Pablo Olmedo inició su carrera en la máxima categoría debutando como futbolista del Real Madrid en 1948, cuando apenas contaba 19 años de edad. En aquellos tiempos todavía no se había creado la Copa de Europa, por lo que no se pudo contrastar su calidad en la competición continental, pero su cifra de 15 tantos en 24 partidos con el equipo blanco indicaba claramente que había futbolista. Un par de años más tarde el club merengue se interesó por el céltico Gabriel Alonso, internacional español en el mundial de Brasil 50 y que había saltado a la fama por su marcaje a Stanley Matthews en el famoso España-Inglaterra de Telmo Zarra. En el traspaso de Alonso al Real Madrid el Celta pretendía la cesión de Olmedo durante una temporada. Pese a su gran primera campaña con los blancos, al año siguiente únicamente convirtió cuatro dianas mientras que durante la temporada 50-51 perforaría las redes rivales en apenas dos ocasiones, lo que quizá animó a la directiva de Santiago Bernabeu a incluirlo finalmente en la operación – con cláusula del cagazo incluida– pese a la fuerte oposición de la prensa madrileña. Pablo, pese a su juventud, mostraba un fútbol fino y que gustaba en la capital.

Cesión, antesala del traspaso

Pablo Olmedo (Foto: fameceleste.com)

Olmedo brillaría en la temporada 51-52 anotando seis goles con el Celta, el primero de los cuales convirtió en la derrota sufrida en septiembre por 2-1 frente al Atlético Tetuán. Finalizada la cesión regresaba a Madrid, en donde únicamente permanecería durante el curso 52-53. Al término del mismo se repetía la historia y Bernabeu volvía a incluirlo en una operación con el club celeste. En este caso el Real Madrid se hacía con los servicios del guardameta céltico Pazos y a cambio enviaba a tres futbolistas al club vigués, todos ellos traspasados. El arquero Adauto y el central Cantero acompañaban a Pablo Olmedo a su aventura en el noroeste.

El interior firmó por tres años aunque permanecería durante siete temporadas en la disciplina viguesa, la última de ellas en Segunda División. Sus mejores registros anotadores los logró en sus dos primeras campañas, con 11 y 15 tantos respectivamente. Olmedo actuaba como interior derecho en una época en la que mandaba la W-M como sistema de juego, con su 'cuadrado mágico' en mediocampo. Los interiores se situaban ligeramente retrasados con respecto al delantero centro y a los extremos, asumiendo una responsabilidad más creativa y menos goleadora. Una evolución importante en la historia de los sistemas de juego. Resultan por tanto llamativas las cifras de Olmedo durante aquellas dos temporadas, que le llevaron a convertirse en máximo anotador del equipo. Su olfato de gol suponía un magnífico complemento a la calidad técnica que atesoraba y le convertía en pieza indispensable en el ataque celeste tanto para crear como para finalizar.

Buena imagen ante un gigante

W-M dispuesta por Ricardo Zamora en Les Corts (16/01/55)

En la temporada 54-55 el Celta visitó el Camp de Les Corts en la jornada 19. Situado en una cómoda séptima plaza – liga de 16 equipos– tocaba rendir visita al segundo clasificado. A priori resultaba complicadísimo sacar tajada del feudo blaugrana, algo de lo que era plenamente consciente Ricardo Zamora, ilustre técnico celeste. Un equipo, el Barcelona, que contaba con futbolistas de primer nivel. Por entonces destacaban en la alineación presentada por el italiano Sandro Puppo varios nombres, caso de Ramallets, Biosca o Ladislao Kubala. Pero el Celta salió valiente y a los ocho minutos de juego conseguía ponerse por delante. Un despiste del volante izquierdo blaugrana Bosch fue aprovechado por Olmedo quien, tras combinar con Mauro, batía a Ramallets de disparo raso. Para él no suponía ninguna novedad marcar en Les Corts con el Celta, un año antes ya había experimentado la agridulce sensación de anotar un tanto en la derrota por 4-2.

La reacción azulgrana llegaría a los 22 minutos de juego, cuando un balón largo de Bosch era empalmado por la zurda de Dagoberto Moll y batía a Adauto. Gran jugada que plasmaba el potencial local. Con igualada a un tanto se llegaba al intermedio, con un Celta que derrochaba velocidad y condición física y que había aguantado bien al poderoso Barcelona.

La segunda parte fue otro cantar. En la jugada inicial Villaverde acabaría cabeceando a la red un servicio de Kubala. Villaverde y Moll, interiores blaugranas, comenzaron a imponerse a Artime y Villar – volantes celestes– y la goleada no se hizo esperar. Los balones en largo resultaron determinantes para que el Barcelona anotase tres tantos más en 11 minutos, todos ellos de Ladislao Kubala, que cuando apareció fue para hacer añicos la zaga céltica y romper definitivamente el partido. A cinco minutos del final los de Vigo recortarían distancias aprovechando un desajuste defensivo azulgrana que obligó a Ramallets a abandonar su portería. Pablo Olmedo repetía como goleador colocando el balón por encima del guardameta internacional del Barcelona y completando un doblete que servía para bien poco. Pese al resultado el Celta dejó una buena impresión en Les Corts, gustando especialmente la velocidad de sus futbolistas y los buenos movimientos de Olmedo, Mauro y Torres.

Su cifra de 15 tantos en 24 partidos con el equipo blanco indicaba claramente que había futbolista

La temporada finalizaría sin sobresaltos para los de Balaídos, que acabarían undécimos con 27 puntos, a siete de la zona de descenso que marcaba el Racing de Santander. El Barcelona, por su parte, no podría arrebatar el título de liga al Real Madrid de Di Stéfano. Su flojo tramo final en el que únicamente fue capaz de sumar 12 puntos sobre 22 posibles le apartó del primer puesto, situándole a cinco unidades de los blancos en la clasificación final.

División de Plata antes del adiós

Olmedo con la casaca celeste (Foto: yojugueenelcelta.com)

La vida continuaba para Olmedo y durante las temporadas siguientes surgirían problemas físicos y también disciplinarios que le iban a impedir rendir a su mejor nivel. Una hernia discal y un conflicto con el entrenador Pasarín le imposibilitaron disputar un elevado número de partidos. Sus cifras goleadoras también disminuyeron sensiblemente, llegando a no anotar ningún tanto durante la nefasta temporada 58-59, la del descenso a Segunda. Olmedo siguió un año más en Vigo, esta vez en la categoría de plata, en la que recuperó sensaciones y dejó nueve dianas en 19 partidos, insuficientes para devolver al Celta a Primera. En 1960 abandonaba el club vigués y el fútbol, acreditando un total de 54 tantos repartidos durante ocho temporadas en las que vistió la casaca celeste.

Como curiosidad destaca su participación en mayo de 1955 en un encuentro homenaje a Julián Cuenca, centrocampista del Deportivo. Olmedo y Carlos Torres, atacantes del Celta, reforzaron – junto con Alfredo di Stéfano– al equipo blanquiazul, que caía por 1-6 ante el Vasco da Gama. Un detalle que difícilmente podría tener lugar hoy en día y que deja clara la cordial relación entre los eternos rivales gallegos durante aquella época.

Un interior para la historia

Olmedo tras lanzar un penalti (Foto: fameceleste.com)

Su dilatada trayectoria en Vigo y su buen rendimiento han hecho de Pablo Olmedo uno de los atacantes célticos más destacados de los dorados años 50. Si las presiones de la prensa hubiesen pesado la cuarta parte de lo que lo hacen en la actualidad quizás se hubiese quedado en el Real Madrid al lado de Alfredo di Stéfano. Pero es posible que fuese mejor así para todos. En la época en la que se disputaron las primeras Copas de Europa seguramente se hubiese quedado sin opciones de jugar y en el Celta se sintió protagonista y respondió con su rendimiento. Para la historia dejó tres goles de sabor agridulce en Les Corts, algo que ningún otro futbolista céltico ha repetido hasta el momento ni allí ni en el Camp Nou.