“Fútbol de salón, fútbol de salón”. Uno de los cánticos más escuchados en Balaídos en la época de la Máquina Celeste. Aquel equipo bordó el fútbol, plasmando sobre el tapete la idea de Víctor Fernández y la repetición de esas tres palabras se convirtió en uno de los sonidos habituales del municipal vigués. Pero el fútbol de salón no se ha quedado en una arenga músical. Ha trascendido. El fútbol de salón es una idea, una propuesta, una forma de entender este deporte, que ha llevado al Celta a derrotar al Valladolid en Balaídos y, por extensión, a lograr la permanencia un año más en la Liga BBVA.

Ideas claras

Después de conseguir los ansiados 40 puntos la semana pasada en Almería, había ciertas dudas sobre las prestaciones que podía dar el Celta contra un Valladolid que (teóricamente) se jugaba la vida. Poco tardaron en disiparse las dudas. Tras la ya habitual torrija local en los primeros minutos, en los que los visitantes inquietaron, los celestes se quitaron las ataduras y se encontraron a sí mismos. Balón. El Pucela presionaba, pero la pelota corría más.

Minuto de silencio en memoria de Tito Vilanova. (Foto: Xoan Carlos Gil | La Voz de Galicia).

Dos veces se homenajeó a Tito Vilanova en Balaídos. Primero con un emotivo minuto de silencio. Después, con el Celta llevando a la práctica el ideario futbolístico del malogrado ex técnico del Barça, del que no pudo disfrutar cuando fue jugador celeste en los noventa y el equipo vigués apostaba por la brega y la lucha. De esta forma, pronto, muy pronto llegaron las ocasiones. Primero Charles en el minuto 6, luego Nolito en el 12. Ambos encontraron la madera en su camino hacia el gol. El brasileño con un duro disparo desde la frontal y el gaditano en un remate de cabeza. El palo izquierdo también quería tocar balón.

Orellana desencadenado

Con el Celta dominando absolutamente la posesión, el Valladolid esperaba su oportunidad a la contra. Bergdich quiso intentarlo en varias ocasiones desde el costado izquierdo, pero estuvo desacertado en el último pase. Mientras tanto, los locales iban in crescendo. El percance de Hugo Mallo, que tuvo que dejar su sitio a Aurtenetxe, fue la única nota negativa. El lateral sufrió un fuerte choque que le impidió continuar y podría tener afectada la clavícula.

Si la cruz celeste fue Hugo Mallo, la cara fue Fabián Orellana. Descomunal. El chileno firmó una exhibición, con unos 25 minutos finales de la primera parte de otra galaxia. El Ninja apareció de la nada, entre las sombras, para firmar una carrera vertical, punzante, hacia la portería de Jaime. Tras combinar con Charles, el chileno se plantó ante el portero pucelano, que pudo despejar a córner su remate. Soberbia cabalgada del jugador celeste que dejó atrás a los defensas visitantes.

Orellana iba sin cadena

Ya que había empezado, Orellana no quiso parar. El chileno iba sin cadena. Eléctrico. Apareciendo por todas partes del campo, asociándose, desbordando. Pero antes de una nueva picadura (esta vez letal) del Asesino Silencioso, a punto estuvo de marcar el Valladolid. La tuvo Larsson en mano a mano con Yoel, tras ganarle la partida a Aurtenetxe y a Cabral, pero el guardameta vigués consiguió despejar. En la siguiente jugada, el Celta inauguró el marcador. Nueva conducción fulgurante de Orellana por el carril del ocho para acabar filtrando un pase maravilloso a Nolito que marcó a placer. 30 segundos entre una jugada y otra. Fútbol.

Losa blanquivioleta

El gol de Nolito fue un mazazo para el Pucela, que hasta el momento había sobrevivido en el partido. La sensación era que el Valladolid estaba grogui y que podía acusar el tanto en contra. Así fue. Tan sólo pasó un minuto y Orellana volvió a enganchar en línea de tres cuartos, esta vez con Charles. El brasileño, mano a mano con Jaime, no perdonó. Durísimo golpe para los visitantes que en dos minutos pasaron de poder ir ganando a ir perdiendo 2-0.

Orellana, el mejor del partido. (Foto: Xoan Carlos Gil | La Voz de Galicia).

La vuelta de los vestuarios para la disputa del segundo tiempo no trajo nada bueno al Valladolid. Manucho entró por Larsson para intentar remontar con un juego directo. Sin embargo, no hubo tiempo para nada. Al minuto del arranque, Nolito hizo su segundo tanto y el tercero de su equipo.Un maravilloso taconazo de Madinda dejó al gaditano solo ante Jaime, al que batió cruzando el balón al palo largo. Doce goles para el extremo, que iguala la marca de Iago Aspas el año pasado.

Pero el castigo no terminó ahí. Apenas dos minutos después, un centro de Madinda desde la izquierda fue rechazado por Mitrovic hacia su propia portería. Autogol. La crueldad del fútbol se cebaba con un Valladolid que ni siquiera tuvo tiempo de intentar revertir la situación. Lo peor para los pucelanos es que aún quedaba toda la segunda parte por delante.

Llegando casi sin querer

Los minutos iban pasando, pero el Pucela no tenía convicción ni fuerzas para ir hacia adelante. Debido a esto, casi por obligación, el Celta siguió tocando, combinando, llegando. Nolito pudo hacer el hat-trick, pero no pudo controlar en inmejorable situación. Augusto relevó a Rafinha a la hora de partido. Sin tener su mejor día, el hijo de Mazinho dejó gotas de su inmensa calidad y la afición se lo agradeció con una gran ovación. También entró Bermejo por Charles poco después.

El Valladolid mostró una indolencia impropia de su situación

El primer balón que tocó Super Mario pudo significar la fiesta completa en Balaídos. Bergdich, en un error garrafal, le entregó el balón al cántabro dentro del área pucelana. Entra la sorpresa del ariete y la rápida salida de Jaime, la acción quedó en nada. Solo sirvió para que el joven jugador marroquí del Valladolid se viniera abajo. Poco después, Juan Ignacio Martínez le sustituyó por Jeffren. Ya en el banquillo, se derrumbó. Unas lágrimas de impotencia que reflejaban la actuación de su equipo en el partido: pobre, indolente y con la sensación de que no se jugaba nada.

Pacto de no agresión

Un disparo de Nolito repelido por Jaime (el mejor del Valladolid) fue la última ocasión celeste. Quedaban 20 minutos por delante, pero el resultado y la situación emocional del Pucela, no invitaban a más. Los de Luis Enrique se limitaron a controlar la pelota y dejar pasar los minutos. El partido se enfrió en el césped, pero siguió bien caliente en la grada, con la parroquia celeste celebrando la permanencia por todo lo alto.

El gol de Nolito, al inicio del segundo tiempo, sepultó las esperanzas pucelanas. (Foto: Xoan Carlos Gil | La Voz de Galicia).

En algo parecido a un arrebato final, el Valladolid intentó hacer el gol del honor y lo consiguió. Fue Manucho, rematando a la perfección un centro desde la derecha. El angoleño pudo volver a marcar, pero Yoel estuvo rápido y desbarató la ocasión. Un tímido disparo de Javi Guerra y un penalti no señalado de Bermejo, que empujó a dentro del área a Rossi, fueron el limitado bagaje ofensivo de un Pucela que decepcionó en Balaídos.

Las cuentas quedan claras. La permanencia celeste no es matemática, pero sí virtual. El partido aplazado del Valladolid contra el Real Madrid es lo único que separa a los vigueses de cumplir su objetivo al 100%. Los pucelanos se quedan con 33 puntos, pero con un partido más. A pesar de que su situación clasificatoria es muy delicada, tienen un calendario bastante benévolo. Al margen de los blancos, tienen que jugar contra el Espanyol (salvado), el Betis (descendido) y el Granada en la última jornada. Por su parte, los celestes seguirán en Primera un año más, salvo hecatombe y podrán disfrutar con tranquilidad del complicado calendario que les queda. El fútbol de salón seguirá en la élite.

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