Había sido una semana de debate entre el celtismo, pero de un debate distinto al de los últimos tiempos. Tras cuatro partidos sin perder, y con 10 de los 12 últimos puntos en el zurrón, el equipo se asentaba en la mitad de la tabla y, muchos años después, volvía a aparecer una palabra: Europa. Pero jugadores y cuerpo técnico no querían saber nada de ella, y la contrarrestaban con otra más inminente: Getafe. Un rival en caída libre, el peor de la segunda vuelta, y con un hambre de puntos mucho mayor que los vigueses. Por lo menos, sobre el papel.

Once de gala

Con la única ausencia del lesionado Mario Bermejo, Luis Enrique alineó a su equipo tipo, básicamente con los jugadores que iniciaron la Liga, y con los que después se El Celta se asentaba en la zona media y, años después, volvía a sonar la palabra Europa han hecho un hueco merecidamente: Jonny y Orellana. La vuelta de Oubiña dejaba a Krohn-Dehli en el banquillo, a la espera de su oportunidad. Era un equipo con calidad y toque, que inmediatamente se hizo con el control del balón. Pero con el paso de los minutos fue quedando claro que no iba a resultar un encuentro cómodo. Que, al igual que en los anteriores en Balaídos, la victoria iba a estar muy cara. Especialmente tras el gol de Lafita.

El apagón

Si en los últimos partidos se había constatado una evidente mejoría defensiva, determinante en la buena racha de resultados, esta vez volvió a producirse el cruce de cables; el despiste de la zaga que concede una, sólo una oportunidad al rival para que se adelante. Y Lafita no la desaprovechó. Así que el Celta se encontraba por detrás en el marcador sin merecerlo, ante un rival encerrado, y con la necesidad de remontar una vez más. Un escenario muy diferente al de las últimas salidas, pero similar al de anteriores encuentros en Balaídos.

Sin gol en Balaídos

Hubo reacción, hubo ocasiones, pero los de Luis Enrique se estrellaron una y otra vez contra la dura defensa madrileña. Ni siquiera la superioridad numérica durante gran El Celta se instaló en el área rival, pero careció de la frescura necesaria para cerrar el partidoparte de la segunda mitad permitió consumar la remontada. Sólo una genialidad de Rafinha, asistido por un Krohn-Dehli que acababa de salir del banquillo para hacerse con el control de la sala de máquinas, permitió rescatar un punto. Y es que se está produciendo una situación contradictoria en las últimas jornadas. Al Celta le llegan un par de ocasiones para marcar lejos de Balaídos. Se vió en Granada, y también en Villarreal. Pero en casa la cosa cambia. El equipo acumula jugadores arriba, llega sin problemas al área visitante, pero necesita una gran insistencia para perforar la portería rival. Y si, además, estrella dos balones en los palos, la cosa se complica aún más.

Desfondados

Tanto esfuerzo físico en la búsqueda de un objetivo que no llega acaba pasando factura a nivel físico. Sin embargo, en los últimos partidos parece que hay algo más. Contra El empate final fue un mal menor gracias al resto de resultados de la jornada el Athletic, el equipo vigués terminó el partido sacando fuerzas de donde no las había para intentar llevarse la victoria. Contra el Getafe, que jugaba en inferioridad, también se instaló en el área rival, pero careció de la frescura necesaria para cerrar el partido. El estado de Balaídos, muy blando tras las persistentes lluvias, puede tener buena aparte de culpa. También el estado de la Ciudad Deportiva de A Madroa, igualmente castigada. Y no hay que olvidar que el encuentro de El Madrigal se fue casi a las tres horas por culpa de la interrupción y la consiguiente reanudación. Son factores que se van sumando, y provocan esa pequeña falta de frescura, suficiente para que un equipo no sea capaz de desequilibrar al rival y asegurar los tres puntos.

El debate

El empate final fue un mal menor gracias al resto de resultados de la jornada. La distancia con el descenso sigue siendo de ocho puntos. Pero la diferencia con el séptimo puesto, ese al que no quería mirar Charles en la previa, ha aumentado hasta los 5 puntos. Así que todo apunta a que la palabra Europa va a dejar de sonar por el momento en la ciudad. Tal vez sea lo mejor, como se ocuparon de recordar los profesionales, que ahora mismo sólo quieren oír la palabra Elche.