Por fin llegó la indisciplina. Nunca un acto de rebeldía por parte de un futbolista de Primera División había sido tan previsible. El insólito rol de Welliton Soares de Morais (conocido como “W.S.M., de 27 años de edad y natural de Brasil” por la Policía Local de Vigo) en la plantilla del Celta por fin ha tenido su desenlace con la lamentable escena de esta madrugada, que ha puesto fin a semanas de preguntas y burlas acerca de la razón del fichaje del atacante cedido por el Spartak de Moscú. Al tratarse este de un caso policial, lo primero que se debe hacer es encontrar al culpable del “delito”, quién ha consentido que esta situación salpicase al club en las horas más plácidas desde su regreso a la máxima categoría del fútbol nacional.

El fracaso del jugador

El primer señalado en esta investigación es, cómo no, el jugador. Algo extraño ocurría en Casa Celta cuando ese hombre que llegaba prometiendo trabajo duro y goles por la felicidad de los aficionados seguía sin aparecer por el césped una vez superados los supuestos plazos dados por Luis Enrique para subsanar el pésimo estado de forma con el que llegó al club vigués. Raro era que este ariete regordete con dificultades para dar toques de balón en su presentación ante la hinchada de su nuevo equipo sólo hubiese disputado cinco minutos con la zamarra celeste y formado parte de sólo tres convocatorias en toda la segunda vuelta. Parecía insólito que el entrenador asturiano hubiese condenado al más auténtico de los ostracismos a un hombre que no había tenido la oportunidad de demostrar si tenía o no el nivel suficiente para ganarse unos minutos de juego en partido oficial. ¿Qué ocurría?

No tardó en comprobarse que el jugador no mostraba actitud entrenando

El propio Welliton dio las primeras pistas en A Madroa. Ni siquiera las extrañas lesiones que se convirtieron en la excusa, por encima de la “decisión técnica”, lograban encubrir una realidad que comenzaba a formar parte del runrún de la grada de Balaídos: el brasileño no estaba por la labor de sudar la camiseta en los entrenamientos, de comprometerse a luchar por la permanencia del equipo, y mucho menos, de tratar de convencer a técnicos y directivos de que podía tener un hueco en el proyecto de la próxima temporada. Las posibilidades eran dos: o un desplante violento durante un entrenamiento o una “cazada” tras una juerga nocturna. Parece que a Welliton le convenció más la segunda idea.

El (nuevo) fracaso del club

Pero el dedo también apunta más arriba. Se lavó las manos Miguel Torrecilla hace unos días, cuando reconoció que el delantero del Spartak ruso "no estaba cumpliendo con las expectativas", como si supiera que el espectáculo de la madrugada de este lunes en las calles viguesas se fuese a producir pronto. Pero el director deportivo del Celta es el gran culpable.

31 días tiene enero, 31 días en los que la LFP permite inscribir nuevos futbolistas, 31 días para sondear el mercado, barajar opciones y decidir qué hombre era el más conveniente para erradicar la carencia de gol de la que se lamentaba Luis Enrique. A última hora del último día, como si el fichaje fuese un trámite burocrático que había que cumplir, llegó Welliton a Vigo. “Nos va a dar una variedad y una amplitud en el ataque importante”, pregonó el salmantino, que parecía desconocer que su nuevo fracaso llevaba tres meses sin disputar un partido de fútbol.

La dirección deportiva ya ha reconocido su error con el fichaje del brasileño

La situación se quedaría en anécdota si no fuese porque Torrecilla sigue sumando méritos a su desastrosa gestión de los fichajes del club, que pone muy en entredicho el trabajo del equipo de ojeadores celestes. Especializado en la incorporación de jugadores “olvidados” en equipos de moderado prestigio en Europa (como los memorables Park, Pranjić o Demidov), todos ellos carentes de algún atisbo de implicación y compromiso, Miguel Montes Torrecilla muestra con claridad cómo las funciones de los altos cargos de un club de fútbol se alejan del césped y del banquillo, para dejar la tarea de construir un proyecto con el único escenario de los despachos. ¿Se consultó a Luis Enrique sobre este fichaje? ¿Qué otras opciones barajaba el club? ¿Cuál fue el coste de la cesión y el sueldo del jugador? Muchas dudas rodean otro oscuro asunto en el club vigués. Y por el momento, W.S.M., de 27 años de edad, se está encargando de responderlas todas.