El partido del Arcángel empezó a jugarse en el momento en que las cabezas pensantes de la Liga establecieron su horario para las siete de la tarde de un sábado de agosto. Esas mismas cabezas que ya han modificado dos de los tres primeros horarios del Celta. El único que no se alteró fue este Córdoba-Celta, imperturbable, bajo un sol de justicia y a 35 grados de temperatura. Lo sabía Berizzo cuando lo preparó durante toda la semana, con unas condiciones diametralmente opuestas en A Madroa. Pero el Toto no ha llegado a Vigo dispuesto a dejarse influenciar por agentes externos.

Presión y efectividad

Así que sobre el césped del Arcángel desplegó todo el arsenal del que dispone, con un once muy parecido al que empezó la Liga contra el Getafe en Balaídos, con la única inclusión de Radoja en lugar del canterano Borja Fernández. La otra novedad, el fichaje estrella Pablo Hernández, esperaba su oportunidad en el banquillo.

El Celta demuestra su piedad cuando entra en el área rival

El Celta no perdió más tiempo. Cogió el partido por los cuernos desde el principio, avasallando a un rival que se estrenaba ante su público, y dominandolo sin piedad. Bueno, la piedad la demuestra el Celta cuando entra en el área rival. Es entonces cuando desperdicia ocasiones que se echan en falta minutos más tarde. Porque el Celta sabía que la gasolina se le iba a terminar en algún momento, quiso sentenciar en la primera parte, pero no fue capaz de concretar un buen número de ocasiones claras generadas por esa pareja letal que tiene en las bandas. Nolito y Orellana son capaces de fijar a dos rivales por cabeza cuando cogen el balón, lo que provoca espacios. Lástima que Larrivey no tuviera su mejor tarde en Córdoba. Estuvo desaparecido en el área, y apenas consiguió de controlar un par de balones, a pesar de que gran parte del juego de la primera mitad se desarrolló cerca de sus dominios.

Pero no fue Larrivey el único que no estuvo acertado de cara al gol. Nolito, Orellana y sobre todo, Álex López se sumaron al festival de ocasiones desperdiciadas. El ferrolano sabe que tiene un ejército de aspirantes a su puesto. Está acostumbrado a vivir con ello y cumple con solvencia. Quizá es cuando llega al área, y aparece en el horizonte uno de sus puntos negros, la falta de gol, cuando lo acusa más.

Gol psicológico

Por unos motivos o por otros, el Celta no consiguió desequilibrar el marcador a pesar de llevar el peso del juego durante toda la primera mitad con el consiguiente desgaste. Fue entonces cuando el Córdoba dio señales de vida, sin llegar a crear claras ocasiones de gol. El Celta está trabajando todos los aspectos del juego, y la defensa es otro de ellos. Ya no se aprecian lagunas tan grandes en la transición ataque-defensa.

El gol tenía que ser una liberación, pero se convirtió en una losa

Curiosamente, el gol llegó cuando menos se esperaba, cómo no, fabricado por los dos jugadores más en forma del equipo. Nolito y Orellana, Orellana y Nolito. El chileno fue el arma ejecutora aliado con Juan Carlos, portero rival.

Lo que tenía que ser una liberación se convirtió en una losa sobre los castigados futbolistas célticos. La sensación del trabajo cumplido después de tanto esfuerzo sobrevino en el peor momento posible, a falta de cuarenta minutos para terminar el partido. Es la segunda vez que sucede esta temporada. Contra el Getafe, la relajación llegó con 2-0 en el marcador, y por eso el cuadro azulón no consiguió empatar. Pero la ventaja mínima era un caramelo para un rival que acaba de ascender después de 42 años y que, como suele ocurrir, va transportado en volandas por una afición entusiasmada.

Los ocho minutos siguientes se convirtieron en una nebulosa de ataques del rival, de pérdidas de balón, de imprecisiones y de despejes defectuosos que acabaron, inevitablemente, en el gol del empate.

Reacción tardía

Durante este intervalo quizá se echó en falta algún cambio por parte de Berizzo, influenciado a fuego por Bielsa en su periplo como entrenador. Es sobradamente conocido que el loco confía en su bloque, que no es un gran partidario de grandes modificaciones, y que suele efectuar pocos cambios. Visto lo visto en estas dos jornadas, parece que Berizzo va a optar por una estrategia similar.

El partido del Arcángel empezó a jugarse cuando las cabezas pensantes de la Liga establecieron su horario

El primer cambio llegó ya con empate en el marcador. Como contra el Getafe, la solución era Augusto Fernández. El argentino no tuvo su mejor día. Ha tenido un verano complicado, fue el último en llegar, precedido de insistentes rumores de venta, que aún no se han disipado del todo. Puede que afectado por todo esto, o simplemente por falta de ritmo, estuvo algo lento en muchas acciones, tanto en el centro, como cuando le tocó actuar en banda.

La segunda opción era Charles. Entró a falta de un cuarto de hora escaso, quizás también un poco tarde, viendo el rendimiento de Larrivey. Fue un simple cambio de cromos en un sistema que funcionó mientras tuvo gasolina. Aún así, el brasileño dejó varios recuerdos en el paso por el que fuera su casa, incluido un balón al palo anulado por fuera de juego. En la batalla por la titularidad de la delantera, Charles ganó algunos puntos en el Arcángel.

Con el partido ya encaminado hacia el inevitable empate, Berizzo hizo debutar a un Pablo Hernández algo falto de ritmo. La marcha de Nolito hizo a Orellana cambiar de banda, y Augusto se fue a su posición natural como extremo. Es una solución interesante, que explica en parte la desaparición de Santi Mina de las convocatorias. Llamado a ser el recambio de Nolito en la izquierda, el canterano se ve afectado por la abundancia y polivalencia de hombres de ataque de la plantilla. Orellana pasó así a extremo izquierdo, Augusto al derecho, Hernández al centro, y el esquema se mantuvo en el irrenunciable 1-4-3-3 del Celta.

Los nuevos, casi a punto

El partido sirvió también para seguir acoplando a los nuevos futbolistas. Radoja aceleró su adaptación y se estrenó como titular. Berizzo había anunciado tras el debut que iba a proteger a Borja Fernández. Seguramente no quiso exponerlo al terrible calor ni al ambiente hostil del primer encuentro lejos de Balaídos. El serbio cumplió con buena nota, a pesar de los lógicos problemas de acoplamiento. Apunta maneras, tiene calidad y presencia física, aunque tuvo que excederse en algunas acciones y acabó con tarjeta.

Pablo Hernández llegó como fichaje estrella del verano, pero no había podido estrenarse hasta los diez últimos minutos del partido del Arcángel. Su presencia en el campo fue testimonial, pero una buena noticia. Con el parón liguero que se avecina podrá mejorar su condición física y luchar por un puesto en una posición con mucha competencia.

Sensación agridulce

El del Arcángel fue un partido de luces y sombras. Luces que confirman la puesta en escena de un equipo bien trabajado, que no va a dejarse amedrentar independientemente de las condiciones y del rival, y con un fondo de armario que garantiza que se pueda mantener el alto ritmo que propone.

El objetivo sigue siendo igualar los registros de la temporada pasada

Y sombras que traen a la memoria uno de los males endémicos del equipo. La falta de concentración, de intensidad con el marcador a favor, y las dificultades para mantener los resultados favorables.

Así que el Celta se va al parón con una sensación agridulce, la de haberse dejado dos puntos en el campo de un recién ascendido. Pero con en equipo invicto, y con cuatro puntos de seis posibles. Idéntico arranque al de la temporada pasada. E igualar sus registros es el objetivo de este curso, ¿no?