Dépor y Celta son yin y yang, la dualidad de todo lo existente, opuestos relativos absolutamente interdependientes. El equilibrio dinámico de una dualidad de dos tonalidades de mar que en Galicia son dos sentimientos, cuando uno aumenta, el otro disminuye, cuando uno chora el otro ríe.

Binomio de bellezas, de una ancestral rivalidad reflejo y prolongación del pueblo, la luita polo galego e pola sua terra, no sur ou no norte, un balón dividido por dos bellas ciudades lejanas por su diferente personalidad histórica, pero en cambio íntimamente unidas y muy cercanas geográficamente. La singularidad de dos urbes moldeadas por el sol, y la chuvia de un mismo corazón galego, dos circulaciones del mar, Rias baixas, Rias altas, Vigo, A Coruña. Norte, Sur, brazos de mar y fútbol sometidos a las mareas de cada año, de cada temporada, el caprichoso navegar de un balón que escribió la singularidad histórica de O noso derbi.

Una vez al año, Riazor y Balaídos se convierten en un enorme pazo de acantilados rocosos batidos por el oleaje, el envite deportivo de un enfrentamiento histórico que se vive intensamente en gradas moldeadas por conchas de vieira y un césped sembrado de algas bentónicas marinas, algas azules, algas celestes, dos heráldicas bordadas en el corazón de Galicia, el linaje azul celeste del sentimiento celtiña y la cruz de Santiago arrebatada en un derbi a su eterno rival, el Deportivo, cuya bandera triangular, grimpola que engalana la embarcación de un sentimiento blanquiazul e indica la dirección del viento futbolero, enmarca el cinturón de caballero que rodea el pendón morado de la Sala Calvet y la bandera de Galicia. Símbolo de unión, fidelidad y comunión entre aficionados y el club de la Torre de Hércules.

Dos escudos, dos historias, dos sentimientos y una navegación, porque Coruña y Vigo no son concebibles sin la infinita lámina de luz y claridad espectral, el azul eléctrico del mar que asciende al cielo del recuerdo como un vapor mágico y transparente. Ciertas imágenes de la infancia se quedan grabadas en el álbum de la mente como fotografías, como escenarios a los que no importa el tiempo transcurrido, siempre regresamos y recordamos. Y el derbi gallego, “O noso derbi”, es un constante regreso de viejos aficionados que fueron jóvenes y jóvenes que fueron niños.

El balón, el mar, de nuevo el balón, siempre el mar, el de Vigo ligado a los orígenes de la lírica galaica, las “cantigas de amigo”, trovadores y juglares celestes que moldean una costa bordada por la humedad salada, ese balón navegando hacia el mar de A Coruña, dicen poseedor del sonido más bonito del mundo, una cadencia rítmica de olas que se confunde con el violín de las gaviotas al volar por la torre herculina. El crecimiento de una mágica ciudad del sur, que emergió amenazante ante la preponderancia histórica del norte, de aquella ciudad que resiste los envites del mar a los pies de un faro romano bajo el que Hércules enterró la cabeza de Gerión.

Ese es el origen de la rivalidad, enraizada en el primer tercio del siglo XIX, cuando Vigo comenzaba a ser una amenaza para la preponderancia del Norte. Aquella que en fútbol vivió su primer acto personalizado en la figura de Luis Otero, lateral derecho del Celta que poco antes de comenzar el Campeonato de Galicia de 1923, junto con otros jugadores (Chiarroni, González e Isidro) disconformes con la disciplina del Club, abandonaron la entidad para fichar por el Deportivo de La Coruña. Toda una afrenta para el club vigués y uno de los primeros detonantes de la histórica rivalidad con el Depor. Aunque la rivalidad de dos colores y dos escudos siempre encuentra nexos de unión, tiempos dulces de Pahiño que vistió las dos camisetas.

El Celta, equipo gallego con mayor número de temporadas en la máxima categoría del fútbol español, ante el Dépor, el que mayores logros ha conseguido a nivel nacional. En Galicia el balón no rueda sino que navega, lo hizo por el mar de la tranquilidad, cuando durante doce temporadas consecutivas Celta y Dépor fueron equipos consolidados en la élite, paseando por Europa y la Liga española, dos formas de sentir lo gallego, tiempos de un Zar llamado Mostovoi, ante la chistera de Djalminha, de futbolistas como Karpin, Gustavo López y Mazinho que entraron en la historia celeste, donde nombres como Baltazar, Amarildo, Gudelj, Pichi Lucas, Atienza, Pazos, Hermida y Javier Maté les hacían hueco en la leyenda. También de saudade de Bebeto, Mauro Silva, Djukic, Donato, Alfredo, Fran, saudade de Super Depor, del Euro Depor y los goles de Makaay. Todos ellos en el Salón de la Fama del Deportivo junto a Juan Acuña, aquel grandioso portero que siendo tan solo un chaval fue batido por Nolete, gol que mantuvo al Celta en primera y desterró al Depor a Segunda en mayo de 1940.

O Noso Derbi navegó también por la Costa da Morte, cuando en 2004 se llegó a un paréntesis que puso el epitafio deportivo a la abundancia del 'derbi galego' con un doloroso e histórico 0-5 del Depor al Celta, que sufrió el descenso a Segunda División…

Afouteza e corazón han conseguido que el derbi del mar no se pierda, propiciando su regreso una y otra vez, pues desde que el 19 de octubre de 1941 los vigueses se impusieron 2 a 1 en su primer enfrentamiento en Primera, se han percatado de que necesitan el uno del otro, para volver a reencontrarse en sus atávicos odios futbolísticos. Pues Depor y Celta son yin y yang, la dualidad de todo lo existente, opuestos relativos absolutamente interdependientes. El equilibrio dinámico de una dualidad de dos tonalidades de mar que en Galicia son dos sentimientos, cuando uno aumenta, el otro disminuye, cuando uno chora el otro ríe.

Celta y Depor son hoy equipos diferentes, pero la memoria de ambas aficiones sigue repleta de recuerdos, es el derbi gallego por excelencia, donde cada temporada se dilucida la hegemonía futbolística de la comunidad autónoma. El derbi de la rianxeira, que suena a pura magia en Balaídos, himno oficioso de la tierra galega profundamente enraizado en el corazón de sus aficionados. Ciento cinco derbis guardados en la memoria histórica, en el Hórreo en el que se conservan, balones que navegan, balones que son mar y gradas construidas de conchas de vieras, instantes futbolísticos de una Galicia Universal y los más de noventa años de rivalidad y enfrentamientos. Galicia calidade, un archivo documental repleto de crónicas de risas y chantos, rías altas y baixas que siempre desembocan en el mar de un fútbol que se juega con el envite de las olas.

Mariano Jesús Camacho, gaditano, es redactor, contador de historias, trovador, en VAVEL.com y en su blog, Cartas esféricas

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Sobre el autor
Mariano Jesús Camacho
Diez años escribiendo para medios digitales. Documentalista de la desaparecida web Fútbol Factory. Colaboré en la web deportiva italiana Sportvintage. Autor en El Enganche durante casi cuatro años y en el Blog Cartas Esféricas Vavel. Actualmente me puedes leer en el Blog Mariano Jesús Camacho, VAVEL y Olympo Deportivo. Escritor y autor de la novela gráfica ZORN. Escritor y autor del libro Sonetos del Fútbol, el libro Sonetos de Pasión y el libro Paseando por Gades. Simplemente un trovador, un contador de historias y recuerdos que permanecen vivos en el paradójico olvido de la memoria.