Y es que llega un momento en que da igual que el técnico se llame Paco Herrera, Abel Resino o Luis Enrique. Poco importa que se configure una línea defensiva de 4, 5 u 8 zagueros. Al final una de las grandes máximas de este deporte dice que el fútbol es de los futbolistas y cuando se habla de contundencia, esta máxima se cumple casi al 100%.

Individualmente resulta vital para un defensor salir concentrado al campo, consciente de que cada balón en sus pies puede convertirse en una ocasión para el rival si no se gestiona bien el pase o la conducción. Esto se puede trabajar y es un apartado sobre el que Gustavo Cabral debe reflexionar muy seriamente. En Donosti no fue la primera vez –ni la segunda, ni la tercera…- que un error garrafal suyo acaba costando un tanto. Un central debe tener claro que una pérdida de balón en esa zona del campo en Primera División, lo normal es que cueste un gol.

Otro aspecto que un zaguero debe controlar a las mil maravillas es el manejo de su cuerpo. Cómo ganar la posición a un atacante debe figurar en cualquier manual del buen defensa. Es un gesto técnico tan importante para el defensor como lo puede ser el golpeo de balón para un delantero. No solo se trata de trabajar físicamente sino también de saber coordinar el movimiento del cuerpo con el del balón para mantener siempre alejado al delantero rival. En este aspecto los problemas de Aurtenetxe y David Costas son preocupantes. El vasco lo ha demostrado en Anoeta y Costas, entre otros encuentros, en el Calderón donde Diego Costa le retrató. La juventud de ambos (21 y 18 años respectivamente) invita a pensar que la experiencia les hará crecer en ese sentido aunque por el momento el peaje a pagar en forma de puntos pueda resultar excesivo. Este aspecto quizá lo domina mejor Cabral y también Andreu Fontás, a quien penalizan más su rigidez de cadera y su lentitud en ciertos momentos. Pero eso ya parece un defecto más estructural y menos trabajable.

Y un tercer aspecto que cada futbolista debe estudiar es el tema de la marca del rival. El tercer gol de la Real es un ejemplo, con Vela ganando la acción a Jonny por pura determinación. Independientemente de que se marque en zona o al hombre, un delantero debe notar en todo momento el aliento en la nuca de su marcador, de otra forma el balón parado puede volver a convertirse en una sangría. Y en este aspecto el Real Club Celta sigue pecando de pardillo.

Lo que es evidente es que los futbolistas de la actual plantilla del Celta son los que son y –salvo fichaje en el mercado invernal- con ellos habrá que conseguir el objetivo. Trabajo táctico no parece que falte, no se detectan errores demasiado importantes en la línea del fuera de juego ni tampoco en cuanto a entendimiento entre los protagonistas.

Pero dadas las carencias señaladas anteriormente, con el equipo en ventaja Lucho sí puede tratar de buscar una defensa con balón durante más minutos. Así se hizo en Málaga y Sevilla, disfrutando de un control de partido que en ningún momento –ni siquiera con 1-3 en el marcador- se vio en Anoeta. Y para ello no parece sensato que, encontrándose el equipo con 10 hombres, se pase del habitual 4-3-3 a casi un 5-2-1-1. Obviamente la inercia lleva al equipo a meterse atrás, situación en la que este Celta ha demostrado hasta la saciedad no encontrarse cómodo, básicamente por la falta de calidad individual defensiva actual que muestran los hombres más retrasados. Y en estas circunstancias cada balón que merodea el área se convierte en un drama.

Cuando se analizaron las carencias mostradas a lo largo de toda la temporada pasada parecía claro que el dominio de las dos áreas era el aspecto que se debía mejorar prioritariamente. En el área rival se han hecho importantes progresos, en los que tienen mucho que ver los nuevos fichajes además de la regularidad-por fin- que está mostrando Álex López. Pero en el área propia no se ve mejoría. El fichaje de Aurtenetxe no funciona y la incorporación de Fontás va de menos a más aunque necesita de un compañero a su derecha que no cometa errores. Y por el momento ni Cabral ni Costas ofrecen garantías. De los laterales el único que cumple es Hugo Mallo, por la izquierda Toni continúa con su aprendizaje y Aurtenetxe no transmite más seguridad que el coruñés. La realidad es que solo la brillantez de Yoel está salvando al equipo de encajar goles prácticamente hechos.

Está claro que hay tarea para todos. Empezando por los jugadores, continuando con el técnico y terminando por la afición, cuya paciencia resultará vital para el crecimiento de unos futbolistas que debe llegar cuanto antes para que el caudal ofensivo del equipo no se tire por la borda en más encuentros, tal y como se hizo en el estadio de Anoeta.