Volvían los blanquiazules a pisar el Heliodoro Rodríguez López tras la sorprendente remontada ante el Lugo en la Copa del Rey, después de casi una década sin superar dicha eliminatoria. El rival que visitaba el feudo tinerfeño no era otro que el Valladolid, hasta ese entonces colíder de la categoría y futuro rival copero tras el sorteo celebrado esta semana.
Ante cerca de 8.000 espectadores se presentaron los de José Luis Martí que pretendían quitar el mal sabor de boca a su parroquia todavía decepcionada con el último partido disputado en casa.
El Tenerife entró en el partido despistado, dormido (como si de una siesta se tratara) y muy pasivo a la hora de buscar espacios, en cambio, los vallisoletanos vivían el partido como si de un spa se tratara. Dominaban la posesión sin oposición y aprovechaban los numerosos errores en la entrega de los defensas locales.
En una de estas numerosas imprecisiones llegó el primer susto, una pérdida de Raúl Cámara en el minuto 3 pudo ocasionar el primer tanto del conjunto visitante.
Los chicos de Martí parecía que se iban desperezando poco a poco entre susto y susto y adelantaron las líneas de presión en busca de ahogar al visitante. Pero nada más lejos de la realidad, no se conseguía cortar una sangría que estuvo a punto de acrecentar Rafa con un mal remate a una falta botada por su equipo.
El acoso y derribo del Valladolid fue constante en los primeros 10 minutos.
El enésimo fallo de los centrales estuvo a punto de aprovecharlo Iban Salazar, el cual se topó más de una vez con el portero venezolano Dani Hernández, felino en la reacción Los laterales vallisoletanos, el ex blanquiazul Moyano y Balbi fueron una pesadilla para una defensa local que se fue embotellando en torno a su área, cual púgil aguantando golpes en la esquina del ring.
El Tenerife estaba tocado intentando por vía de Amath y de Suso, algún contraataque que cogiera desprevenido a sus rivales. El equipo esperaba con ansia el sonido de la campana, o mejor dicho el pitido que marcara el descanso.
El soliloquio de los de Paco Herrera era real, y no había más que ver las estadísticas en los primeros minutos con un solo tiro de los tinerfeños, un cabezazo desviado de Jorge Saénz en el minuto 16. Parecía que el trivote no acababa de funcionar.
Avanzaba la primera mitad y se acumulaban las ocasiones de la mano de Iban Salazar, Álex López y Jaime Mata, eso sí con menos insistencia. Y es lo que pasa, tantas facilidades provocan una relajación involuntaria, y de ella se supieron aprovechar los blanquiazules.
Recuerdan ese tópico futbolero: “El fútbol es así”, pues eso debieron pensar los blanquivioletas cuando Carlos Ruíz al borde del descanso anotaba de cabeza el gol para los suyos.
Córner botado por Suso que el central remató sin oposición alguna en el primer palo sin que nada pudiera hacer el guardameta Isaac Becerra. Así se llegaba el descanso, gol psicológico como suelen llamarlo.
Un gol psicológico que dio un vuelco al partido
Sin embargo el efecto fue psicológico para los canarios, ya que salieron desatados y sin complejos tras el gol. La poca fluidez del primer tiempo había desaparecido y el conjunto isleño se lanzó a por el contrario con numerosos centros desde las bandas de Suso y Amath, sin remate pero con gran peligro. Este equipo parecía otro.
Comienzo esperanzador para los del archipiélago, los cuales mostraron gran valentía encarando la portería de Isaac una y otra vez, y parando las acometidas rivales con un trivote revitalizado en la segunda parte.
Un segundo gol que sentenciara el encuentro era el objetivo de los locales que vieron como a punto estuvieron de materializarse sus intentos. Un gran pase de Aitor Sanz fue controlado por el Choco Lozano en solitario, pero cuando se disponía a encarar al portero sonó el silbato, fuera de juego bastante dudoso. Se esfumaba el posible dos a cero.
Paco Herrera introdujo cambios en el once inicial de los suyos. Raúl de Tomás y Drazic entraban en el verde para activar de nuevo la maquinaria pucelana.
El resultado no fue el esperado por el gallego. El partido se fue cada vez más interrumpiendo con faltas ante la desesperación de los visitantes, unido a un Tenerife mucho más equilibrado y juntito que en los primeros 45 minutos.
Se estaban viviendo los mejores minutos de la temporada de los tinerfeños.
No hay más que ver cómo acabó el partido el equipo, en el campo contrario en busca de un nuevo gol. Las ocasiones se sucedían y el Valladolid solo inquietaba el área con disparos lejanos.
El Tenerife sin embargo acariciaba el gol, primero una pillería de Lozano, el cual vio al guardameta visitante adelantado y probó suerte con un disparo lejano y posteriormente Suso con un disparo que supo atajar bien el portero con pasado blanco.
Se acercaba el final y Martí introdujo los primeros cambios. Ingresaban en el terreno de juego dos nuevos fichajes, el nuevo delantero Jouini en el minuto 73 y Aarón Ñíguez en los últimos minutos.
Se produjo el debut de los dos últimos fichajes del mercado veraniego, Hathem Jouini, el cual dejó muy buenas sensaciones incluso estando cerca del gol en todo momento y Aarón Ñíguez que en pocos minutos dejó patente que se trata de un jugador con calidad a raudales.
La gran ocasión del partido llegó en los minutos de descuento cuando el delantero hondureño definió con cierto egoísmo un contraataque lanzado por Raúl Cámara.
Con ello se acabaron los 90 minutos, victoria por la mínima ante el futuro rival copero que sitúa a los chicharreros en la mitad de la tabla clasificatoria. Tres puntos más que suma al casillero un conjunto que en la tarde de ayer fue de cabeza y sin temor hasta la meta final.