Luis Enrique quiso motivar a sus futbolistas en la previa anunciando que el enfrentamiento contra el Atlético de Madrid llegaba en el mejor momento, y que ganar sería un estímulo para el futuro. Pero el partido dejó bien claro que el Celta, a día de hoy, no está preparado para vencer en el campo del co-líder. Así de claro.

Un nuevo experimento

El técnico probó una nueva fórmula con la entrada de Krohn-Dehli en el equipo titular. El danés siempre busca el balón, así que lo colocó en el centro modificando El Celta acumula malas sensaciones como visitante y malos resultados como localtotalmente su medular de los últimos partidos, con Rafinha tirado a la derecha, Augusto cambiado a la izquierda, y Nolito en el banquillo. El resultado fue un Celta desdibujado, que no consiguió crear ni una sola ocasión. Augusto no está cómodo a pierna cambiada, y Rafinha, como demostró en la media hora final, entra mucho más en juego por el centro. El hispano-brasileño sigue sin dar lo que se espera de él, y no le están ayudando los constantes cambios de posición.

Sin balón y sin hambre

No hay que olvidar la entidad ni la calidad del rival, pero lo cierto es que el Celta no ganó ni en actitud. En muchos tramos de los partidos como visitante, el equipo no da la sensación de creer realmente en lo que hace, lo que se traduce en una falta de agresividad evidente, y en pérdidas de balón muy peligrosas en campo propio. Y como el Celta está concebido para atacar antes que para defender, cuando no tiene el balón se ve inmerso en una espiral turbulenta y confusa de ocasiones del rival a la que no es capaz de poner freno.

Yoel, el héroe

Así las cosas, el Celta se encomienda sin pudor a su portero. Yoel está sosteniendo al equipo con sus intervenciones, claro que en Primera División, y con contadas excepciones como la visita del Villarreal o el partido del Villamarín, no suele ser suficiente. En el Calderón incluso paró un inocente penalti cometido por David Costas, pero acabó encajando dos goles, una losa imposible de levantar.

La defensa, desbordada

A David Costas, apuesta personal de Luis Enrique, le vino grande el partido. Frenar al delantero más en forma de la Liga, fuerte, rápido y listo, no está al alcance de un No hay que olvidar la entidad ni la calidad del rival, pero el Celta no ganó ni en actitudcentral aún en edad juvenil. Quedó claro en la jugada del segundo gol, cuando Diego Costa lo sacó de su camino con una carga legal sin despeinarse. Por eso el Celta recurrió a las ayudas defensivas pero, sin el apoyo de unos laterales netamente ofensivos, los espacios para los compañeros de ataque del hispano-brasileño se sucedieron, especialmente para David Villa.

Mención aparte merece Toni, que sigue firme en el lateral izquierdo relegando al banquillo al último fichaje del verano. Aurtenetxe vio desde allí las constantes subidas del coruñés, cuyos imprecisos centros se convirtieron en el único bagaje ofensivo, excepción hecha de Nolito. En defensa, Toni sigue sin ofrecer un nivel acorde a la categoría, y eso lo acaba acusando toda la defensa.

Cambios oportunos

Esta vez sí funcionó el banquillo. Como cada jornada se produjeron los cambios anunciados. Santi Mina y el centrocampista sacrificado, en este caso Nolito, además de Madinda, que siempre le da consistencia al centro del campo. Nolito es, a día de hoy, el jugador más peligroso del Celta, y es un lujo tenerlo en el banquillo. Pero también es cierto que le falta algo a nivel físico para ser ese jugador explosivo durante todo un partido. Por eso Luis Enrique se guardó ese as en la manga para desequilibrar el partido al final, cuando esperaba a un Atlético cansado por la acumulación de partidos. Quizá fue solo en esa última media hora cuando se vio el rédito de las rotaciones que lastraron al equipo la semana pasada. El problema fue que el partido se había marchado ya en la primera hora de juego, cuando el equipo titular no pudo aguantar el chaparrón colchonero.

Llega el parón liguero y el Celta acumula malas sensaciones como visitante y malos resultados como local. Una combinación nefasta, que ha llevado al club a los últimos puestos de la clasificación. Pero el proyecto de Luis Enrique sigue en marcha, y con él la búsqueda de ese equipo que juegue igual en casa y lejos de Vigo. De su eventual llegada, de la desaparición de este Celta de dos caras que aparecen incluso en el mismo partido, depende la salvación del equipo.