El partido contra el Betis era una final, un partido de esos marcados en rojo en el calendario, por más que los entrenadores siempre eviten definirlos así. La oportunidad de dejar a un rival directo a once puntos, lo que en la práctica resulta casi imposible de remontar, era tan jugosa que no escapaba a nadie. Así que el celtismo se movilizó, organizó una de esas quedadas marca de la casa con las que recibe al equipo en las grandes ocasiones y lo lleva en volandas hasta su objetivo.

A remolque

Pero ni así. Que al Celta le cuesta entrar en los partidos no es algo nuevo. Ya se vió en la primera vuelta, en el Villamarín, y esta vez ocurrió lo mismo. El Betis tiene cada vez menos que perder y, con una alineación llena de pólvora arriba salió dispuesto a convertir el partido en un intercambio de golpes, intentando anular a Borja Oubiña como han hecho tantos otros equipos a lo largo de esta temporada.

Pero el Celta ha ido depurando a lo largo de los partidos un plan B consistente en salir por las bandas, con unos laterales que crecen con el paso de las jornadas. Hugo Que al Celta le cuesta entrar en los partidos no es algo nuevoMallo en la derecha y, Jonny, totalmente consolidado, en la izquierda. Pero, sobre todo, con Orellana, el futbolista que personaliza a la perfección el cambio de mentalidad de este equipo en Balaídos.

Así que, tras el tanto inicial que desnudaba una vez más las carencias del equipo en el marcaje posicional, y que demostraba la facilidad con que se les coge la espalda a los centrales, el Celta se lió una vez más la manta a la cabeza.

Era la cuarta ocasión consecutiva en la que el rival se adelantaba en Balaídos. Algo no por esperado menos molesto para la afición, que siempre se lo reprocha a los suyos durante unos instantes. Después, como si formase parte ya de una liturgia, viene la reacción. Esa que hasta hace un mes, cuando un gol en contra liberaba a todos los demonios sobre el césped vigués, nunca llegaba.

Cuestión de fe

Pero en el Celta local algo ha cambiado. Ya no hay tiempo para el lamento ni, sobre todo, para encomendarse a la siguiente victoria como visitante para compensar el fracaso. Ahora hay que resolver el problema sobreponiéndose a las dificultades. Y eso fue lo que ocurrió contra el Betis. Con el equipo espeso en el centro del campo, se optó por una solución alternativa y, desde luego, nada habitual. Balones al área y efectividad en el remate. Esta vez fue la banda derecha la que tomó la iniciativa, con Orellana personaliza a la perfección el cambio de mentalidad del Celta en BalaídosRafinha y, sobre todo, Hugo Mallo en plan estelar. Y con certeros remates de Charles y Orellana. El hispano-brasileño nunca perdió la fe, ni siquiera tras admitir malas actuaciones. La grada de Balaídos es sabia, y sabe lo mucho que trabaja por el equipo, en defensa y en ataque. Por eso, a pesar de su sequía goleadora, siempre ha estado con él. Contra el Betis lo agradeció con uno de sus mejores partidos, con un gol y dos asistencias.

Lo de Orellana está siendo un caso digno de estudio. El de un futbolista con condiciones, nunca se puso en duda, pero que relaciona en demasía sus actuaciones al factor anímico. Y ahora mismo está totalmente enchufado, decidido a estar en el mundial hasta el punto de intentar su salida hace un mes hacia Chile. Nadie considera ahora viable esa opción por la importancia que ha cogido en el Celta. Su motivación contagia al equipo y ha tenido mucho que ver en varias de las remontadas de Balaídos.

Sufrimiento sin balón

Una reacción tan rápida y tan efectiva le permitió al Celta tomarse con tranquilidad la segunda mitad, pero fue entonces cuando se reencontró con otro de los problemas que tantos dolores de cabeza le han provocado esta temporada. En cuanto espera atrás, en cuanto se organiza para defender y no pasar apuros, el equipo empieza a sufrir. Ha sido concebido para tener la posesión y, si no la tiene, se empieza a descomponer rápidamente. Se vio en varias secuencias ofensivas del Betis, que encerraron a nueve defensores en el borde del área, incapaces de recuperar el balón.

En cuanto espera atrás, el Celta empieza a sufrirPero el colista no se aprovechó de la situación, desquiciado y desbordado por una realidad liguera que lo conduce vertiginosamente hacia la Segunda División. Y ahí apareció Nolito, cuyo papel del último mes en el equipo es el de desatascar precisamente situaciones como esa, aunque no está viendo puerta con facilidad. Esta vez consiguió su gol, aunque tendrá que ofrecer mucho más, tal y como ha prometido, si quiere recuperar la titularidad.

Apuntalar el equipo

Pero al Celta todavía le quedaba tiempo para encajar un último gol. Fue a balón parado, faceta en la que el equipo ha mejorado mucho, pero en la que se siguen intuyendo esos famosos problemas en la marca. Una circunstancia que trae a la palestra la reciente incorporación del central Íñigo López.

Finalmente, la dirección deportiva ha tomado nota de las necesidades del equipo y ha optado por reforzar el centro de la defensa. Si en el partido de Cornellá pareció que la mayor necesidad estaba en la delantera, el 4-2 final del partido contra el Betis parece que le ha dado la razón a Torrecilla. Una muestra más de lo voluble que está resultando la temporada. Pero parece que sigue en marcha la búsqueda de un delantero que pueda escoltar a Charles. Si finalmente se concreta, los riesgos de una plantilla tan corta quedarían reducidos, aunque Borja Oubiña sigue sin tener un recambio específico. Y, después de dos días entre algodones, contra el Betis quedó claro una vez más su peso específico en los partidos, tanto para el Celta como para el rival.