Más allá del fenomenal trabajo de Santi Mina en su posición natural y Sergio Álvarez bajo palos, la gran novedad apareció por delante de los centrales. Krohn es de esos jugadores que no sobresalen en ninguna demarcación pero sí son adaptables a varios puestos. Futbolista con una pierna derecha magnífica, sus mejores virtudes aparecen en la elaboración y en los pases en profundidad. Su utilidad en el esquema de Lucho parece más que demostrada cuando juega como interior, al lado de Álex López, Rafinha o Augusto y con la protección de Oubiña o, en su defecto, Fontás.

Ya durante la semana previa se dejó entrever la posibilidad de que Krohn participase en el partido contra el Athletic en la posición de pivote en solitario. Atendiendo a sus características físicas y técnicas no se puede decir que lo haya hecho mal, con distribuciones ágiles, siempre tratando de hacer circular la bola con rapidez y buscando a un compañero desmarcado. Pero ya en la segunda parte se pudo ver que el tema físico le pasaba factura, lo que se plasmó en alguna pérdida peligrosa y se hizo todavía más obvio en una acción en la que no colaboró defensivamente en absoluto para frenar la peligrosa diagonal que trazaba Iker Muniain.  

Y es que las limitaciones físicas de Krohn para jugar en ese puesto parecen obvias. Su potencia no parece de un calibre suficiente para ganar choques en el cuerpo a cuerpo y su resistencia tampoco parece la más apropiada para mantener un esfuerzo sostenido durante hora y media. El puesto de mediocentro en un 4-3-3 conlleva una exigencia física enorme por la necesidad de moverse a uno y otro lado permanentemente buscando equilibrar al equipo en fase defensiva, especialmente cuando el rival lanza contras. Y aquí Michael sufre, lo que obliga a un esfuerzo extra a los interiores que le acompañan. Además su tendencia a arriesgar en el pase derivada de su ubicación habitual en zona de tres cuartos exigen al jugador una reprogramación mental difícil de mantener durante los 90 minutos. Otra situación se plantearía si se implementase un doble pivote pero si algo ha quedado claro desde el verano es que el esquema de juego parece innegociable para Lucho.

Adicionalmente se pierde la peligrosidad del danés cuando se aproxima al área rival. Sus centros y pases al hueco constituyen un arma nada despreciable y que Krohn no puede sacar a relucir partiendo desde tan atrás.

El futuro

No parece esta, pues, una alternativa de largo recorrido. Ni para utilizarla durante varias jornadas seguidas ni para hacerlo contra equipos con un potencial medio-alto. De hecho parece dudoso que en otro enfrentamiento contra el Athletic la variante pudiera funcionar, las debilidades de Krohn como mediocentro resultarían muy apetitosas para Valverde y probablemente no le pillarían de sorpresa, como pudo suceder en el partido de ida. Las condiciones de Levy Madinda se ajustan más a las necesidades del puesto y probablemente por ahí se pueda gestionar un mejor futuro para la demarcación.

Pero en cualquier caso resulta agradable ver que la cabeza de Luis Enrique continúa dando vueltas buscando la mejoría en cada puesto y la competitividad tanto en lo individual como en lo colectivo. Y sobre todo su valentía. Michael Krohn-Dehli parecía un suplente claro hace solo 15 días y tras los encuentros contra Almería y Athletic se ha reivindicado como una pieza importante en este Celta, pese a que habrá días en que no juegue. No existe ninguna duda de que la demarcación en la que más rendimiento ofrecerá será como interior pero su utilidad puntual como mediocentro de emergencia en algún partido o en ciertos momentos durante algún otro le convierten en un poco más candidato a la titularidad.

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Sobre el autor
José Luis Rodríguez Sánchez
Soy farmacéutico hospitalario