Una semana más, la tarea parecía hercúlea. La posibilidad de ganar dos partidos de Liga consecutivos era tan golosa como intimidante para los célticos que, de un tiempo a esta parte, se encogen cuando salen de Vigo. Además, los precedentes no invitaban al optimismo. Al contrario. En las cinco oportunidades precedentes de encadenar dos triunfos, los de Luis Enrique se llevaron cuatro palos y sólo sumaron un empate. Fue precisamente en la primera de ellas, contra el Granada en Balaídos.

...el fútbol te da

Era el partido correspondiente a la tercera jornada, con el Celta desplegando un gran juego, recibiendo elogios y haciendo soñar a su afición. El final no fue un resultado justo después de lo visto sobre el terreno de juego. Los vigueses se marchaban con la sensación de haber merecido los tres puntos.

Una situación similar se vivió hace sólo dos jornadas, en Cornellá. Era la quinta ocasión de sumar la segunda victoria consecutiva. Las circunstancias no eran las mismas, La posibilidad de ganar dos partidos de Liga consecutivos era tan golosa como intimidanteEspanyol y Celta ofrecieron un espectáculo muy pobre que incluso provocó la somnolencia de la grada pero, cuando ya todo el mundo esperaba el empate final, apareció Sergio García para colocar una derrota más en el casillero visitante.

Pero esta vez, el Celta se vio compensado con una victoria que no esperaba, cuando ya había dado un paso atrás para defender el punto y evitar otra situación dolorosa en los últimos minutos. Fue entonces cuando lanzó una contra letal, precisamente la especialidad del nuevo fichaje, el delantero Welliton, y se encontró con esa pizca de fortuna en forma de balón muerto a los pies de Augusto. El equipo vigués se veía recompensado con los tres puntos, la satisfacción del deber cumplido, el desahogo clasificatorio y el fin de una mala racha como visitante que empezaba a ser preocupante. Todo en una sola jugada. ¡Qué cosas tiene el fútbol!

Película repetida

La puesta de escena en Los Cármenes fue la esperada, y la anunciada en la previa. Alcaraz pronosticó un partido dominado por su equipo y un Celta letal a la contra. Luis Enrique puso en duda estas declaraciones pero, consciente de los apuros de Oubiña para crear en los últimos partidos, se preocupó de ensayar la salida del balón con su defensa, recomendando incluso el desplazamiento en largo para evitar la presión.

Y una vez más se vio un Celta incómodo, con dificultades para mantener la posesión del balón. Oubiña se volvió a ver secado por el rival, sin que sus compañeros de viaje en el centro del campo, Augusto y Rafinha, sirvieran de alivio al capitán. Las sensaciones como visitante seguían sin ser buenas, y el estado del campo, muy resbaladizo, tampoco ayudaba al equipo que no tenía que correr tras el rival.

A balón parado

Se produjeron entonces algunas situaciones desconocidas en los últimos tiempos, lo que contribuye a reforzar la tesis del carácter cíclico del fútbol. El Celta volvió a marcar Una vez más se vio un Celta incómodo, con dificultades para mantener la posesión del balóna balón parado, y volvió a hacerlo Cabral, protagonista absoluto de esta suerte desde su llegada a Vigo. Lo que no cambia es su asistente. Rafinha sigue creciendo, y lleva algo más de un mes acumulando asistencias sin parar, desde aquel envío contra Osasuna que significó el empate. Ya lleva cuatro y, viendo lo activo y resolutivo que se está volviendo, no parece que se vaya a detener ahí.

Pero si a balón parado llegó la ventaja, también llegó el sufrimiento: el Celta había mejorado sensiblemente esta temporada en la defensa de la estrategia. Pero en Los Cármenes experimentó una regresión. Contra un Granada que dominaba pero que carece de profundidad en ataque, volvió la inseguridad, volvieron los errores en la marca, y volvieron las salidas en falso de Yoel. Y volvió el gol en contra. El Celta volvió a dejar escapar una ventaja, como al principio de la temporada. Como en el partido de Balaídos ante el mismo rival.

Territorio hostil

Que Granada es una plaza en la que el Celta no se encuentra cómodo no es ninguna novedad. De hecho, nunca había ganado allí en Primera. Y los sucesos del famoso play-off de ascenso de 2011 crearon, además, una rivalidad que sigue en la actualidad. Se palpaba durante la semana en A Madroa. Y Luis Enrique no esquivó ese hecho. El equipo vigués está firmando números de campeón de Liga contra los adversarios andalucesEl técnico no se asusta con facilidad y, de los tres futbolistas con pasado nazarí que llevó a Granada, decidió darles la titularidad a dos, Orellana y Nolito, que volvía al once. Fueron recibidos con silbidos durante todo el partido por una afición que no les perdona haber abandonado el equipo, aunque el gaditano sólo estuvo cedido seis meses, y el chileno nunca gozó del cariño de la grada ni de la continuidad en el campo. A los dos les sobró motivación, pero no vivieron un partido cómodo y se acabó notando.

El caso de Nolito es especial. Su falta de forma resulta evidente. Lo llevó a perder la titularidad, él mismo lo admitió, y sigue sin tener esa chispa en ataque. Pero, consciente de ello, centra sus esfuerzos en ayudar defensivamente al equipo, y esta fue una de las razones por las que el Granada causó muy poco peligro por la izquierda de su ataque. No se puede decir lo mismo de Orellana. También se esfuerza, y mucho, en defensa. Pero, por la naturaleza ofensiva de su juego, quizá el más vertical del equipo junto al de Rafinha, le falta presencia durante todo el partido, y Jonny acabó sufriendo contra dos atacantes en algunos momentos.

¿Toque de atención?

Orellana acabó sustituido, algo que no resulta sorprendente. Tampoco el cambio de Charles que, como él mismo reconoció, tenía un esguince de tobillo. Fue reemplazado por Santi Mina, recambio habitual para el ataque desde que salió del once. Veremos como evoluciona para el siguiente encuentro, y veremos también cómo llega el nuevo delantero, el brasileño Welliton, fichado media hora antes del comienzo del encuentro de Granada.

El cambio que sí resultó llamativo fue el de Aurtenetxe por Oubiña. El capitán estaba sufriendo en los últimos partidos, como ya se ha recordado en estas líneas. Los rivales lo acosan para evitar que el juego vigués fluya. Su único recambio en la plantilla es Fontás, hasta ahora un fijo en el centro de la defensa. Pero ahora el catalán tiene un nuevo recambio. Se llama Íñigo López, y acaba de llegar en el mercado invernal. En Granada aún no estaba para jugar, y por eso entró Aurtenetxe, que no goza de la confianza de Luis Enrique, pero cumplió con buena nota. Fontás adelantó su posición y acabó como pivote en el lugar del capitán que, además, tenía tarjeta. Veremos si no repite en esa solución en los próximos partidos, con la incorporación del nuevo central.

La excepción que confirma la regla

No se puede terminar este análisis sin mencionar la extraña circunstancia que está rodeando al Celta esta temporada, cuestionando esa norma no escrita de que en el fútbol todo se acaba equilibrando de una manera o de otra. Y es que, contra los adversarios andaluces, el equipo vigués está firmando números de campeón de Liga. Las matemáticas no engañan. Desde que empezó el campeonato, suma 19 puntos contra equipos de Andalucía, fruto de seis victorias y un empate. La cifra es aún más espectacular teniendo en cuenta que el Celta tiene 25 puntos. Así que sólo sumó 6 puntos contra todos los demás equipos. Sin duda son números dignos de estudio. No se sabe por qué ocurre esto, pero es una suerte que haya cinco rivales andaluces en la Liga BBVA, y que aún falte enfrentarse a tres de ellos. ¿O empezará el fútbol a compensar el desajuste en esos partidos?