Cuenta la Gigantomaquia que 24 gigantes cayeron derrotados a manos de los Dioses Olímpicos, ayudados por Hércules. El pasado 8 de mayo, sobre el verde de Balaídos, hincaba su rodilla (nunca mejor dicho) el último de su estirpe. Mario Bermejo dejaba al Celta huérfano. Solo una grave lesión pudo apartar al guerrero cántabro del césped y ahora, sin el líder del vestuario, sus compañeros deberán buscar una salvación que se antoja como milagrosa. 

Sin el coraje de la plantilla              

“Si no hubiera habido más cambios habría seguido jugando”. Esta sencilla frase, da a entender lo que representa Mario Bermejo en el Real Club Celta. Se refería, claro está, a sus sentimientos tras romperse el ligamento cruzado anterior y el menisco externo de su rodilla izquierda.

No es casualidad que, a pesar de cumplir su segunda temporada en el club, Bermejo haya sido nombrado por sus compañeros como el tercer capitán del equipo. Su liderazgo es patente desde su primer día en Vigo. No obstante, en los últimos meses se ha acentuado exageradamente. Tras el partido de Riazor su figura emergió para dar la cara y hablar sin paños calientes sobre los desafortunados incidentes protagonizados por Iago Aspas y Hugo Mallo. Con la sanción del moañés y el escaso rendimiento ofrecido por Park, todo el peso ofensivo del Celta recayó sobre sus anchas espaldas. Sus carencias técnicas no le impidieron convertirse en el referente ofensivo del equipo gracias a su coraje y pundonor. Tiró del carro en Mallorca, a pesar de la derrota y apareció en los últimos minutos del choque ante el Zaragoza para llevar el delirio a o las gradas y meter a los celestes de lleno en la lucha por la permanencia. Otro gol decisivo con un remate en semifallo. La popular Bermejinha volvía a aparecer.

Sin el símbolo de la afición

Super Mario ha calado hondo entre la parroquia viguesa. Su carácter amable fuera del campo se vuelve indomable dentro del verde. Muchas veces se destacan virtudes como la técnica, la velocidad, el toque o la fuerza. Aunque tiene muchas, la mejor cualidad de Bermejo son las agallas para no rendirse jamás. En medio de una plantilla tan blanda como la celeste, el cántabro aportaba ese factor emocional tan necesario en muchas fases de la temporada. El rey de los intangibles. Su lesión que, unida a la de Park, deja al Celta con un solo delantero (Aspas) para afrontar lo que queda de curso, mina claramente las opciones ofensivas del equipo. Pero lo que es peor, es un golpe durísimo dirigido directamente a la línea de flotación de la afición. La moral de la afición viguesa también se lesionaba de gravedad junto a la rodilla de Bermejo. Su mejor cualidad, las agallas para nunca rendirse Su símbolo, su adalid, su guerrero ya no va a pelear en más batallas esta temporada. En Sevilla se vio un Celta sin empuje, sin coraje. Sin un corazón que estaba viendo el partido por televisión en la ciudad olívica.

El gigante terminaba contrato el próximo 30 de junio y tenía claro que no quería retirarse en una camilla. El club recogió el guante y le ha ofrecido un año más al corazón del equipo vigués. Tras el éxito de su operación, el santanderino ya piensa en recuperarse y volver a ponerse la camiseta del celeste con el nueve a la espalda. La afición le esperará con los brazos abiertos, posiblemente para disputar la Liga Adelante ya que parece que solo un milagro podría evitar que el Celta jugase en Segunda División la próxima campaña. Sus opciones pasan por pinchazos de los rivales y por sumar los seis puntos que les quedan en liza. Mario Bermejo no podrá ayudar sobre el verde, pero a buen seguro que intentará transmitir su coraje a todos y cada uno de sus compañeros.

Foto del cuerpo del artículo: Miguel Vidal | Reuters