Tras la dura derrota contra el Levante, Luis Enrique no varió su discurso. Seguía viendo el vaso medio lleno por el buen juego del Celta, al que no le estaban saliendo las cosas. La siguiente oportunidad de reivindicarse no tardó en llegar, para dar la razón al técnico asturiano con una goleada no vista por Vigo desde la época dorada de principios de siglo.

El once no es inamovible

En otra semana con tres jornadas, era lógico pensar de nuevo en las rotaciones. Todo indica que esta vez Luis Enrique no será tan revolucionario como en Getafe, e irá modificando su equipo de una manera más gradual. En Málaga optó por darle músculo a su defensa, uno de los puntos débiles de este Celta. La apuesta por Aurtenetxe y El Celta cogió una buena dosis de confianza, pero no se puede decir, ni mucho menos, que la crisis esté superadaCabral funcionó a la perfección, permitiéndole reactivar a dos futbolistas que no se han rendido a pesar de su ostracismo. Y como el asturiano no parece fácilmente influenciable por el entorno, el resultado no le traerá ningún debate, sino que le proporcionará más posibilidades a una línea que parecía cansada mentalmente tras los últimos traspiés y, por lo tanto, será beneficioso para el conjunto.

Otra muestra de que Lucho tiene las ideas claras pero no escritas en piedra es la posición de Oubiña. El capitán ha ido retornando a su posición más habitual, sin incrustarse entre los centrales, y el juego del equipo ha mejorado en los últimos partidos. Los sistemas no siempre valen para todos los jugadores. Tal y como sucediera con la defensa adelantada que trató de imponer Abel Resino la temporada pasada, y que tuvo que abandonar en pos de la permanencia, la posición retrasada de Oubiña lastraba al juego ofensivo del equipo, e impedía brillar a sus compañeros de la medular.

La ausencia de Rafinha

Uno de los perjudicados era precisamente Rafinha, llamado a ser el faro que alumbrase a este Celta. Ya se ha comentado en estas líneas que no está rindiendo lo que se espera de él en este inicio de temporada, acusando la adaptación a la Primera División y al sistema. La eclosión del equipo llegó justo el día en que no estaba él y de la mano de Álex López y Augusto Fernández, pero esto no significa que no pueda aprovecharse de esto en futuros partidos. Con más confianza, y con el respaldo decidido de su entrenador, debería empezar a mostrar todo su potencial. El celtismo sigue esperando por él.

¿Tiene o no tiene gol el Celta?

Es la pregunta del millón de dolares. Junto a la defensa, era el otro caballo de batalla del equipo, que no era capaz de asomarse con peligro a las áreas rivales. Pero en Málaga se destapó con una efectividad pasmosa. Todo salió a la perfección para apuntalar la confianza de sus goleadores. Marcó por partida doble Álex López, un jugador Tras pasar por La Rosaleda, parece que este Celta tiene golcon un potencial increíble, pero que necesita que las cosas le salgan bien para dar su mejor nivel. Marcó Augusto, segundo máximo goleador la temporada pasada, en la semana en la que había prometido mejorar su nivel. Marcó Nolito en su jugada preferida, la misma que intentó contra el Levante, y que se fue lamiendo el palo. Y para rematar la faena, marcó Charles, el goleador, que estaba atravesando una importante sequía. Asistido además por David Rodríguez. Hasta en los cambios intentó ser terapéutico Luis Enrique. Con el partido casi en el bolsillo, dió entrada al talaverano, a Madinda y a Orellana, para que ganasen algo de confianza con vistas a lo que se avecina.

Tras pasar por La Rosaleda, parece que este Celta tiene gol. Lo tienen sus delanteros, y también su segunda línea, algo fundamental para cualquier equipo de élite. Pero los precedentes, un sólo gol en cinco partidos, invitan a la cautela. Las próximas jornadas ayudarán a desentrañar este misterio del que depende, en gran medida, el éxito de la temporada.

Confianza

Es lo más importante en el fútbol, y también lo más difícil de conseguir. Con la goleada, el Celta cogió una buena dosis de confianza, pero no se puede decir, ni mucho menos, que la crisis esté superada. Todavía falta el logro más importante, condición sine qua non para conseguir el objetivo, que Luis Enrique se apresuró en recordar tras el partido, mantener la categoría: falta ganar en Balaídos. La visita del Barcelona no parece la ocasión más indicada. Pero, si de lo que se trata es de ganar confianza, ¿qué mejor oportunidad se puede presentar? Los brotes están ahí, ahora sólo falta conseguir que florezcan en primavera.