Después de semanas de pruebas y más pruebas, Luis Enrique mantuvo su primera alineación en secreto hasta el día del partido, pero repitió el equipo del último amistoso en Funchal, despejando la única duda razonable que quedaba: la presencia de Yoel en la portería. Rafinha, con el alta médica aún fresca, esperaba su turno mientras Álex López repetía en la medular, junto a Krohn-Dehli y por delante de Oubiña.

Defensa de cuatro

Poco rastro queda de esa defensa de cinco que ensayó Luis Enrique en pretemporada, si bien el capitán juega muy retrasado, incrustado por momentos entre los dos centrales y ayudando a sacar el balón. El resultado de esta disposición, sobre todo en la primera parte, fue un equipo que roba balones y que toca con paciencia, sobre todo a través de las botas del ferrolano y del danés. En cambio, sigue sufriendo en el juego directo y a la contra, recursos de los que tiró el Espanyol.

Charles, principal blanco de las dudas sobre la capacidad anotadora del Celta por razones obvias, demostró no haber perdido la confianzaArriba, la apuesta es diferente a la de la temporada pasada. Luis Enrique no renuncia a abrir las bandas al tener un 9 clásico como Charles. Los encargados de surtirle balones eran Nolito y Augusto Fernández, que siempre proclamó su preferencia por el carril. Pero contra el Espanyol fue un hombre de la medular el que desactivó la defensa.

Krohn-Dehli hizo un buen partido, demostrando una vez más que está más cómodo por dentro que en la banda. Desde allí inventó dos servicios milimétricos. Uno lo aprovechó Álex López, más activo que nunca, consciente de que tendrá que luchar mucho por la titularidad. Y contra el Espanyol dió varios motivos para ganarse la confianza de Luis Enrique. Uno de ellos, por supuesto, el gol, el primero desde aquel lejano amistoso contra el Coruxo.

Charles, referencia en ataque

El otro servicio de Krohn-Dehli encontró a Charles, que se estrenaba como goleador en Primera. El brasileño, principal blanco de las dudas sobre la capacidad anotadora del Celta por razones obvias, demostró no haber perdido la confianza, marcando una de las dos ocasiones que tuvo durante el partido. No parece que jugar como única referencia ofensiva sea un gran problema para él. Pelea, se ofrece, participa en ataque, y lo más importante, remata. Habrá que ver si sus prestaciones fuera de casa, donde el equipo no se prodigará tanto en campo contrario, son similares.

Viejos problemas

Con un 2-0 en el marcador que parecía cómodo, los problemas llegaron en la segunda parte. El Celta se empeña en demostrar que le cuesta jugar con el marcador a favor. Tambien que le cuesta mantener el ritmo de los partidos. Por momentos, desconecta. Y, sobre todo, que después de un gol vigués vienen unos minutos en los que hay que temer la reacción del rival. Así fue. Apareció el Espanyol para reducir diferencias, cuando ya Luis Enrique se había dado cuenta de que los suyos aflojaban.

El Celta se empeña en demostrar que le cuesta jugar con el marcador a favorLa entrada de Rafinha revolucionó el partido y el Celta creó sus mejores ocasiones con el hipano-brasileño por la derecha y Augusto por la izquierda. Pero una nueva laguna defensiva, un balón que cayó a la espalda de la zaga y aprovechó el rapidísimo Thievy echó al traste el buen trabajo de todo el partido. El empate a dos final dejó buenas y malas noticias. Las buenas son que el equipo parece haber dejado atrás el atasco ofensivo de la pretemporada, y que empieza a jugar bien al fútbol. Las malas ya se sabían, se saben desde hace años. Por delante este Celta de Luis Enrique tendrá un duro trabajo si quiere enterrarlas de una vez por todas.