Esta Liga es tan igualada que un simple resultado puede cambiar el signo de media temporada, determinando si se está cumpliendo con los objetivos marcados o se está perdiendo el ritmo de manera evidente. El resultado del Celta-Valencia al descanso apuntaba hacia esto último. Una nueva derrota como local, y la sensación de que este equipo no es capaz de echarse el partido a las espaldas delante de su público hacían sobrevolar viejos fantasmas, y la sensación de que se necesita un cambio de rumbo o, por lo menos, de cromos. Pero el milagroso golpe de timón de la segunda parte, con remontada incluída, disipó de un plumazo todas esas cábalas, dejando en su lugar a un entrenador satisfecho con la primera vuelta de los suyos, y a una afición que sueña con un tramo final más tranquilo que el anterior.

Mal inicio

No es de extrañar, por lo tanto, que al Celta le costase entrar en el partido. Había mucho, muchísimo en juego, y la mala imagen de la última cita como local contra Osasuna no ayudaba a afrontar el choque con optimismo. Pero el equipo contaba a su favor con la mejoría evidente del debut de 2014 en el Bernabéu, que no vino acompañado de un buen resultado.

En la primera parte pesó más lo primero, lo negativo. Las dudas, la dificultad de sacar el balón jugado delante de un rival que venía lanzado tras su cambio de entrenador, El equipo vigués se desmorona como un castillo de naipes al primer contratiempoque presionó, y que traía la lección aprendida. La presión sobre la salida del balón y, sobre todo, sobre Borja Oubiña, amenazaba con provocar otro atasco en el equipo vigués, como ya se ha visto infinidad de veces en Balaídos.

Y así, de una pérdida de balón del capitán, llegó el tanto valenciano, que desnudó una vez más las carencias de la defensa del Celta en la marca.

Golpe anímico

Muchas veces se ha insistido en estas líneas en la debilidad mental del equipo vigués, que se desmorona como un castillo de naipes al primer contratiempo. Se ha visto claramente en los partidos que el Celta ha acabado con diez, pero también se nota cuando recibe un gol. Y, una vez más, el equipo acusó el golpe. Sufrió muchísimo en la primera mitad, incapaz de hacerse con el control del juego y de crear ocasiones de gol. En estos casos, la condición de local tampoco ayuda, y los de Luis Enrique caen en un estado de nerviosismo tal que el entramado deja de funcionar. Es entonces, con desventaja en el marcador, cuando se empieza a echar de menos un plan B, algún recurso que pueda sacar al equipo del atasco.

Pero Luis Enrique tiene muy claras sus prioridades. Confía en la idea de juego que ha inoculado a los suyos. Por eso hace muy pocas indicaciones a los jugadores durante el partido. El asturiano es poco amigo de aspavientos y de detalles para la galería. Quizá por eso blinda los entrenamientos. Es allí donde trabaja en los automatismos que llevarán al Celta al éxito.

Cuestión de mentalidad

Sin embargo, parece poco probable que esta línea de pensamiento ocupase muchas cabezas en la grada al descanso. Más bien se pensaba en todos los puntos que se han escapado de Balaídos esta temporada y, sobre todo, en que no parecía fácil que el Celta pudiese remontar y mejorar en un punto la primera vuelta de la temporada pasada, condición sine qua non para seguir soñando con salvar la categoría.

Para colmo de males, Charles había dilapidado la mejor ocasión de la primera parte, estrellando un mano a mano en Diego Alves, tal y como le ocurriera hasta en dos Luis Enrique confía plenamente en la idea de juego que ha inoculado a los suyosocasiones la semana anterior en el Bernabéu. Pero el delantero no se escondió entonces. Dió la cara al llegar a Peinador el martes, poniendo la primera piedra del impresionante cambio de mentalidad de sus compañeros en el descanso del partido contra el Valencia.

Porque del túnel de vestuarios salió otro equipo. Eran los mismos jugadores, pero parecían empeñados en continuar con su crecimiento en Balaídos, que les ha llevado a levantarse tras empezar perdiendo sus últimos tres partidos. Una razón de peso para seguir creyendo. La segunda mitad fue de los vigueses, que se fueron asomando al área de Alves apoyados en una muy buena actuación de Orellana y Rafinha desde las bandas.

Todo encaja

Quiso el destino que el encargado de obrar la remontada fuese precisamente Charles Dias. El delantero se redimió de la mejor forma posible, con dos goles, los mismos que falló una semana antes en el Bernabéu. Dos tantos de 9 puro que lo reconciliaron con la grada y lo cargan de moral de cara a la segunda vuelta, algo siempre tan importante en alguien que vive del gol. En cualquier caso, el brasileño se apresuró a indicar que no está satisfecho con las siete dianas que ha conseguido hasta el momento.

Por si todo esto fuera poco, el Celta se reservó otra de sus asignaturas pendientes para el final. La necesidad de administrar una ventaja en el marcador. Esta vez, Luis No parece complicado mejorar los números en BalaídosEnrique no optó por acumular efectivos atrás. Aún con el empate dio entrada a Krohn-Dehli y a Nolito, que se están destapando como una ayuda fundamental para desatascar partidos. La tercera sustitución la reservó para darle su merecido homenaje a Charles. El elegido era Santi Mina, y el técnico no varió su idea a pesar del 2-1. Así que Santi Mina fue el encargado de estorbar la salida del balón en los últimos minutos, confirmando que, a día de hoy, es la segunda opción como delantero centro, por delante de Bermejo y del descartado David. Quizá el cántabro también habría sido una buena opción para intentar proteger el balón lejos del área propia en los últimos minutos, pero la confianza de Luis Enrique en el canterano parece ilimitada.

Haciendo números

Consumada la segunda victoria ante su público en la clausura de la primera vuelta, toca hacer balance. Y el técnico compareció tras el partido para ofrecer un balance positivo. Las cuentas salen. Ahora, con el equipo fuera del descenso, sí que salen. Y en los últimos días Luis Enrique ha empezado a defender que la salvación estará tan barata como la temporada pasada. Si esto es cierto, y llegan 38 puntos para conseguirla, sería suficiente con repetir actuación en la segunda mitad de la Liga. Y, teniendo en cuenta que el Celta sólo ha ganado 2 partidos en casa, no parece una misión titánica. Puede que, después de todo, no resulte tan malo haber hecho unos números tan pobres como local. Ahora no resultará nada complicado mejorarlos.