El 2013 ha sido una montaña rusa para Gustavo Cabral. De fichaje de relumbrón para apuntalar la defensa pasó a descarte habitual denostado por la afición, para recuperar su sitio y ayudar al equipo en la milagrosa consecución de la permanencia. La llegada de Luis Enrique parecía darse seguridad y un puesto en el once. Sin embargo, la sorprendente irrupción de David Costas desde el juvenil, relegó al argentino al banquillo, que sigue peleando con el canterano por ser el central derecho del Celta.

En entredicho

Gustavo Cabral empezó el año con dudas. La llegada de Demidov le sacó del equipo y solo la inoportuna lesión de Túñez en el Bernabéu le dio opciones de ser titular. Sin embargo sus prestaciones nunca terminaron de encandilar en Balaídos. Fallos en los cruces y poca velocidad. Pero sin duda su mayor defecto estaba en la salida de balón. La cruz del argentino, que se convirtió en el blanco de críticas habitual de la afición viguesa.

En la controvertida decisión que marcó el principio de su fin, Paco Herrera le colocó como mediocentro en Pamplona, posición en la que el ex de Levante sufrió muchísimo. Dos semanas después, en Getafe, un nuevo y clamoroso error en el inicio de la jugada, acabó en gol del equipo azulón, en victoria local y en destitución del técnico catalán del Celta.

Destierro y regreso con Abel

El fichaje de Resino no se tradujo en una desaparición inmediata del central. Pero tras varios partidos, Cabral perdió su sitio. A pesar del carrusel de lesiones de Demidov, el argentino no mantuvo su puesto y un sorprendente Jonathan Vila le ganó la partida para acompañar a Túñez en el centro de la zaga.

Foto: Eurosport.

Pero si hay algo que distingue a Cabral, es que siempre está ahí. A pesar de sus limitaciones técnicas y en algunos casos físicas, el defensor es un trabajador nato. Fruto de ello y para buscar mayor contundencia, Abel le dio la titularidad en los dos últimos partidos de Liga. En Valladolid, con un 4% de posibilidades de salvación, el Celta ganó 0-2 y Gustavo hizo el primero de los goles visitantes. Una semana después repitió titularidad en Balaídos ante el Espanyol, en un partido que ya está en el imaginario colectivo del celtismo.

Con Luis Enrique, siguió la pelea

El club decidió encarar la presente campaña con el preparador asturiano al frente. Aunque el argentino no empezó buen pie con su nuevo entrenador (llegó tarde al inicio de la pretemporada y Lucho le tuvo dando vueltas al campo una semana), con el descarte de Túñez, todo parecía indicar que sería el central titular junto a Fontàs. Pero en los planes del argentino (y en los de casi nadie) no estaba un chico de 18 años recién llegado del equipo juevenil. David Costas fue una de las claras apuestas de Luis Enrique y la competencia de Cabral en la temporada.

La sensación con el arranque liguero era que el chico era el titular para el entrenador. Sin embargo, el sistema de rotaciones de Luis Enrique no dejó sin minutos a un Cabral que no terminó de sentirse cómodo en un esquema de tanta posesión y tantos metros que defender a la espalda como el que propone el gijonés. Sus carencias en salida de balón y en velocidad, jugaban en su contra.

Pero las temporadas son largas. La aparición de Costas no fue tan fulgurante como quizá esperaba Luis Enrique. En algunos partidos, la categoría le vino grande al chaval, como en el Calderón. Cabral siguió a lo suyo. Esforzándose en resaltar sus virtudes por encima de sus defectos e intentando convencer a Luis Enrique en los entrenamientos y en los minutos que el astuariano le concede, hasta el punto de haber logrado equipararse con Costas en la lucha por la titularidad en estas puertas de 2014.