En el año que termina, Augusto Matías Fernández ha cumplido sólo 27 años, pero eso no impide que sea considerado por todos como todo un veterano. Uno de esos futbolistas “cancheros”, como se les define en Argentina, con los que siempre se puede contar. Porque, además, es internacional con la albiceleste, algo que siempre dá galones a un futbolista. Por eso no es de extrañar que, durante todo 2013 haya sido un fijo en las alineaciones de los tres entrenadores que ha tenido el equipo, incluso cambiando de posición para cubrir las necesidades de cada momento.

La confirmación

Después de haber reconocido públicamente que no estaba dando su verdadero nivel, y que se exigía mucho más a sí mismo, sobre todo a nivel goleador, fue precisamente con la llegada de 2013 cuando se empezó a ver al mejor Augusto. En La Rosaleda comenzó un idilio con el gol que le llevó a anotar cinco de los seis goles con que acabó la temporada en esa segunda mitad de la Liga.

Objetivo cumplido

Estos números lo convirtieron en el segundo máximo goleador liguero del Celta, sólo por detrás de Iago Aspas y, lógicamente, por delante del resto de delanteros del equipo. No es exagerado, por tanto, considerar que fue uno de los artífices más importantes de la permanencia, objetivo del equipo que costó tanto conseguir.

Durante esta segunda vuelta, Augusto Fernández fue un fijo tanto en los planteamientos de Paco Herrera como en los de Abel Resino. Jugó todos los partidos excepto el día de Reyes, contra el Valladolid, y el Osasuna-Celta, cuatro jornadas después. Alternó su posición natural, pegado a la banda derecha, con un planteamiento algo más por dentro, donde siempre manifestó sufrir un poquito más, aunque contento de poder ayudar al grupo.

A vueltas con el pase

Llegó el verano y, con él, el planteamiento de una nueva temporada en Balaídos. Por la peculiar situación contractual del futbolista, con los derechos compartidos entre el Celta y Vélez Sarsfield, su futuro no dependía sólo de su deseo de continuar en Vigo. Si un club llegaba con 5 millones de euros, el club tendría que vender. Así que, cuando apareció un club catarí dispuesto a abonarlos, saltaron las alarmas en la Plaza de España. Al final, la operación no se concretó, Augusto siguió en Vigo manifestándose muy contento, y el Celta ha insistido desde entonces en su interés por hacerse con la otra mitad de su pase, sin que de momento haya podido hacerse cargo del pago.

De menos a más

Así que el argentino siguió a las órdenes de Luis Enrique. Su nueva temporada está siendo un calco de la anterior. La comenzó rodeado de expectativas, con unos merecidos galones, y pegado a la banda. Pero también tardó en cogerle el pulso al nuevo esquema de Luis Enrique, que le obligaba a recibir de espaldas al jugar con laterales más incisivos, en una línea de tres delanteros.

Quizá no llegó a sentirse todo lo cómodo que esperaba, pero fue un fijo en las alineaciones celestes, disputando todos los encuentros a excepción de la visita a Getafe, cargada de rotaciones, y de la derrota contra el Levante, por lesión, para un total de 1145 minutos.

Justo en la jornada siguiente, la décima, Augusto experimentó un cambio de posición. Esa semana, como ya hiciera la temporada pasada, se comprometió a subir su nivel. Jugó por el centro y, desde allí, marcó en La Rosaleda el que, de momento, es su único gol de esta temporada.

Nueva posición

A pesar de haber manifestado muchas veces su preferencia por actuar pegado a la banda, lo cierto es que está ofreciendo unas muy buenas prestaciones en el centro del campo. Así que todo indica que en el año 2014 seguirá actuando en la misma posición, mientras Rafinha se va haciendo poco a poco con su antiguo puesto en el extremo derecho. Claro que todo se puede esperar de un futbolista siempre dispuesto a sacrificarse, y a cumplir con lo que demande su equipo.