Mala fecha para la visita del campeón de Liga a Balaídos. La jornada intersemanal a las diez de la noche complicaba la asistencia al feudo vigués. Sin embargo, la afición celeste no decepcionó y el municipal presentó un magnífico aspecto, rozando el lleno. La ocasión lo merecía.

Los dos equipos llegaban con buenas sensaciones. Los visitantes, tras alzarse a su eterno rival el pasado sábado. Los locales, con el optimismo que otorga un 0-5 y la ruptura de una racha negativa.

La segunda unidad culé, más que suficiente

Siempre se habla de la bipolaridad de la Liga BBVA. De los años luz que median entre los dos transatlánticos y el resto de las embarcaciones. Sobre el verde de Balaídos volvió a quedar patente. No es el mismo nivel. No es la misma liga. A veces parece que ni siquiera es el mismo deporte.

Un Barcelona sin Piqué, Alba, Mascherano, Xavi, Iniesta ni Neymar y sin hacer un juego brillante, se bastó para ganar con solvencia a un Celta que rozó su mejor versión. A pesar de poner en liza a muchos teóricos suplentes, Martino presentó una alineación con cinco campeones del Mundo y, sobre todo, con el as de espadas. Leo Messi fue un peligro constante para los locales, aunque al final se fuera sin marcar. Luis Enrique repitió el once de la goleada de Málaga con la única excepción de Santi Mina, que dejó su puesto a Rafinha. Augusto volvió a la banda derecha.

El Celta jugó sin complejos

Los locales salieron animosos. Nada que perder. La intención: discutir la pelota al Barça. Lo consiguieron por fases. Pero la enorme diferencia de pegada marcó la contienda. El primer mazazo, temprano, a los ocho minutos. Cabral repetía en la alineación y los viejos fantasmas volvieron a rodearle. Un fallo infantil en una entrega en la salida de balón, acaba con el balón en los pies de Fábregas, que se internó en el área. Su disparo fue repelido por Yoel, pero el rechace lo cazó Alexis para poner el 0-1. Demasiado pronto se ahogaba el Celta en la superioridad azulgrana. Demasiado pronto había que redundar en la idea de que no había nada que perder.

Así lo hizo el equipo vigués. Manos a la obra. Los celestes jugaron con dinamismo. Sin complejos. Con Borja Oubiña desterrado definitivamente del incrustamiento entre centrales que tanto le lastraba físicamente. Con un Álex López hiperactivo y con un Rafinha fallón. Ansioso. Las ganas de agradar y el cambio de categoría le están pesando al hispano-brasileño, que no termina de dar todo lo que se esperaba de él.

Valdés puso el cerrojo

El Celta quiso meter velocidad. Buscarle las cosquillas al Barcelona corriendo a los espacios y quitándole el balón todo lo posible. La movilidad de Nolito, el empeño de Augusto y la inteligencia de Charles, ofrecieron soluciones a la línea del centro del campo. Aurtenetxe y Hugo Mallo subían con criterio, selectivamente, buscando sorprender. De esa forma llegaron varias ocasiones. Un tiro de Rafinha que se fue desviado. Otro de Charles, blocado por Valdés. Y es que el portero barcelonista está en un momento fabuloso. Varias paradas de mérito destacadas, sobre todo, por blocar los disparos. El guardameta catalán no cedía rechaces, ni saques de esquina. Seguridad. Al filo del descanso volvió a blocar con una facilidad pasmosa un disparo muy violento de Álex López. Antes de eso, a la media hora de encuentro, Fernández Borbalán anuló un tanto al Celta. Fue de Nolito y vino precedido de una falta de Charles a Valdés.

Por su parte, el Barcelona se dedicó a contemporizar y a esperar desnivelar la balanza nuevamente con su abismal diferencial en los metros finales. Messi volvió a parecerse a Messi. Muy activo y participativo. Desequilibrante. La defensa celeste sufrió con su movilidad y verticalidad. Incluso sin estar al 100%, el astro argentino es el factor diferencial por excelencia del Barça.

Otro gol tempranero corta las alas celestes

La segunda parte empezó con un Celta motivado. Decidido. Los hombres de Luis Enrique salieron con convicción a buscar el empate. Ni tiempo tuvieron los locales de plasmar sobre el verde sus intenciones. A los tres minutos de la reanudación y tras una rápida triangulación, Fábregas hacía el segundo. Por si fuera poca la diferencia de nivel entre ambos conjuntos, al Barcelona también le acompañó la suerte en su visita a la Puerta del Atlántico. El disparo del catalán desde fuera del área se estrelló contra el larguero, para rebotar en la espalda de Yoel (que había volado para detener el tiro) y de ahí al fondo de la portería. Un tanto con fortuna, que hacía trizas las mínimas esperanzas de los locales.

Messi volvió a parecerse a Messi

A partir de ahí, el Celta acusó el golpe y el Barcelona jugó a placer. Los culés contemporizaron y se defendieron con balón. Posesiones algo más largas, buscando el paso de los minutos. Los locales, sin reacción. Tumbados en la lona, por el duro golpe psicológico en forma de gol, intentando recuperar el conocimiento y la verticalidad. Los del Tata parecían no querer hacer más daño, sin embargo, casi por obligación y tras una magnífica jugada combinativa, Fábregas hacía el segundo de su cuenta particular. El definitivo 0-3. Un disparo raso al palo corto, para terminar con una condicción pecisa de Messi en el último cuarto de campo. Era el minuto 54.

Con todo decidido, intercambio de golpes

Luis Enrique decidió mover el banquillo. Entre la necesidad, el refresco y el pensamiento en el Pizjuán, estuvieron los cambios. El primero obedeció a unas molestias de Aurtenetxe. El vasco se retiró (podría tener seriamente afectado el peroné) y dejó su sitio a Toni. El coruñés no solo no aportó nada positivo al trabajo del sustituido, sino que además restó con su previsibilidad ofensiva. Santi Mina fue el segundo en entrar. Lo hizo por Augusto, para reactivar el ataque celeste.

De perdidos al río. Con esa premisa jugó el Celta los últimos compases del partido. A por el gol del honor se lanzaron los locales. El Barcelona aceptó el reto y entró en un intercambio de golpes que, sorprendentemente, quedó 0-0.

Charles fue el primero que lo intentó, pero su disparo se fue arriba. Después llegaría la ocasión más clara para los vigueses. Una falta maravillosamente ejecutada por Nolito que se estrelló contra el larguero visitante. Fantástica. Era el minuto 67 y solo uno después, el andaluz fue relevado por Orellana, seguramente pensando en el compromiso del próximo sábado contra el Sevilla. La última ocasión viguesa en el partido la tuvo Santi Mina, que recogió un balón suelto dentro del área. Su disparo, camino del gol, se topó con Bartra que desvió a córner. Tan solo faltaban tres minutos.

¿Nuevo estilo?

Si de algo no se puede tachar a Gerardo Martino, es de falta de personalidad. El técnico rosarino dejó claro desde el principio, su respeto al ADN Barça, pero no dudó ni un momento en poner su sello. Juego más vertical, rotaciones (Messi incluido) y cambios más bien conservadores (Iniesta por Song contra el Madrid). Contra el Celta presentó un sorprendente doble pivote con Busquets junto al camerunés y, en la segunda parte, el Barcelona ofreció un planteamiento radicalmente opuesto al de los últimos cinco años. La era Guardiola pasó y los hombres de Martino retrasaron líneas para jugar al contragolpe.

En la parte final del choque, el Barça jugó a la contra

Con los celestes volcados buscando el gol, los azulgranas lo intentaron con rápidas transiciones, principalmente comandadas por Messi y con Yoel como obstáculo final. El portero vigués volvió a mostrar su gran momento de forma, desbaratando varias acciones claras al argentino y a sus compañeros. El balón de oro buscó con insistencia el gol, pecando de individualista en alguna ocasión, pero el resultado ya no se movería.

No era la liga del Celta. Son puntos con los que casi no se contaba en Vigo. Además, con el añadido del buen juego mostrado, las conclusiones son positivas. Paradójico pero cierto en una derrota 0-3 en casa. La Liga ha llegado a tal punto que se dan por válidas estas reflexiones. Los culés siguen líderes una jornada más. El próximo viernes recibirán al Espanyol en el derbi barcelonés. Los de Luis Enrique volverán al mundo real el sábado, para enfrentarse al Sevilla en el Pizjuán. Las dos únicas victorias viguesas en el campeonato fueron en tierras andaluzas (Betis y Málaga), así que con esa estadística positiva viajarán a la ciudad hispalense los celestes, que por el momento dormirán fuera de los puestos de descenso, con nueve puntos.