Volvía la Liga tras el parón, con el Celta intentando confirmar las buenas sensaciones de ese extraño prólogo que siempre ofrece la competición en agosto, con los equipos a medio hacer. El test era de envergadura, contra una Real Sociedad herida tras la eliminación europea, pero envalentonada por la histórica remontada contra el Real Madrid. Pero lo cierto es que el partido no arrojó muchas conclusiones nuevas, y sí una sensación de continuidad con el trabajo de este inicio de temporada, con expectativas, pero también con luces y sombras.

Sin rotaciones

Ni siquiera una semana con partidos internacionales y el consiguiente “virus FIFA” alteró el plan de ataque de Berizzo. Su once fue exactamente el mismo que jugó (y empató) en El Arcángel. Todos los internacionales que estaban en condiciones fueron titulares, incluidos los que volvieron con problemas físicos, como Krohn-Dehli.

Al Celta le costó entrar en el partido pero, cuando lo hizo, ofreció su mejor versión. El engranaje dispuesto por el técnico funcionó a la perfección, y su mensaje ha calado hondo en los futbolistas, que presionan y roban como si les fuese la vida en ello. La Real Sociedad salió con valentía (a pesar de jugar sin delantero centro), pero tuvo que claudicar ante el buen juego vigués. Por momentos no era capaz de cruzar la divisoria, y sus defensas se quitaban literalmente el balón de encima.

El acierto

Pero el Celta sabe que debe aprovechar estos momentos en que muestra su cara buena, la de presión y toque, porque le es imposible mantener este ritmo durante todo un partido. Y es ahí cuando debe confiar en el rendimiento de sus delanteros, que lucen unos recursos espectaculares cerca de la portería contraria.

Un buen ejemplo de ello es el momento dulce de Orellana. El chileno ha marcado en los tres primeros partidos de Liga, colocándose como Pichichi del campeonato. Contra la Real demostró su estado de gracia marcando de cabeza, la suerte que, sobre el papel, se le da peor, aunque no es la primera vez. En la jugada tuvo un papel clave la perfecta asistencia de Krohn-Dehli, que no acusó para nada la acumulación de minutos, por lo menos hasta entonces.

De las aptitudes goleadoras de Larrivey, un nueve con todas las letras, ya se ha hablado en estas líneas. Después de un partido gris en Córdoba, contra la Real volvió a demostrar su repertorio. Su lucha sin descanso y, sobre todo, su olfato. Cuando un delantero tiene la portería entre ceja y ceja pasa lo que pasa: ni el poste es capaz de detenerlo. Viendo el rechace, Larrivey se lanzó en un escorzo imposible para evitar la mano y alojar el balón en la red.

También merece la pena comentar la asistencia de Jonny. Una de sus virtudes que, probablemente, le ha dado algo de ventaja en la carrera por la titularidad con Hugo Mallo. El problema de Jonny es que, al igual que el equipo, ofrece también dos caras. La defensiva está resultando, al menos en este inicio de temporada, la más floja. Y sería la que tendría que mostrar a partir de entonces.

El hundimiento

Porque fue apareciendo la otra versión de este Celta de Berizzo. La del equipo que lo ha dado todo y llega desfondado al final del partido. No es algo que surja de repente, no. Es un proceso gradual, con el equipo dando pequeños pasos hacia atrás que lo llevan al terreno en el que peor se maneja.

El Celta va dando pequeños pasos hacia atrás que lo llevan al terreno en el que peor se maneja

Contra la Real influyó el doble cambio de Arrasate, que en la previa había avisado de los peligros del rival y, llegado el momento, apostó por meter pólvora arriba. En el Celta los cambios siguen siendo tan rígidos como las alineaciones. Y, desde luego, Pablo Hernández no parece el jugador ideal para mantener una ventaja. Después de una larga lesión, todavía no tiene el nivel competitivo. Pero es una evidencia que va a ser un hombre clave para Berizzo, y por eso le va dando minutos. El problema es que el desarrollo de los partidos hace que estos minutos finales sean una tortura para el equipo, y no una fiesta.

No ayudó tampoco la lesión de Cabral, sobrecargado por el esfuerzo, que privó al técnico de una de sus bazas para reconducir la situación. Sergi Gómez tampoco tendría el debut soñado, mientras la exigencia aumentaba con una Real Sociedad buscando la remontada.

Pequeños detalles

No es ningún secreto que el Celta no se encuentra cómodo defendiéndose como gato panza arriba. Es entonces cuando aparecen esos pequeños detalles, esos pequeños fallos fruto del cansancio, de la presión del rival y de uno mismo, del miedo de que se repita la historia de los anteriores partidos.

Primero fue Sergio, un jugador que sabe jugar con los pies, quien se equivocó en el momento decisivo, como después reconocería Berizzo. El portero entregó un balón al rival, posibilitó una ocasión de gol, y no supo atajar un remate centrado que dejó a merced de Agirretxe, otro nueve con oficio. Demasiados regalos para que el rival no los aproveche. A sus 28 años, y tras un verano convulso en el que se vio fuera del Celta, Sergio Álvarez por fin tiene la oportunidad de demostrar que es un portero válido para Primera División. La confianza de Berizzo y de la afición le han hecho asentarse en la meta, pero no debe dormirse, porque cualquier duda que despierte con sus actuaciones les puede acabar afectando a él y al equipo.

El asedio final de Real, ya en tiempo de descuento, tampoco pudieron pararlo los vigueses. Le concedieron el balón al rival, e incluso le facilitaron la tarea con un autogol de Jonny, otro futbolista que vive en una constante reválida.

¿Invicto o remontado dos veces?

El empate a dos final deja luces y sombras, igual que la imagen del Celta. Por un lado el equipo compitió, y por momentos anuló a un rival que juega bien al fútbol, que hace dos semanas encendió la mecha del polvorín del Real Madrid, y que va a dar mucho que hablar esta temporada. Pero, por otro lado, volvió a mostrar su peor cara en el momento decisivo, en los minutos finales, cuando se deciden los partidos.

El Celta sigue sin conocer la derrota, pero se ha dejado cuatro puntos por el camino

Por una parte, el Celta sigue sin conocer la derrota; ha sido capaz de comenzar los tres encuentros del campeonato marcando antes del rival; y ha podido ganar los tres partidos.

Por otra, no lo ha hecho. Se ha dejado cuatro puntos por el camino que, al final de la temporada, se pueden echar mucho de menos. Solo ha conseguido mantener la ventaja contra el Getafe que, al igual que la Real, perdía por dos goles y a punto estuvo de equilibrar la contienda.

En los próximos partidos quedará claro si el Celta es capaz de mantener la velocidad a la que nadie parece capaz de detenerlo, y cerrar los partidos, o si, por el contrario, se le sigue acabando la gasolina en los últimos minutos, protagonizando finales llenos de sufrimiento.