Un equipo equilibrado, solidario y con buenos automatismos asegura muchas posibilidades de éxito al final de una temporada, pero hay un tipo de jugador que es capaz de ganar un partido cuando los planteamientos colectivos no lo consiguen, como sucedió el pasado sábado en Cornellà - El Prat. Un encuentro muy igualado en el que ninguno de los dos equipos se mostró superior al otro. Un empate cantado. Fue entonces cuando apareció Sergio García para resolver la contienda a favor de su equipo en una acción de calidad. El delantero del Espanyol pertenece a esa clase de futbolistas que no abundan: el factor diferencial.

El Espanyol se llevó el gato al agua porque tenía a ese jugador. El Celta no lo tiene. Al menos no ha aparecido todavía. Nolito y Rafinha llegaron para intentar desempeñar ese rol, pero hasta el momento no lo han conseguido. El hispano-brasileño ha ido a más en las últimas jornadas, dejando muchos detalles de calidad y ayudando al equipo, pero no es ese corte de jugador, al menos por ahora. Mientras que al andaluz, que sí podría serlo, se le sigue esperando.

¿Colectivo o individual?

Parece un hecho que el Celta tiene mejor equipo que el año pasado. Un bloque más completo y más asentado, con unos automatismos bien definidos. Refuerzos que subieron el nivel global, jugadores que han dado continuidad a su gran nivel del pasado año, como Augusto Fernández o Hugo Mallo y otros que, tras una temporada de adaptación, están ofreciendo unas excelentes prestaciones en su segundo año en la máxima categoría. El de Álex López es el caso más claro pero no es el único. Jony, Orellana o Cabral están creciendo. Van a más en cada partido.

No obstante, el Celta está adoleciendo este año de la falta de un jugador que maque diferencias. La previsibilidad ofensiva en muchos partidos, así como cierta incapacidad para concretar ocasiones, derivan de ahí. Jugadores como Sergio García o Iago Aspas dan puntos El recuerdo de Iago Aspas continua imborrable en Vigo. A pesar de tener peor plantilla que este año, el equipo vigués tenía un futbolista capaz de ganar partidos por sí mismo. Un factor diferencial. El de Moaña se destapó en su debut en la máxima categoría como un jugador distinto, capaz de aglutinar una enorme cantidad de juego a su alrededor. Goles, asistencias, facilidad asociativa, pero, sobre todo, la sensación de que cuando tocaba la pelota podían pasar cosas. Imprevisible. Todos esos atributos llevaron al Liverpool a pagar 9’5 millones de euros para fichar al Agitador. Sin embargo, su técnico Brendan Rodgers parece no ver el talento del morracense, que no ha tenido demasiados minutos vestido de rojo.

Se suele decir que los grandes jugadores ganan partidos, pero los grandes equipos campeonatos. Gran verdad. No obstante, gozar de la calidad diferencial de futbolistas como Sergio García o Iago Aspas da puntos. Puntos muy valiosos para equipos que pelean por eludir el descenso. Este Celta transmite más solidez y recursos que el del año pasado. Sin embargo, en Vigo se sigue añorando a aquel jugador capaz de hacer saltar por los aires cualquier planteamiento colectivo. Al futbolista que daría el definitivo salto de calidad al cuadro celeste. Al factor diferencial.