¡El hijo pródigo ha vuelto! ¡Regocijaos! Banderas celestes ondeando en el cielo, trompetas sonando, imberbes multitudes recibiendo al hijo del Rey. La esperanza llegaba a una tierra yerma, levantada de su letargo tras la milagrosa victoria en la batalla final de la última Guerra. Huérfano de un héroe, el gentío anhelaba, necesitaba, una figura en la que volcar su fe.

Pesada carga

Y llegó. Al lugar de su infancia. Al hogar de su niñez. El joven Príncipe fue recibido como el salvador, como el guía hacia cotas más elevadas. Hacia victorias más grandes. Hacia sueños inalcanzables. Sus hazañas en lugares lejanos, habían llegado hasta las tierras celestes, y el prestigio de su estirpe le acompañaba. Marcado por la sangre. Sin embargo, sus batallas hasta el momento, habían sido casi entrenamientos. Castillos inabordables, dragones invencibles, hordas de fieros enemigos y un populacho que esperaba magia en cada mandoble de su espada, aguardaban al muchacho en una Guerra mucho más grande que cualquiera que hubiese librado en su corta vida.

Todo empezó. El Príncipe quiso dar lo mejor de sí desde el principio. Batalla a batalla, el joven lo dejaba todo. En cada lucha, en cada cruce de espadas, en cada movimiento estratégico, se palpaba su esfuerzo. Pero la enorme dimensión de la guerra convirtió al héroe en aprendiz. Abrumado. Superado por su nueva faceta, agobiado por las esperanzas puestas en él, maniatado por la ansiedad de querer agradar. Los errores se fueron sucediendo, el agotamiento llegando, la adoración del pueblo disminuyendo.

La batalla del Castillo Blanco, la que marcó la senda del joven Príncipe. (Foto: EFE).

Fue entonces cuando su estirpe dejó de ser un valor para ser un defecto. En ese momento su sangre era un peso y no una virtud. Su linaje, una sombra demasiado densa que ahogaba su respiración. Ya no era el elegido, ya no era el héroe del país celeste, su misión parecía caer en el olvido.

Liberado del peso; hacia arriba y sin techo

Pero esa decepción se convirtió en su ventaja. Liberado de la presión, el Príncipe se integró como uno más en el seno de las tropas. Aprendiendo de cada batalla, mejorando en cada lucha, creciendo a cada paso. Cada vez más sereno, más seguro de sí mismo. Sus habilidades comenzaron a  fluir de manera natural. El cansancio se tornó en frescura, el agobio cambió a determinación y la ansiedad se volvió libertad.

Ya no es hijo de nadie, ya no es hermano de nadie

La magia nace, viene en su clan. Pero también se hace. También se aprende como desarrollarla y utilizarla en beneficio de los suyos. Su crecimiento siguió, constante, igual que aumentan las lluvias cada día de invierno. Las tropas celestes no pudieron vencer en la batalla del Castillo Blanco, pero fue allí donde el joven Príncipe tomó constancia de sus facultades. No ha parado de crecer desde entonces. El esfuerzo y voluntad que siempre tuvo, encontró la magia como poderosa aliada y son sus compañeros en el frente los que más se benefician. Fue su última batalla la que vio cómo se desataban por completo todos sus atributos. Contra el ejército nazarí, al pie de la Montaña Nevada del Sur, junto a la Alhambra, el aprendiz volvió a ser héroe. Había llegado para quedarse.

La sensación de mejora del Príncipe, casi imperceptible en los albores dela Guerra, no ha parado de crecer en la última luna. Se ha hecho tan real como su escudo, el número doce, el de la gente, el de su gente. Su nombre ha trascendido al de su clan. Ya no es hijo de nadie, ya no es hermano de nadie. Se ha ganado por derecho incrustar su nombre en las conciencias de seguidores, aliados y enemigos. Se ha ganado escribir su propia historia. La historia del joven Príncipe. La historia de Rafinha.

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Sobre el autor
Borja Refojos
Estuve en VAVEL desde octubre de 2012 a enero de 2016. En ese período coordiné la sección del Celta desde julio de 2013 hasta diciembre de 2015, así como la cobertura del Mundial 2014, además de escribir crónicas, reportajes y todo tipo de artículos informativos. Actualmente trabajo como redactor en la Axencia Deportiva Galega (ADG Media) y colaboro en tuRadio 88.4 Vigo. Email de contacto: [email protected]