Nacido en Mugardos en 1947, Castro inició su andadura futbolística en el Galicia Mugardos, equipo de su localidad natal. Jugó durante una temporada en el histórico Arsenal ferrolano, anotando 26 goles y mostrándose como pieza clave para el ascenso en 1966 de su equipo a la Tercera División. Al finalizar aquel curso sería reclutado por el Racing de Ferrol – en ese momento en la División de Plata–, equipo en el que cuajó dos fenomenales campañas que le proporcionaron un inimaginable salto al FC Barcelona. Anecdótica su participación en el trofeo Teresa Herrera de 1967, en el que el Racing derrotó al Celta en la final por 3-0. Castro no marcó pero sí participó en la gestación del tercer tanto, con un magistral pase que sería perfectamente aprovechado por sus compañeros Juan y Varilla.

Pocas opciones en Barcelona

En la Ciudad Condal apenas pudo participar en el ejercicio 68-69 debido a su incorporación al Servicio Militar. Al año siguiente sí conseguiría entrar en el equipo convirtiéndose en un hombre importante gracias a su combinación de trabajo y calidad. Pero la llegada de Victor Buckingham al banquillo blaugrana le apartó radicalmente del once, condenándole a un ostracismo irreversible durante la temporada 70-71. Fue entonces cuando el club culé decidió incluir a Castro en la operación para abaratar el fichaje de Quique Costas, futbolista polivalente que se desenvolvía preferentemente en mediocampo. El Celta se iba a hacer con los servicios del centrocampista mugardés, recibiendo 11 millones de pesetas como contrapartida por el traspaso de Costas.

Un pulmón llega a Vigo

Sin esperar a que finalizase la temporada Castro se incorporaba a las filas celestes a tiempo para marcar en su debut frente al Real Madrid y conseguir, con Juan Arza en el banquillo, una histórica clasificación para la recién creada Copa de la UEFA. Lamentablemente no pudo disputar la eliminatoria contra el Aberdeen por encontrarse lesionado, viéndose privado de repetir las experiencias vividas en la Recopa y la Copa de Ferias con el Barcelona. Su ausencia tuvo mucho que ver en la temprana eliminación del equipo celeste.

Castro jugó en el Celta durante más de nueve temporadas (Foto: yojugueenelcelta.com)

Santiago Castro acostumbraba a moverse como interior y se caracterizaba por un enorme despliegue físico acompañado de una gran calidad técnica. La prensa de la época lo definía como un auténtico pulmón. Su regularidad durante las nueve campañas que militó en el Celta fue llamativa, superando en seis de ellas los 30 partidos disputados y no bajando de 25 en las otras tres. No destacó como goleador aunque en la temporada 73-74 alcanzaría la nada despreciable cifra de 8 tantos. En el centro del campo destacaba por su polivalencia si bien no poseía ninguna cualidad excesivamente llamativa, motivo que a buen seguro le llevó a no triunfar en el Barcelona. Un futbolista de notable alto en muchos aspectos que no alcanzaba el sobresaliente en ninguno. Como no hay mal que por bien no venga, a cambio encontró en Vigo un lugar en el que desarrollar su fútbol y sentirse importante.

Un rival con ilustres conocidos

En la campaña 74-75 la dirección del Celta corría a cargo de Mariano Moreno, técnico joven aunque con experiencia previa en los banquillos de Burgos y Sporting de Gijón. El equipo no comenzó bien la temporada pero una racha de nueve jornadas consecutivas sin perder le llevó a la zona templada. Una derrota en el Benito Villamarín quebró aquella imbatibilidad y daba paso a la jornada 21 en Balaídos con el Granada como rival. El 23 de febrero de 1975 los andaluces llegaban como sextos clasificados habiéndose mantenido en la zona media-alta de la tabla sin problemas.

Durante los años 90 se dedicó a elaborar informes para su compañero Félix Carnero, quien desempeñaba el cargo de secretario técnico

Como futbolista más destacado presentaban a Ladislao Mazurkiewicz, famoso arquero uruguayo que llegaba tras haber disputado con su selección los mundiales de Inglaterra 66, México 70 y Alemania 74. Curiosamente Mazurkiewicz no venía disfrutando de la titularidad en el Granada pero aquella tarde disputó uno de los dos únicos encuentros ligueros en los que intervendría con el equipo nazarí. De hecho aquella fue su última experiencia en el torneo de la regularidad con el club andaluz. También jugó durante una hora Toni Grande, actual ayudante de Vicente del Bosque en la selección, que ingresaba en el minuto 40 en sustitución de Javier Ederra.

Alineación frente al Granada (23/02/75)

En el Celta figuraban nombres como Antonio Rivas, Fernández Amado, Paco Doblas, Félix Carnero o el guardameta Rodri, con amplio pasado en el Atlético de Madrid. No fue ninguno de ellos sino Santiago Castro quien inauguraba el marcador a los tres minutos de juego. En jugada personal y tras avance por la izquierda soltó un latigazo con poco ángulo que sorprendió a Mazurkiewicz. El Celta se adelantaba pronto, lo que le permitió dominar el partido a sus anchas. Las ocasiones de gol se sucedían ante la portería granadina sin respuesta ofensiva por parte de los visitantes. Doblas y Félix Carnero gozaron de magníficas ocasiones que no transformaron en gol, por lo que se llegó al descanso con un escaso 1-0 para los locales.

Victoria plácida

Foto: cosassobrefutbol.blogspot.com

Nada más comenzar el segundo tiempo el Celta volvía a golpear. Esta vez tras un córner que ponía en juego Félix y que cabeceaba Rivas a la red. El insistente dominio de los celestes apenas fue inquietado en un par de ocasiones, con Toni Grande y Lis como protagonistas. Los vigueses redondeaban el marcador a ocho minutos para el final con una buena jugada colectiva entre Félix, Doblas y Castro. Finalmente este último disparaba con potencia, rechazando Mazurkiewicz a los pies de Félix, que empujaba el balón a la red. 3-0 final con una sensación de superioridad absoluta de los locales. El Celta superaba al Granada en la clasificación y se situaba noveno, en zona tranquila.

Curiosamente las cosas se torcerían a partir de este encuentro para los de Balaídos, que consumarían un sorprendente descenso al finalizar la liga en penúltima posición. El Granada mantuvo una línea similar a la del Celta, con una caída libre que apenas le permitió mantener la categoría con los mismos puntos que el Málaga, antepenúltimo.

Dura despedida

Luchando con Amancio (Foto: yojugueenelcelta.com)

Fue el primero de los cuatro descensos que vivió Santiago Castro con el Celta, que hasta finales de la década se convirtió en un equipo ascensor, alternando la Primera con la Segunda División. El hundimiento definitivo llegó en 1980, con la caída a Segunda B. En aquel verano tocó hacer limpieza, marchándose varios de los futbolistas que habían vestido la elástica celeste durante los años 70. Entre ellos se encontraba Castro, quien tras demostrar durante más de nueve temporadas una profesionalidad y un compromiso fuera de toda duda, colgaba las botas cuando el equipo tocaba fondo.

Posteriormente continuaría vinculado al Celta trabajando para las categorías inferiores. Durante los años 90 se dedicó a elaborar informes para su compañero Félix Carnero, quien desempeñaba el cargo de secretario técnico. Nunca le ha gustado aparecer en primera plana pero su sabiduría futbolística siempre ha sido apreciada en Casa Celta. Seguramente no fue el futbolista más brillante que pisó Balaídos. Tampoco el más luchador. Ni mucho menos el más goleador. Pero Castro enseñaba un poco de todo en cada partido, convirtiéndose en pieza fundamental del irregular Celta de los 70. No consiguió triunfar en la Ciudad Condal pero en Vigo siempre se le recordará con cariño. Santiago Castro Anido demostró que a veces es inteligente dar un paso atrás. El fútbol acostumbra a ofrecer segundas oportunidades.