La primera circunstancia que llamó la atención en Villarreal fue la alineación de Luis Enrique, condicionada por la inoportuna gripe de Charles. Al igual que en Cornellá, el Celta se presentaba en un campo difícil sin una referencia clara arriba, ya que Welliton aún no está para estos trotes. El técnico optó por una solución sencilla, apostando por Santi Mina.

Juego directo

Pero no fue en la delantera, sino en el centro del campo, donde Lucho efectuó su declaración de intenciones. Sabiendo lo que esperaba a su equipo, optó por introducir músculo, por dotar de robustez a su línea de creación, con Fontás en el pivote, escoltado por Krohn-Dehli y Augusto, sacrificando a Oubiña y a Álex López.

Hay que remontarse mucho tiempo atrás para encontrar dos goles de estrategia del Celta en el mismo partido

El resultado no fue el esperado. El Celta no consiguió quitarle el balón a su rival, perdió la batalla de la posesión y, cuando la recuperaba, no era capaz de combinar con acierto. En cualquier caso, esta apuesta se fundamenta en la evidente mejoría del equipo atrás. El Celta actual se puede permitir vivir en su área durante muchos minutos contra un rival que lucha por entrar en la Liga de Campeones y salir indemne. Y eso fue lo que hizo, esperando el inevitable bajón físico de los locales. Ese que el equipo vigués había sufrido después del desgaste de la primera media hora contra el Athletic.

Sin respuesta

Pero el Villarreal no ha llegado a donde está siendo un equipo que juega a ráfagas. Con paciencia, siguió haciendo lo que sabe. Así que al Celta sólo le quedaba seguir aguantando, seguir esperando sus oportunidades, que tenían que llegar, y llegaron. Santi Mina se encargó de atenuar la importante ausencia de Charles, y también de recordarles a los locales que podrían echar de menos a Asenjo, con un par de acciones de una gran clase, que bien pudieron acabar en gol. Pero no fue así, de hecho, ni siquiera obligaron a intervenir a Juan Carlos.

Cambios providenciales

Ni siquiera los cambios siguieron un patrón habitual, dentro de un partido difícil, que se complicaba por momentos. Tras el descanso debutó Íñigo López, con la única misión de evitar una expulsión de Cabral que resultaría devastadora para el equipo, como bien ha ido quedando demostrado esta temporada. En el tramo final fueron relevados los dos interiores, Krohn-Dehli y Augusto que, superados por la exigencia física del partido, no pudieron brillar.

Para un equipo como el Celta es una necesidad y un lujo contar con jugadores como Nolito

Orellana, que hasta entonces había pasado absolutamente desapercibido, se mantenía en el terreno de juego. Así que el Celta se encomendaba a Nolito, pegado a la banda, y a Álex López, por dentro, para intentar volver a meterse en el partido. Y, precisamente, fueron ellos los que acabaron desnivelando la balanza hacia el lado gallego.

Bendito balón parado

Hay que remontarse mucho tiempo atrás para encontrar dos goles de estrategia del Celta en el mismo partido. Así que tuvo que ser en el partido más atípico cuando ocurriese. El primero, tras un envío de falta de Álex López que cabeceó a la red Orellana, el jugador más bajo de la plantilla viguesa.

La sentencia corrió a cargo de Nolito. Puede que no atraviese su mejor momento de forma. Puede que su entrada al campo, en un momento de máximo sufrimiento del Celta, pareciese un poco extraña. Pero sigue siendo un jugador determinante, y así lo demostró en una falta desde la frontal, que aseguraba que los tres puntos volverían a Vigo. Para un equipo como el Celta es una necesidad y un lujo contar con jugadores de esta calidad, aún cuando no estén aportando todo lo que se espera de ellos. El gaditano, aunque suplente, sigue participando, sigue dentro de la dinámica del equipo. Y, en un momento en el que parece que las cosas están empezando a salir bien, puede ser un factor decisivo en el hipotético despegue clasificatorio.

Las dos realidades

El Celta está confirmando la tendencia que debe llevarle por el buen camino. Con un buen juego como local, que ha empezado a darle los resultados que merece. Y, como visitante, sabiendo sufrir, sabiendo que los partidos duran 90 minutos y que hay que competir desde el primero hasta el último. Y, todo hay que decirlo, con una buena pizca de suerte, que siempre es necesaria para llegar a buen puerto. Esa suerte que hay que buscar, y que le ha dado 6 puntos en los minutos finales de las dos últimas salidas.

Las matemáticas dicen que el Celta tiene más cerca los puestos europeos que los de descenso

Esas dos imágenes diferentes y complementarias como local y visitante le han reportado a los de Luis Enrique 13 de los últimos 18 puntos en juego. Las matemáticas dicen que el cuadro olívico tiene más cerca los puestos europeos que los de descenso. Pero, ahora que se ha conseguido la regularidad, no conviene empezar a echar las cuentas de la lechera, y sí seguir trabajando para que estos fenómenos paranormales sigan repitiéndose y llenando de puntos el granero del Celta. Porque el invierno aún no ha acabado.

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Sobre el autor
Miguel Gallego
Periodista. Más de tres lustros de aventuras. Las cosas que pasan no siempre nos gustan, pero alguien tiene que contarlas...