Vigo y A Coruña se paralizan. El fútbol toma protagonismo, mandan los jugadores, los colores, y 90 minutos de pasión desesnfranada. Una sensación que pocos pueden experimentar, la de una rivalidad llevada al extremo del sentimiento. Cánticos para unos, para otros. El estadio a reventar. Mientras, los ojos de España se centran en Galicia, capital del balompié durante unas horas. O voso derbi, el de los gallegos.

No todos los futboleros son así de privilegiados. En Castilla y León, la historia es bien diferente. El Real Valladolid es el equipo puntero, aunque este curso Numancia, Ponferradina y Mirandés quieran decir lo contrario. No hay un Celta o un Deportivo en lo que a rivaldiad se refiere. No hay ese cosquilleo, en los instantes precedentes a un derbi, que recorra el cuerpo de uno, fruto de la pasión y tensión del momento. Existen los duelos regionales, pero estos no están marcados en el calendario, no están señalados como fecha clave. Envidia, siempre sana, de los castellanos a estos duelos. El derbi gallego, el madrileño, el sevillano, el valenciano, el barcelonés. Pero no el castellano. Claro que hay duelos regionales, entre Burgos y Mirandés, entre Cultural y Ponferradina, o el ya inexistente entre Valladolid y Salamanca; pero no en este compás.

Gargantas en alto

Cantar en el estadio. Placer divino para los aficionados. Más aún si existe una canción elegida para una cita así de especial. Difícil es imaginar a la hinchada de Zorrilla, de los Pajaritos o El Toralín, entre otros, tener letras específicas para estas citas. Cierto que hay rivalidad, pero no existe ese sentimiento de amor-odio, de necesidad, de sin ti no puedo vivir. La Cultural Leonesa puede estar perfectamente sin el Real Ávila, el Celta de Vigo no puede estar sin el Deportivo de La Coruña. Son vitalmente necesarios, y es algo, que también, falta en la amplia meseta castellana. Una envidia más, un deseo de futuro.

Lo cierto es que el derbi, para aquellos que no son propensos a ver fútbol más allá de su equipo local, no guarda tanto interés en la comunidad. Pero, también, es una enorme ocasión para ver a dos conjuntos luchar frente a frente, ante lo complicado que es encontrar en Castilla y León esta rivalidad. Existen, claro está, pero no llegan al extremo gallego. Una lástima, sin duda.

La historia marca el camino

A través de los marcos de las ligas, esta rivalidad se ha construido con hazañas de unos y otros. Cuando el Deportivo celebraba campeonatos, el Celta guardaba letargo. Igual sucedía cuando el Celta encontraba el camino hacia la Champions. Futbolistas estelares, Mostovoi, Djalminha, Gustavo López o Djukic. Todos recuerdan los nombres, al igual que aquellas temporadas en las que no podían ver a estos dos amigos y enemigos batirse en duelo.

Un derbi que ha perpetrado ya en la memoria de cualquier seguidor de los dos conjuntos, y del fútbol en general. Ha roto las fronteras de Galicia, extendiéndose por toda España, donde es visto con una óptica diferente. Se vive y se disfruta. Derbi para todos. Cualquiera puede sentir la magia de este encuentro por sus venas. Solo hay que contagiarse de ella. Recordar el pasado, ver el presente y disfrutar el futuro. Muchas son las historias que contar entre estos dos raudos contendientes, que volverán a medirse en busca del cetro dorado de Galicia.

Emoción en estado puro

El cuero echará a rodar, y dos ciudades se paralizarán. Regresa a Primera División, un lugar en el que siempre debería estar, por muchas dificultades y penurias que atraviesen los protagonistas, nunca tendría que faltar. Para los no gallegos, es complicado sentir esa emoción, que se transmite desde las gradas hasta la barra de un bar apartado de las cámaras. No todos tienen la suerte, no todos tienen el privilegio de vivir una rivalidad en este extremo, pero siempre se puede adoptar durante una jornada.

Disfrutar con la escena, con cada isntante, sintiendo una pequeña envidia por esa patria gallega que por un día, será la protagonista principal de la Liga y de toda Europa. Señores, no se lo pierdan, sean de Valladolid, de León, de Córdoba o de Badalona. Disfruten con ello, siéntanlo suyo, vibren con ello. Hagan de o voso derbi, su propio o noso derbi. Transmitan esa emoción por todo su cuerpo, contagiense de ella y vivanlo cada minuto. En Castilla, también se hará, por un día. Así se ve el derbi gallego desde fuera.

César Aldecoa, vallisoletano, es coordinador de la sección del Real Valladolid, redactor de la sección del Valencia CF y jefe de editores en VAVEL.com