Quique De Lucas ha defendido durante tres temporadas la celeste. Y lo ha hecho siempre con profesionalidad, más allá de que su protagonismo fuese mayor o menor. Una primera temporada en la que maravilló a la afición, interpretando a la perfección el juego de contraataque. Goles y asistencias dejaron un buen sabor de boca en lo personal. En la segunda, la apuesta de Herrera por un juego de mayor posesión le complicó un poco más las cosas. No obstante fue un futbolista importante en el ascenso celeste.

Pero fue sin duda la pasada campaña, la más compleja en lo personal para De Lucas. Los fichajes de Augusto y Kronh-Dehli le cerraron las puertas a la titularidad desde la banda y tuvo que buscar sus minutos actuando como segundo punta en el 1-4-4-2 que planteó el técnico al inicio del curso. El paso del tiempo fue aislando más al de L’ Hospitalet, que fue gozando cada vez de menos minutos, llegando a quedarse fuera de alguna convocatoria.

Foto: AFP.

Con Abel, conato de recuperación sin éxito

La destitución de Herrera y la llegada de Resino le dieron nuevas oportunidades a De Lucas. El preparador manchego buscaba veteranía y un buen ejecutor de pelota parada, como armas para revertir la delicada situación del equipo. Sin embargo, el 22 celeste no consiguió aprovechar las oportunidades y sus actuaciones, tanto de cara como saliendo desde el banquillo, dejaron bastante que desear.

De puertas para adentro, su experiencia y su sensatez siempre fueron muy bien valoradas en el vestuario. No obstante, el agrandamiento de figuras como las de Varas o Bermejo, eclipsaron un poco el liderazgo del catalán.

A pesar de no ser su mejor temporada en lo personal, la liga acabó de forma inmejorable en lo colectivo, con una permanencia sufrida. El catalán fue el último en tocar el balón cuando el árbitro decretó el final del último partido de liga contra el Espanyol, que significó la milagrosa salvación de los celestes. La renovación era posible, sin embargo, tanto club como futbolista, entendieron que lo mejor era una salida y de forma amistosa rescindieron el contrato. De Lucas se marchó declarando amor al Celta y recibiéndolo en igual medida por parte de la afición.

De Lucas con la camiseta de Hércules. (Foto: Carla Cortés | VAVEL).

Intento de resurrección mediterránea

Aun con 35 años, De Lucas conservaba la ilusión por seguir jugando al fútbol. Además, su estado físico era impecable. Como el gran profesional que es, el atacante catalán mantiene una estricta dieta, así como un riguroso régimen de entrenamientos privados, lo que le permite mantener un tono físico excelente, así como una enorme un marcado carácter ganador que le lleva a exigirse siempre el máximo.

Su llegada al Hércules generó ilusión en Alicante. El equipo blanquiazul quería recuperar el protagonismo perdido en la categoría de plata, tras haber coqueteado con el descenso a Segunda B.

Tras un arranque prometedor con goles y asistencias, De Lucas se fue diluyendo. Efecto gaseosa. La fuerza inicial no fue refrendada con continuidad y nunca terminó de ser titular para Quique Hernández. Además, problemas físicos en forma de pequeñas lesiones le han impedido alcanzar un óptimo estado de forma. No obstante, el carácter ganador es el principal valor del catalán y a buen seguro que le hará dar lo mejor de sí mismo para ayudar al club alicantino a alcanzar sus objetivos en el 2014.