Desde principios del actual siglo, los de Pucela únicamente han logrado la victoria en tres ocasiones sobre un total de 18 enfrentamientos. La última de ellas, fresca en la memoria, en vísperas de las pasadas fiestas navideñas y tras un mal partido de los celestes bajo la niebla del Nuevo Zorrilla. Contrastan con este dato las 11 victorias viguesas, primera de las cuales llegaba en octubre del 2000 en Balaídos, victoria por 2-1 con goles de Valery Karpin y Edu.

Al Celta siempre le ha costado más derrotar a los blanquivioletas jugando como local

Pero sin duda llama la atención que los dos últimos grandes logros del Celta han tenido como invitado de honor al rival que ahora se vuelve a cruzar en el camino. La pasada temporada el equipo agonizaba y debía triunfar en Zorrilla para llegar vivo a la última jornada. Rubén Blanco participó en aquella victoria que no se saboreó en exceso porque todavía faltaba completar la carambola con una última jornada redonda, algo que al final sucedió.

Y hace dos años, al inicio de la segunda vuelta, el Celta lograba también una victoria en tierras vallisoletanas con un gol de Joan Tomás en el descuento de un partido que terminaría por resultar clave para lograr el ascenso directo. Aquel día unos 2.000 aficionados celestes se desplazaron a apoyar a su equipo, algo relativamente habitual en los enfrentamientos contra el Real Valladolid. Una cifra que, viendo la cantidad de aficionados que viajaron este año a campos lejanos como Almería, se hubiese superado el pasado mes de diciembre si el encuentro no hubiese tenido lugar un lunes. Un diez para la afición, que este año ha teñido de azul cielo los estadios rivales con mayor notoriedad que en otras temporadas.

Un estadio, el José Zorrilla, que recordará con cariño Henrique Guedes da Silva Catanha, autor de cinco tantos que supusieron tres victorias para el Celta de Víctor Fernández y Miguel Ángel Lotina durante los años 2001 y 2002. Otros ilustres como Mostovoi, Milosevic o Gustavo López también disfrutaron perforando la portería pucelana antes de la caída a Segunda División en el 2004.

Paradójicamente, e igual que viene sucediendo a lo largo de esta temporada, al Celta siempre le ha costado más derrotar a los blanquivioletas jugando como local. Únicamente cinco de los nueve enfrentamientos que han tenido lugar en Balaídos acabaron con triunfo vigués, destacando el regalo de Reyes de la pasada temporada. Aquel día la conexión entre Krohn-Dehli y Iago Aspas fabricó el primer tanto y Álex López anotaba su primer gol ante su público como jugador de Primera División.

Desde principios del actual siglo los de Pucela únicamente han logrado la victoria en 3 ocasiones

Aun con todo, el fútbol es presente. Y el próximo lunes el que más se juega es el Valladolid, lo que seguro se dejará sentir en el terreno de juego. Los pucelanos mantienen una lucha enconada con varios equipos en el filo de la navaja, tal y como le sucedía al Celta hace un año, y no pueden desperdiciar ninguna oportunidad de sumar. El drama de no poder fallar, una sensación de angustia sobradamente conocida en Vigo y que esta temporada, por suerte, hace bastantes semanas que se ha desvanecido.

Un final de temporada plácido. Una balsa de aceite. Un oasis de tranquilidad. Cualquiera lo hubiera firmado en agosto y también en diciembre. Los tres puntos frente al Valladolid acabarían definitivamente con el sufrimiento de un plantel en permanente crecimiento desde su retorno a Primera División. Desde Pucela viajará a Vigo un equipo que casi siempre trae buenas noticias. Esta vez podría dejar en Balaídos, y todavía con tres jornadas por delante, la permanencia matemática.