No pasa siempre, pero sí la mayor parte de las veces. En fútbol, y sobre todo en las últimas jornadas de los campeonatos, las victorias suelen caer del lado de quien más las necesita. La victoria del Celta en el Ciutat de Valencia dejaba a los vigueses en una posición muy holgada, a siete puntos del descenso. Por su parte, el Málaga, a tres del pozo, llegaba a Vigo con el imperativo de puntuar para alejar los fantasmas de Segunda. Y aunque no pasa siempre, pero sí la mayor parte de las veces, el que más lo necesitó fue el que ganó.

Tras el tanteo, la intensidad hizo la diferencia

Los primeros minutos fueron de reconocimiento. No obstante, todo parecía indicar que el partido saldría abierto. Bonito. El Celta salió con Oubiña en el pivote, flanqueado porKrohn-Dehli y Augusto. Fontàs retrasó su posición al centro de la defensa, El Celta evidenció una clara incapacidaz de reacción donde formó acompañado de David Costas, que suplía al sancionado Cabral. Los locales quisieron mandar en el centro. Con la pelota. Fue el Vikingo el que llevó la voz cantante en la primera fase del partido. Participativo. El danés se asoció con Nolito, buscando dar dinamismo al ataque posicional celeste. Y de sus botas nació la primera ocasión (y la mejor) de los de Luis Enrique. Un gran disparo desde fuera del área que se estrelló contra el larguero. Era el minuto 13 y la cosa pintaba bien para los aficionados que casi llenaron Balaídos.

Camacho anotó los dos tantos malaguistas. (Foto: Salvador Sas | EFE).

Poco tardó el Málaga en dar la réplica. Un minuto después, de una pelota larga a la profundidad (constante en toda la primera parte) llegó un gran tiro de Samu al travesaño. Una madera para cada equipo en menos de un cuarto de hora. Poco a poco, los andaluces crecían en el partido. Intensos. Todas las pelotas divididas eran para los deSchuster, que robando y saliendo a la contra estaban generando mucho peligro a los locales. Amrabat y Samu, puñales al espacio, desarbolaron a la defensa celeste, especialmente a un David Costas que se vio muy superado.

La pelota parada desniveló la balanza

La mejora competitiva del Celta a lo largo de la temporada es evidente. Dentro de esa progresión está el balón parado, en el que los vigueses se han vuelto mucho más firmes. Sin embargo, la cabra tira al monte. El Málaga se llevó el partido gracias a dos goles en estas acciones.

La expulsión reforzó la idea del Málaga

En la primera, en el minuto 23, tras un saque de esquina, la pelota llegó a Duda en el vértice izquierdo del área celeste. El portugués puso un centro al corazón del área ante el que Yoel hizo un despeje blando. La pelota, muerta en el área pequeña, fue rematada a placer por Camacho, absolutamente solo en un grave error de marca.

Tras el gol, el Celta quiso desperezarse, pero sin tiempo para encontrar la velocidad de crucero, llegó el segundo gol ocho minutos después. Una falta lateral, magistralmente botada por Duda, encontró nuevamente a Camacho, que remató completamente solo ante una pasiva línea defensiva local. Demasiado fácil para el Málaga.

Sin reacción

El partido se puso muy de cara para los visitantes. En ventaja a la media hora y con tiempo y espacios para jugar a la contra. Tocaba arrebato local. Remontada heroica. Sin embargo nada de eso sucedió. Un Celta plano, indolente, sin ideas, fue incapaz de inquietar a Caballero en lo que restaba de primera parte. Oubiña espeso en la creación, Augusto inadvertido y Krohn-Dehli perdiendo fuelle. El centro del campo celeste no era capaz de fabricar fútbol.

David Costas volvió a la titularidad, pero se vio superado en muchos momentos. (Foto: Salvador Sas | EFE).

La segunda parte inició con una tónica similar. Rafinha, recuperado de su lesión, relevó a Oubiña a la salida de los vestuarios. El hispano-brasileño quiso dar nuevos bríos al Celta. Participativo. El pequeño de los Alcántara lo intentó con conducciones, asociaciones y capacidad de desequilibrio. Bien secundado por Hugo Mallo. El Látigo está a un nivel extraordinario.

La esperanza chocó con la inoperancia

En el minuto 65 aconteció una jugada que pudo cambiar el destino del partido. Duda, desde el suelo, soltó una patada a la rodilla de Rafinha. El árbitro lo vio y expulsó directamente al portugués. El Málaga se quedaba con uno menos, con 25 minutos por delante.

Rafinha no pudo abordar la fortaleza malacitana

Balaídos, excitado, vio en esa acción la posibilidad de encontrar el sol en medio de los nubarrones. La afición animó y empujó, pero el Celta no encontró la vía. La expulsión reforzó la idea del Málaga, que se replegó todavía más para blindar la portería. El juego se desarrolló en 40 metros. Balonmano. Pero la fluidez necesaria para entrar en este tipo de fortalezas, brilló por su ausencia en los locales. La pelota iba de lado a lado con demasiada lentitud.Previsibles. Los de Schuster, bien agazapados repelieron las tímidas ofensivas celestes sin demasiados apuros.

Si lo colectivo no funcionaba, en lo individual parecía estar la solución al entuerto. Rafael Alcántara asumió el reto. Su capacidad de desborde, extraordinaria, volvió a aparecer para provocar faltas, muchas de ellas con tarjetas para jugadores malacitanos. Eléctrico. Rafinha apareció mucho. Apareció bien. Pero ese primer desequilibrio que generaba, nunca encontraba continuidad. Buenas ayudas de los andaluces que estuvieron muy sólidos defensivamente.

Esa falta de ideas solo encontró una ocasión. Madinda, que había relevado a Orellana, recibió de Rafinha en la frontal. Su disparo fue repelido por Caballero. El rechace fue rematado a gol por Charles, en claro fuera de juego. Al margen de eso, un par de disparos de Nolito sin peligro fueron las ocasiones del Celta en el tramo final. Centros inofensivos, falta de variantes, inoperancia. La falta de intensidad de los de Lucho en el primer tiempo les lastró en un partido que murió sin sufrimiento real para un Málagaque consiguió una victoria muy importante para sus aspiraciones de permanencia.

El equipo costasoleño suma su segunda victoria consecutiva a domicilio que le permite alejarse a seis puntos del descenso. El martes a las 20:00 buscará ante elEspanyol en La Rosaleda dar un paso que le acerque más a la permanencia. Los problemas como local continúan para el Celta. Los vigueses no ganan en casa desde el 24 de enero, cuando vencieron al Betis (4-2). Su buen hacer como visitantes les permite mantenerse a siete puntos del descenso, pero dependiendo de los resultados de la jornada, la distancia podría disminuir. En la jornada intersemanal visitarán el Camp Nou, el miércoles a las 20:00, y el próximo sábado a las 18:00, el Sevilla encenderá de nuevo las luces de Balaídos.