Dos colores, el celeste y el blanquiazul. Dos ciudades, A Coruña y Vigo. Dos equipos de Primera, que lucharán por salir airosos en el derbi gallego. Dos Reales Clubes, el de A Coruña y el Celta de Vigo. Una batalla futbolística, al noroeste de la Península Ibérica, en la que ambos pugnarán por coronarse como reyes de Galicia, por auparse al trono del mitológico Breogán.

Cuenta la leyenda y las tradiciones irlandesas en el Lebor Gabála Érenn que el rey celta, Breogán, construyó en la ciudad de Brigantia, situada en el noroeste de la Península Ibérica, una torre de semejante altura que sus hijos podían ver una orilla verde desde su cima. Casualmente la estatua de Breogán que hoy en día permanece en pie, se encuentra junto a la Torre de Hércules en La Coruña, y fue declarada Patrimonio de la Humanidad. Al parecer la visión que ofrecía la torre construida de esa lejana tierra, llevó a la expedición de Ith -uno de los hijos de Breogán- rumbo a la lejana Erin (Irlanda). Al igual que la poderosa flota de los hijos de Mil Espáine -soldado de Hispania mencionado en el Libro de las Conquistas, nieto de Breogán y sobrino de Ith- navegaron desde Brigantia a Irlanda y la conquistaron; son palabras de Francisco Vales Villamar, maestro, cronista oficial de la ciudad, historiador y creador del Anuario Brigantino.

¿Qué din os rumorosos
na costa verdecente
ao raio transparente
do prácido luar?
¿Qué din as altas copas
de escuro arume arpado
co seu ben compasado
monótono fungar?

Los monjes irlandeses del siglo XI que efectuaron la compilación relacionaron la Brigantia de Breogán con la ciudad galaica de Brigantium, que según las distintas versiones pudo ser La Coruña o Betanzos y en el siglo XIX, el mito fue difundido por historiadores románticos gallegos. Del mismo modo, Breogán es representado como el padre mitológico del pueblo gallego ya que en ocasiones, Galicia es descrita poéticamente como el "fogar" o "nazón de Breogán", como en Os Pinos, el himno gallego, basado en el poema homónimo de Eduardo Pondal.

Lejos de rivalidades, históricas o no, entre pueblos, conjuntos o aficiones. Lejos de presumir en el recuento de títulos que ostentan las respectivas vitrinas de cada club, el fútbol de máxima categoría nacional recupera un partido único. De los de tapa de pulpo, porción de empanada y bar. De los que se sufren durante el acto –en silencio- y de los que se sienten –con nervios a flor de piel-. De los que dejan las uñas escalonadas y las yemas de los dedos húmedas. De los que entumecen las articulaciones hasta que el equipo de tu corazón no abre la lata en el marcador. Encuentros que deben destapar el lado más humano y afable del fútbol.

Do teu verdor cinguido
e de benignos astros
confín dos verdes castros
e valeroso chan,
non des a esquecemento
da inxuria o rudo encono;
desperta do teu sono
fogar de Breogán.

Aquellos encuentros especiales, que suponen reencuentros familiares y en ocasiones con miembros de la misma cuyo corazón queda partido por un día. Un derbi para vivirlo con los más pequeños de casa, con talluditos y longevos rebosantes de sabiduría. Delante del televisor o sin faltar a la cita con su bocata de panceta o tortilla en el descanso. Incluso los más atrevidos, se presentarán con su queso de tetilla en pleno Estadio de Balaídos, eso sí, sin ánimo alguno de pretender descentrar al respetable o al vecino rival. Un choque liguero en el que predominen las gaitas, y los pitos queden en segundo o tercer plano.

Son de esos días especiales, marcados con subrayador azul en el calendario desde que la LFP dio a conocer los emparejamientos. Fechas como la del martes 23 de septiembre a las 22:00 horas en Balaídos, y la del domingo 22 de febrero con horario aún por conoces, grabadas al instante en vosas memorias. Son de esos días en los que la previa con los colegas se empieza una hora antes, aunque se fije la quedada en el mismo lugar de siempre, la tasca tradicional.

Os bos e xenerosos
a nosa voz entenden
e con arroubo atenden
o noso ronco son,
mais sóo os iñorantes
e féridos e duros,
imbéciles e escuros
non nos entenden, non.

Porque es un derbi de Primera, aromatizado con gusto gallego y que a buen seguro, no dejará indiferente a diestros y zurdos, también a siniestros. Un derbi para rememorar a los Donato y Mauro Silva, a los Karpin y Mostovoi, a los Bebeto y Catanha. A los que deleitaron con su presencia, a los que vinieron y a los que aún quedan por venir. Pero también a los que están, que serán protagonistas, con dos estilos distintos: el de Víctor Fernández y el de Berizzo. Con dos apuestas desiguales sobre el tapete, futbolistas de brega, de lucha, de garra. Con los Larrivey, Nolito, Postiga, Juan Domínguez y compañía.

Porque el fútbol es movimiento, constante, un alarde de sentimientos y derbis como el galego: pura calidade. Porque todo cuenta, también las estadísticas, las que dicen están para romperlas; son 21 victorias del Celta en Primera sobre el Dépor, porque han firmado hasta en 16 ocasiones la paz con un empate, y porque los coruñeses –con 24- aventajan en los derbis gallegos con 3 triunfos a los celestes.

Os tempos son chegados
dos bardos das edades
que as vosas vaguedades
cumprido fin terán;
pois, donde quer, xigante
a nosa voz pregoa
a redenzón da boa
nazón de Breogán.

Sin riñas ni disputas, en donde prime la excelencia del deporte sobre el resto. Con ancianos removiendo sus vivencias y con jóvenes captando como esponjas lo que el ‘viejo’ les cuentas. Hazañas, peripecias y grandes gestas, que en un futuro recordarán con su zamarra celeste y blanquiazul de temporada añeja. Con bufandas al viento y el más sentido aliento, que ambas aficiones dan por ti…el popular ‘O noso derbi’ ya está aquí.

Mario Magro Sánchez, madrileño, es el Editor in Chief de VAVEL España.