Si hay algo que siempre persigue un equipo de fútbol es la identidad. Esa frase tan manida de “saben a lo que juegan” responde a eso. Tener claros los conceptos, asimilarlos y automatizarlos es el primer paso para un equipo que busque cumplir objetivos. Y el pasado sábado en Balaídos se enfrentaron dos equipos que tienen un ADN muy definido.

Viendo la mayor parte del partido, sería complicado decir que equipo está peleando por el título de Liga y cuál lo hace por evitar el descenso. Durante los 90 minutos el Celta dominó la pelota, jugó en campo contrario y fue el protagonista absoluto de los ataques posicionales. Por su parte, el Atlético de Madrid metió dos líneas de cuatro por detrás de la línea de la pelota buscando no conceder ocasiones y aprovechar fallos del rival, como acabó sucediendo. Un grave error de Jonny le costó el partido a un Celta que, no obstante, cuajó una gran actuación colectiva.

Lotina y Vázquez fueron pitados con el el Celta en Europa

Cuestión de identidad. El Celta tiene claro desde la llegada de Luis Enrique, que su crecimiento es a partir de la pelota. Ya desde antes. Desde Víctor Fernández, el gusto por el fútbol de toque está muy interiorizado en Vigo y, probablemente, una propuesta como la del Atlético de Madrid no calaría en Balaídos. Conviene recordar que la parroquia viguesa pitó a Lotina con el equipo en la Liga de Campeones y a Fernando Vázquez mientras jugaba la UEFA. El juego defensivo no gusta en la Puerta del Atlántico, más allá de que sea efectivo para hacer grandes cosas, como demuestra el Atlético “partido a partido”. 

Los colchoneros han conseguido llegar al último cuarto del campeonato con posibilidades reales de ser campeones. Y lo han hecho con una identidad. Da igual que el rival sea un humilde que busca la permanencia. Ocho y hasta nueve hombres por detrás de la línea de la pelota. Presión asfixiante, solidaridad y muchas ayudas. Intensidad. A veces bordeando la ilegalidad. No es problema para el Atlético cometer una falta tras otra para cortar el ritmo del rival. No es problema protestar cada decisión arbitral para desquiciar al rival. No es problema achicar el campo en 30 metros para desgastar al rival. No lo es, porque tiene una identidad. Los rojiblancos se pasaron 90 minutos en el campo de un equipo que aspira a la permanencia defendiéndose y esperando un error para matar. Y así lo hicieron.

La pelota es el credo del Celta

Hay una duda filosófica que siempre aparece en estos casos: "¿Está bien que un equipo que pelea por el título haga este tipo de juego?" Cada uno debe encontrar su respuesta. Lo que está claro que para el entrenador y los jugadores del Atlético de Madrid lo es. Y también para su afición. Y lo que es innegable, es que llevando a cabo esa propuesta ha conseguido revertir la tendencia de Liga de dos de los últimos tiempos. Esto ya no es solo cuestión de identidad, sino de, además, creer ciegamente en lo que se hace.

El Celta tiene calidad suficiente, tiene fútbol de sobra, pero, sobre todo, tiene una identidad bien definida. Son atributos que invitan al optimismo y a creer que, a pesar del mal momento de resultados, los celestes van a salvarse y van a hacerlo sin renunciar a su ADN. El equipo de Luis Enrique puede ganar, puede empatar o puede perder. Puede jugar un futbolista u otro. Pero la idea siempre es la misma. La pelota no se mancha. La propuesta no se negocia. La identidad celeste es el balón.