en el partido. Tras una contra muy bien conducida por Suso, el canterano recibió con ventaja ante Munir, pero lo hizo un tanto escorado y el guardameta pudo repeler su disparo. El partido se estaba rompiendo.

El cansancio fue haciendo mella en los jugadores, y los espacios, aunque mínimos, fueron apareciendo. El Tenerife, con más fe que cabeza y empujado por el Heliodoro, lo intentó por activa y por pasiva, pero ninguno de sus intentos terminó de asustar al Numancia. Centros que se paseaban por el área, pases de la muerte que no encontraban rematador, acciones embarulladas dentro del área que no eran finalizadas... La decisión con la que los jugadores iban a cada balón demostraba ganas de llevarse el partido, pero ya faltaba la frescura necesaria para tomar buenas decisiones y ejecutarlas en el momento justo. El clásico quiero y no puedo.

Y como todo 0-0 que se precie, a este no le faltó un susto en el último minuto, y, al igual que en la primera mitad, fueron los sorianos los que se encontraron con él casi de casualidad. Tras un córner regalado por Nano y peinado al segundo palo, Callens se encontró el balón completamente solo, pero el bote del esférico le impidió dar dirección a su remate. El tiro se marchó muy lejos de la portería, y el peruano solo pudo lamentarse desde el suelo por desperdiciar la que podía haber sido la gran oportunidad de los suyos.

No hubo tiempo para más, y el 0-0 acabó de confirmarse como el resultado final. Tras el choque, ambos equipos parecen quedar en tierra de nadie: cómodamente lejos del descenso, y faltos de un plus para luchar por la promoción. No obstante, esta Liga Adelante aún tiene mucho que decir. No todos los resultados serán tan fácilmente predecibles como el de hoy.