El Celta-Levante era uno de esos partidos llamados trampa por múltiples razones: contra un rival en apuros, que había cambiado de entrenador apenas dos días antes, que llegaba a Balaídos en puestos de descenso, y con la necesidad imperiosa de puntuar para no hundirse en el pozo; y con ausencias importantes de hombres que han destacado en este inicio de campaña. Especialmente relevantes eran las bajas de Fontàs, por lesión, y de Orellana, por acumulación de amonestaciones.

Rotaciones

El relevo de Fontàs era sencillo: por segunda semana consecutiva recayó en Sergi Gómez, tercer central de la plantilla, sin alterar el dibujo lo más mínimo. Para reemplazar al chileno en la banda derecha, Berizzo se decantó por Santi Mina. Una apuesta arriesgada, ya que el joven canterano no había disputado ni un solo minuto en toda la temporada. El técnico no mentía cuando afirmaba por activa y por pasiva que contaba con el vigués, ante rumores de posibles cesiones.

Con respecto al partido de La Catedral hubo otras dos modificaciones en el once titular: Jonny salió en el lateral izquierdo en lugar de Planas, desbordado de trabajo en Bilbao, y el Tucu Hernández ingresó en la medular por Álex López, después de un buen partido del ferrolano. Por tanto, y más que a castigos puntuales, los cambios en el once parecían obedecer a simples rotaciones, y a la búsqueda de repartir minutos, algo que se le venía demandando a Berizzo desde los primeros partidos de Liga.

Sin salida de balón

Lleva poco más de un año en el Celta, pero su omnipresencia en las alineaciones ya le ha convertido en un clásico. Su facilidad para sacar el balón controlado, para poner la primera piedra en el ataque del equipo, y para evitar sustos son asumidas como parte del ADN del club.

El Tucu apunta a pieza importante, sobre todo en Balaídos

Por todo esto, cuando falta Andreu Fontàs sorprende la espesura del Celta, y las dificultades que se encuentra a la hora de iniciar las jugadas. Como ya sucediera en San Mamés, y a pesar de que el Levante esperó atrás desde el principio, y no salió ni mucho menos a morder, el equipo vigués sufrió a la hora de sacar el balón. No peligró la posesión, que fue de los locales durante todo el partido, pero esto sí provocó la escasez de ocasiones durante gran parte del encuentro, sobre todo en la segunda mitad. Gustavo Cabral asumió la responsabilidad, pero su juego en largo no es tan preciso como el del catalán, y el Celta se resintió. Por eso se vio a Krohn-Dehli algo más retrasado, en ocasiones formando pareja con Radoja en el doble pivote. Y, quizás por eso, la presencia en el once de Pablo Hernández, un futbolista diferente. El Tucu estuvo en todas, quiso la pelota, la condujo incansable a pesar del rosario de faltas que recibió, arriesgó en ataque y se incorporó con peligro. A pesar de que aún no ha conseguido la velocidad necesaria para triunfar en Europa, apunta a pieza importante, sobre todo en los partidos de Balaídos, cuando el Celta tenga más posesión que su rival.

La conexión argentina

Contra el Levante faltaba la sociedad Nolito-Orellana, que tanto ha aparecido en las primeras jornadas, y tantos beneficios le ha dado al Celta. Sin su complemento chileno, Nolito no estuvo cómodo sobre el campo. Pareció faltarle esa chispa, ese último recurso con el que siempre sorprende, a pesar de que los rivales ya intuyen lo que va a hacer.

Larrivey no necesita que lo busquen para marcar

En la banda derecha apareció Santi Mina. A pesar de su edad, es un jugador con una enorme personalidad, que no está dispuesto a tener un papel secundario esta temporada. Así que se sobrepuso a esa pizca de falta de ritmo, consecuencia de no haber disputado ni un solo minuto, que impide marcar diferencias en el fútbol de élite. Durante el partido tuvo que ver cómo no le salía la mayoría de cosas que intentó. Pero sí una de ellas. Una conducción con habilidad hacia el centro, que ejecutó a la perfección y sirvió para abrir el marcador y despejar el camino de la victoria. Casi nada.

Y fue en ese momento cuando quedó de manifiesto que el Celta tendrá esta temporada otra conexión importante: la que forman Pablo Hernández y Larrivey, que competirá con la dupla Orellana-Nolito en busca de los éxitos del Celta. El de Tucumán recibió el balón y se lo dio de primeras al de Gualeguay. Y así Larrivey inauguró la cuenta y entró en la historia del Celta. No fue esta la última ocasión en la que Hernández buscó a Larrivey en la zona de peligro. Aunque no se puede decir que el nueve necesite que lo busquen para marcar. Véase si no la jugada del 2-0. Un clásico remate de Nolito, cuyo rechace cazó Larrigol para anotar su sexto gol de la temporada.

Enchufados

El buen resultado de las rotaciones se vio refrendado por la valiosa aportación de los cambios de Berizzo. Tanto Charles, siempre dispuesto a aportar trabajo a pesar de tener inaccesible la titularidad por el momento, como Madinda, que ha ido ganando peso en este equipo con el paso de las jornadas, e incluso Álex López, que adornó su actuación con ese gol que se le resistía, cumplieron con creces, resultando decisivos en la cómoda victoria final.

Berizzo ha conseguido tener ya un nutrido grupo de jugadores en disposición de ser titulares

El ferrolano merece mención aparte, porque está demostrando una fortaleza mental a prueba de bombas. Empezaba la temporada amenazado por el fichaje estrella del equipo, el Tucu Hernández. Pero, siempre trabajador, aprovechó la titularidad de los primeros partidos para convertirse en un candidato fijo al once. Sin dejarse desanimar por los errores de cara al gol, ni por el inicio de las rotaciones con el Tucu. Siempre que dispone de minutos, sea titular o suplente, aporta el mismo trabajo. Arriesga lo mismo, busca lo mismo, y consigue lo mismo. Por eso buscó el gol. Y por eso lo consiguió, volviendo a abrir el debate sobre la titularidad a pesar del buen partido de su rival por el puesto.

Como se suele decir, el Celta es el gran beneficiado de toda esta situación. Y Eduardo Berizzo ha conseguido tener ya un nutrido grupo de jugadores en disposición de ser titulares, y de rendir al máximo nivel. Justo en el mejor momento, cuando llega la Copa y las rotaciones serán, más que necesarias, obligatorias.